EL PAíS › OPINION
› Por Paula Español *
En vísperas del ballottage, ha tomado gran protagonismo el debate entre los dos proyectos económicos antagónicos que proponen las fuerzas políticas que llegaron a dicha instancia. En este marco, sin dudas, la definición sobre administrar o no el comercio aparece como uno de los ejes principales de la discusión. Los economistas de la Alianza Cambiemos vienen pregonando por un escenario donde una maxidevaluación es inevitable y la apertura de las importaciones es necesaria para contener los precios.
En la vereda opuesta estamos quienes consideramos necesaria una administración del comercio que priorice la industria y el trabajo nacional por sobre las importaciones y, de ser necesario, en situaciones de escasez de divisas, utilice dichos recursos escasos para fines productivos –insumos y maquinarias–.
Actualmente, se viene trabajando bajo un esquema de sustitución selectiva de importaciones con una estrategia que ha apuntado a maximizar el uso de la capacidad instalada, a recomponer los encadenamientos productivos y a diversificar la estructura productiva. Esto permite generar empleo de calidad y fortalecer sectores con mayor valor agregado que muestren una mejor inserción en los mercados de exportación.
Por un lado, se han cuidado aquellos sectores sensibles a las importaciones, cuyas empresas representan en numerosas ocasiones la principal fuente de empleo local en diversos puntos del país. En Misiones y La Rioja los dos principales empleadores privados provinciales pertenecen al rubro del calzado; en provincias como Santiago del Estero, Corrientes, Chaco, Catamarca o Tucumán, el sector textil representa gran parte del empleo federal –con salarios mínimos hasta diez veces más altos que sus competidores de Asia–; en San Luis y Córdoba, las dos plantas dedicadas a la producción de línea blanca (lavarropas, por ejemplo) reúnen más de 3000 empleados y son las principales empleadoras de sus ciudades, al igual que las dos plantas de producción de cosechadoras y tractores en Córdoba y Santa Fe, que emplean a más de 2000 trabajadores. En este marco, la apertura del comercio exterior que proponen algunos economistas del equipo de Mauricio Macri pondría en riesgo la subsistencia de sectores muy sensibles a las importaciones, que emplean más de 900.000 trabajadores industriales.
Además del cuidado de los sectores intensivos en mano de obra, se está trabajando con aquellas ramas donde se verifica no sólo la existencia de producción nacional o generación de empleo, sino también la presencia de ciertos indicadores positivos de competitividad. Se han desarrollado, entre otros, encadenamientos productivos entre el complejo agrario y la industria, en sectores como la maquinaria agrícola y los agroquímicos. En el primero, la participación de cosechadoras y tractores nacionales se duplicó entre 2011 y 2015, lo cual permitió reducir el déficit comercial del sector en un 40 por ciento. En el caso de los agroquímicos, las políticas aplicadas permitieron reducir US$ 200 millones el déficit comercial en un mercado en expansión, lo cual impulsó inversiones por más de $ 1500 millones de empresas tanto locales como multinacionales para los próximos cuatro años.
La implementación de estas políticas en búsqueda de la diversificación de la estructura productiva ha permitido el fortalecimiento de muchas empresas nacionales (en los sectores mencionados); pero también ha mejorado la inserción de numerosas empresas multinacionales, las cuales realizan cada vez más inversiones productivas, sustituyen importaciones, desarrollan proveedores locales, mejorando así la balanza comercial y posicionándose muchas de ellas como plataformas exportadoras. Se han observado en los últimos años importantes inversiones en este sentido para diversos sectores productivos como química de consumo (limpieza y cuidado personal, como es el caso de cuidado capilar y coloración), alimentos, agroquímicos, automotriz (en particular, para el segmento de utilitarios) e, incluso, textil e indumentaria.
Estamos en un momento de definiciones claves para el futuro de la nación. Uno de los ejes de debate entre los dos modelos de país hoy en pugna es el rol que se le otorga al Estado, en particular, en la economía. Algunos pretenden que sea el mercado el gran regulador de la dinámica económica, otros sostenemos que este papel le compete al Estado. Así, en estos párrafos buscamos sintetizar como el Estado, a través de su política comercial, puede incentivar inversiones, proteger el empleo y promover una mejor inserción en el mercado internacional. Esta es la política económica que viene implementando el gobierno nacional desde el 2003, y es esta fuerza política la única que plantea seguir profundizando este rumbo hacia el desarrollo de la Argentina.
* Subsecretaria de Comercio Exterior.
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