EL PAíS › LOS AVANCES EN LA INVESTIGACIóN SOBRE LA MUERTE DEL FISCAL ALBERTO NISMAN
Fein está analizando las llamadas que Nisman y personas vinculadas con él hicieron el fin de semana que murió el fiscal. Hay comunicaciones entre ex integrantes de la SIDE, el Ministerio de Seguridad bonaerense, el Estado Mayor Conjunto y un funcionario judicial.
› Por Raúl Kollmann
La causa judicial por la muerte de Alberto Nisman ya casi no deja ningún espacio para la hipótesis del homicidio: tanto la madre de Nisman, como los médicos de Swiss Medical y ahora el prefecto que custodió el pasillo del departamento de Le Parc atestiguaron que nadie entró al baño y que la cabeza del fiscal impedía abrir la puerta. Eso significa que Nisman estaba solo dentro del baño en el momento del disparo –como dijeron los peritos– y que nadie pudo salir después dejando al fiscal obstruyendo la entrada. La pesquisa ya se está desplazando ahora al clima que vivió Nisman aquel fin de semana y las comunicaciones detectadas entre dos grupos. Por un lado, los ex integrantes de la SIDE Jaime Stiuso y Alberto Massino, con llamadas a un celular a nombre de una mujer, Silvia Tomalini, que a su vez hablaba con el Ministerio de Seguridad bonaerense, el Estado Mayor Conjunto y con un funcionario judicial de renombre. Esas comunicaciones se produjeron el día de la muerte de Nisman, y todo indica que se trata de un celular usado por alguien –no identificado– vinculado con la SIDE. En el segundo grupo aparece un sujeto, Héctor Goncalvez Pereira, que habló con uno de los custodios de Nisman, Luis Miño. Goncalvez Pereira se dedica a servicios de seguridad e investigación y el llamado se produjo en la madrugada del lunes, cuando ya se había encontrado el cuerpo de Nisman. La fiscal quiere investigar la hipótesis de suicidio inducido, para lo cual necesita encontrar algún tipo de amenaza en las llamadas y en los mails.
Durante esta semana se sumó al expediente el testimonio del prefecto Artemio Ramos, quien estaba destinado a la guardia externa de Le Parc el 18 de enero, día de la muerte de Nisman. Después de que se encontró el cuerpo, la custodia del fiscal le pidió que ingresara al departamento e hizo guardia en el pasillo que daba al baño hasta las dos de la mañana. Ramos reiteró que nadie entró al baño y, por lo tanto, nadie movió el cuerpo. Su testimonio coincide con el de la madre de Nisman, Sara Garfunkel, que durante todo ese tiempo se quedó sentada sobre la cama, lugar desde el que se veía la puerta del baño. Ella también dijo que nadie entró.
Existen cinco declaraciones coincidentes en que la puerta del baño no se podía abrir porque lo impedía la cabeza del fiscal. Así lo afirmaron el médico y la enfermera de Swiss Medical, la madre de Nisman, el custodio Armando Niz y el prefecto Ramos. Esto indica que la puerta estaba cerrada y casi no deja resquicio para la hipótesis del homicidio, ya que es imposible que alguien llevara al fiscal al baño, le disparara, saliera del baño y, desde afuera, sin dejar marcas de arrastre, empujara el cuerpo contra la puerta impidiendo que se abriera. Se trata de un elemento más en el cúmulo de evidencias de que el fiscal se quitó la vida, ya que:
En el baño no hay rastros de pisadas.
Cayeron algunas gotas de sangre en el inodoro, lo que demuestra que no había nadie detrás de Nisman en el momento del disparo.
El fiscal no tiene lesiones defensivas.
En el baño no había desorden que indicara resistencia.
Las salpicaduras de sangre son similares en las dos manos, lo que indica que tomó la pistola con ambas manos.
No hay una gota de sangre fuera del baño.
Está la evidencia de que pidió el arma prestada, no sólo a Diego Lagomarsino, sino también a otras dos personas.
El dictamen mayoritario de la junta médica fue que Nisman murió en la mañana del domingo y que no hay evidencias de homicidio; mientras que la junta criminalística sostuvo que no había ninguna otra persona en el baño en el momento del disparo.
Quienes trabajan para la ex esposa de Nisman, Sandra Arroyo Salgado, afirman que al fiscal lo mataron el sábado, cuando en el departamento estaba Lagormarsino. Los forenses dejaron en claro que Nisman murió el domingo, no el sábado. Además, carece de lógica que Lagomarsino participara del plan homicida y dejara en la escena un arma a su nombre. Tampoco tiene lógica que un sofisticado comando usara un arma vieja e insegura como la Bersa de Lagomarsino y, encima, habrá que explicar cómo el comando supo que el informático se la prestó.
Hay otra prueba relevante: Nisman abrió su computadora el domingo por la mañana, a las 7.30. El dato ya fue chequeado por Página/12 en su servidor por cuanto el fiscal se conectó desde su dirección IP para leer el diario a las 7.32. Fein quiere certificar todavía más ese ingreso a la computadora y está insistiendo para que Yahoo ratifique el horario en el que Nisman chequeó los mails, también antes de las ocho de la mañana. Con todos esos elementos y las pericias forense y criminalística, queda poco margen para la hipótesis del homicidio.
Fein ya está trabajando en la posibilidad de que Nisman haya sido presionado o inducido a quitarse la vida. Se trata de algo muy difícil de probar, al punto de que en Tribunales nadie recuerda ninguna condena por inducción al suicidio. Un elemento son los mails. Aquella mañana del 18, Nisman revisó sus mails en la cuenta [email protected]. En una reunión que mantuvo con autoridades de la empresa Yahoo, éstos le aseguraron que podrían recuperar el contenido de los correos que Nisman recibió y mandó esa mañana. La búsqueda se orienta a saber si alguien lo amenazó por esa vía. El FBI también se comprometió a colaborar y la esperanza de la fiscal es que le respondan rápidamente. La experiencia indica, en otras causas que se tramitaron en el país, que los norteamericanos demoran mucho en sus respuestas.
La otra vertiente en la que trabajará Fein durante octubre tiene que ver con la citación a todos los que se comunicaron por celular o vía Nextel aquel fin de semana y estaban relacionados con el fiscal. El primer grupo es el de los ex SIDE. Se sabe que Nisman buscaba a quien fue su coequiper durante tantos años, Jaime Stiuso. Está claro que éste no le contestó las llamadas ni lo quiso hacer: argumentó que tenía el celular en vibrador y que no lo escuchó, pero no explicó por qué no le devolvió el llamado. En cambio, Stiuso sí habló con Massino, otro de los jefes de la ex SIDE. Y lo hizo varias veces, cuando ambos no solían comunicarse los fines de semana. Es cierto que por aquellos días estaba de por medio la denuncia de Nisman contra la Presidenta y que el fiscal le había pedido a Massino que se comunicara con Stiuso. De todas maneras, ambos tendrán que explicar esas comunicaciones. Massino está en la Argentina, pero Stiuso por ahora no se mueve de su refugio en Estados Unidos.
Sin embargo, lo que más llama la atención de un trabajo hecho por Fraudes Bancarios de la Policía Federal es que hay una llamada de Massino a un Nextel a nombre de Silvia Tomalini. Fue el domingo, cuando Nisman ya estaba muerto, pero no se sabía: el cuerpo recién se encontró después de las 22. Nadie piensa que esa mujer haya usado el celular ese día, sino que otra persona fue quien tenía y usaba el aparato. Ese hombre –o mujer– también registra comunicaciones con el Ministerio de Seguridad bonaerense, con el Segundo Cuerpo de Ejército, el Ministerio de Justicia y, como queda claro, con ex jefes de la SIDE. Además, llaman la atención varias comunicaciones con una figura del Poder Judicial. Algunos de los protagonistas estaban entonces en la costa, más precisamente en Pinamar. Por último, está la comunicación entre el custodio Miño y Goncalvez Pereira. Fue cuando se encontró el cuerpo de Nisman, en la madrugada del lunes. Según se sabe, Miño y Goncalvez Pereira comparten algún tipo de tarea de seguridad. Parece muy difícil que los que hablaron por teléfono aquel día admitan que hubieran formulado algún tipo de amenaza, pero Fein quiere entender la trama existente detrás de las comunicaciones.
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