EL PAíS › EL CACEROLAZO EN PLAZA INDEPENDENCIA
› Por Miguel Jorquera
El cacerolazo convocado por la oposición frente a la casa de gobierno de Tucumán para protestar por el resultado electoral terminó de la peor forma, cuando la policía provincial reprimió indiscriminadamente con gases lacrimógenos y balas de goma para frenar al grupo más exaltado de los manifestantes, que intentó acercarse a la casa de gobierno. El grueso de los miles de tucumanos que se habían reunido en la Plaza Independencia comenzó a dispersarse a las corridas, pero los más belicosos enfrentaron con piedras a los policías que disparaban apostados en los balcones de la casa de gobierno. Los enfrentamientos se sucedieron en los alrededores, donde las naranjas silvestres de la plaza reemplazaron a las piedras, en medio de la retirada, cuando la caballería montada intentaba despejar a los manifestantes de la plaza junto al avance de la infantería. Algunos policías desataron una cacería en las calles céntricas sobre los manifestantes que intentaban reagruparse.
Más convencidos de la convocatoria impulsada por las redes sociales que de poder revertir el resultado en el recuento de los votos, los tucumanos que apostaron a un triunfo electoral de la alianza opositora Acuerdo para el Bicentenario hicieron sentir su bronca en la Plaza Independencia por el resultado. La heterogénea manifestación, en la que predominaban sectores medios, comenzó a concentrarse al ritmo de más palmas que cacerolas y más celulares que velas. “Que se vayan todos”, “Que abran las urnas”, “El pueblo unido jamás será vencido”, eran las consignas más coreadas, sumadas al grito de “ladrones” y “corruptos”.
Luego comenzaron a aparecer algunos carteles más elaborados para la ocasión, que portaban muchos y de igual formato y color: “No a la dictadura K” y “No al fraude K”. Algunos grupos identificados con banderas, remeras y pancartas radicales sacaron a relucir todo el merchandising que sobró de las elecciones, con múltiples afiches llamando a votar a José Cano (el candidato del conglomerado opositor), incluso las bombas de estruendo y petardos que no se usaron el domingo. Uno de esos grupos más exaltados se apostó frente a las vallas de la casa de gobierno, donde empezaron a presionar el delgado cordón policial hasta romperlo y hacer retroceder a los policías hasta la entrada del palacio, de estilo francés. Entonces flamearon las banderas radicales en la explanada y las columnas de luces del edificio. Las consignas cambiaron. “Ponga huevos, Cano, que esta noche tenemos que ganar”, “Alperovich botón, la puta madre que te parió” y “El ruso tiene miedo”, corearon a modo de una tribuna futbolera. Las bombas de estruendo comenzaron a estallar cercas de los ventanales de la casa de gobierno.
“Oh juremos con gloria morir” y “Tucumán, Tucumán”, comenzó a surgir entre quienes estaban en la amplia calle 25 de Mayo, sobres las escalinatas de la iglesia San Francisco y sobre una porción de la Plaza Independencia, para unificar criterios entre los manifestantes más allá de las identificaciones partidarias, que no parecían unir a todos.
La actitud de los más exaltados terminó en represión indiscriminada. Al cierre de esta edición, la senadora radical Silvia Elías Pérez, que como el resto de los candidatos opositores había evitado mostrarse en la manifestación, apareció en las escalinatas de la casa de gobierno y pidió calma a los manifestantes, que en menor número volvían a agruparse al grito de “Que se vayan todos”.
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