EL PAíS › EL EX TITULAR DE LA DAIA DECLARó EN EL JUICIO POR EL ENCUBRIMIENTO DEL ATENTADO A LA AMIA
Dijo que la culpa de que esté acusado de desviar la investigación del atentado es del kirchnerismo. También criticó a algunos de los querellantes y defendió al fiscal Alberto Nisman.
› Por Ailín Bullentini
Rubén Beraja se sentó en el estrado de la Sala AMIA de los tribunales de Comodoro Py y descalificó el juicio en el que está imputado de haber participado en el pago de 400 mil dólares a Carlos Telleldín para que inventara una versión que resolviera culpabilidades en el atentado a la sede de la mutual judía. “Este es un juicio sustituto de aquel verdadero que tiene que encontrar a los culpables del atentado”, criticó el ex dirigente de la DAIA a lo largo de su declaración indagatoria. “Un hecho grave, serio”, en el que atribuyó su presencia a un “armado” político “comandado” por el kirchnerismo. “Estoy aquí como consecuencia de un producto elaborado en un laboratorio gubernamental que quería ubicar al titular de la DAIA ante la Justicia para frenar la demanda permanente de las instituciones comunitarias de justicia y por la reacción que con dignidad tuvieron con relación al Memorándum” de Entendimiento con Irán. Rechazó la imputación que afronta por considerar que “carece de elementos serios” que la respalden. Las pruebas “no son más que articulaciones de mala fe”, sostuvo en su defensa e hizo una exposición en la que se explayó con detalle sobre terrorismo internacional, política de Medio Oriente, seguridad nacional, el atentado a la Embajada de Israel y el trabajo del fiscal Alberto Nisman, a quien defendió.
El rechazo de los cargos que se le endilgan –participación secundaria en el delito de peculado– fue la punta de lanza de la declaración indagatoria de Beraja, que se llevó la novena audiencia del juicio que analiza las responsabilidades de él, el ex presidente Carlos Menem, los ex funcionarios judiciales que estuvieron a cargo de la primera década de investigación judicial sobre el atentado ocurrido hace más de dos y otro puñado de personas en el encubrimiento de ese ataque.
Beraja subió al estrado munido de dos biblioratos y algunos papeles sueltos, que consultó pocas veces durante las poco más de cuatro horas que habló ante el Tribunal Oral Federal número 2.
El ex directivo de la DAIA aseguró que su actuación en la investigación del atentado a la AMIA estuvo “ajustada a derecho en función de obtener verdad y justicia no solo para el ataque a la AMIA sino también al de la Embajada de Israel”. Reconstruyó de manera veloz y amable la historia de la DAIA, advirtió que “si la DAIA se hubiera enterado de que uno de sus dirigentes desviara su atención hacia acciones ajenas a lo legal, ese dirigente no hubiera durado en su cargo”, y remarcó que, al momento de constituirse las organizaciones comunitarias judías como querellantes en el expediente, su rol fue el de “estar presente en los espacios en los que se podrían llegar a tomar decisiones allegadas a la causa”. Más tarde, desde el “honor”, retomaría la descripción de la institución que representó: “Hoy vengo a este juicio con la serenidad de la convicción de que no tengo nada que ocultar. Descubrí que tengo necesidad de expresar en un espacio público lo que vivimos. Tuvimos la mejor intención y no claudicamos frente al poder. Fuimos intransigentes en la convicción de que estábamos ante un mandato moral irrenunciable”, apuntó.
La defensa que realizó de sí mismo el ex titular de la DAIA fue, sobre todo, política. Es que, según su entendimiento, las razones que lo ubican entre los acusados son de ese tenor. “Estamos hundiéndonos en un fracaso institucional. El fracaso de la causa AMIA es el fracaso de las instituciones de la República”. Desde allí tejió su estrategia, cuyo eje fue utilización política que, advirtió, los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández realizaron de la investigación sobre la explosión en Pasteur al 600. “Me asusto por la República porque no podemos permitirnos como argentinos soportar que se utilice la causa del atentado como prenda política”, denunció al comienzo de la segunda mitad de su exposición que tuvo solo un cuarto intermedio de no más de 20 minutos y fue suspendida a las 14 por el presidente del TOF, Jorge Gorini, hasta la próxima semana. Luego, criticó directamente al ex mandatario y a la actual presidenta, a quienes ligó a su acusación: “Me acusó el doctor Kirchner durante un acto en 2004, ante un medio amarillista de la comunidad que, cuando lo consultó por falta de resoluciones, respondió ‘quéjense a Beraja que tuvo un contubernio con Menem’. Es inusual que un presidente de la República acuse con total libertad, desparpajo, a alguien”. En cuanto a la acusación que afronta, se la agarró con “los acusadores” que lo “incluyeron” en el expediente, quienes “en el afán de hacerme entrar por alguna ventana, han recurrido a una derivación de la figura de peculado, complicidad psíquica, casi ridícula, forzadamente construida, sin elementos serios”. No identificó a cuáles de las partes acusadoras –son seis en el juicio– dirigió sus críticas, aunque salvaguardó a Memoria Activa, con la que aclaró tener “cosas en común”. En ese tren, consideró que la declaración de Claudio Lifschitz –secretario de Galeano durante sus días de juez federal–, el testimonio que más lo complica, debía ser anulada porque era falsa.
Beraja abrió más de un frente de críticas hacia el gobierno nacional. Además de acusarlo de involucrarlo políticamente en la causa en debate, criticó la elaboración del Acuerdo de Entendimiento con Irán de cara a intentar obtener declaraciones de los ciudadanos de ese país vinculados en el expediente. Al memorándum lo consideró, también, “la última” de “una serie de detonaciones que hicieron volar por los aires lo actuado en la causa AMIA” y en la que ubicó el fallo del TOF 3 que anuló la primera etapa de la investigación y la muerte de Nisman, de quien dijo “era parte de la causa y murió por ella”. El fallo del TOF 3 que mencionó Beraja como parte de la confabulación en su contra es el que se señaló que la investigación por el atentado fue un armado al servicio de intereses inescrupulosos, fue el que dio pie para que se iniciara la causa por encubrimiento, en la que está acusado el ex titular de la DAIA.
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