EL PAíS › MANIFESTACION FRENTE AL SAN MARTIN
› Por Karina Micheletto
Era una convocatoria frente a las puertas del Teatro San Martín, como lugar simbólico del vaciamiento de los entes de cultura durante la actual gestión de gobierno porteño. Allí actores, directores, músicos, escritores, cineastas, libreros, productores de cine y televisión, bailarines, artistas visuales, titiriteros, periodistas y hasta una comparsa boliviana se convocaron para manifestar públicamente “por qué con Scioli la cultura es un derecho”. Y así comenzó, como una nutrida reunión expositiva en la que el micrófono iba pasando de mano en mano, compartiendo argumentos. Pero pronto surgió el llamado de la urgencia de los tiempos: “Compañeros, nosotros ya estamos convencidos, ¡vayamos a convencer a otros!”. Y así, la manifestación artística y cultural terminó copando la esquina de Corrientes y Paraná para mostrar uno de los aspectos novedosos y profundos de esta recta final electoral: el del surgimiento de manifestaciones autoconvocadas desde diversos sectores, que ocupan la escena pública para manifestar su apoyo al candidato del Frente para la Victoria, y la necesidad de “salir a buscar votos” para ampliar ese apoyo.
Lo que ocurrió en la tardecita de ayer en esta neurálgica esquina porteña fue una postal extraña y colorida, alegre y bullanguera, que avanzaba sobre los peatones y los automovilistas, modificando la calle pero sin cortar el tránsito. Y así en cada corte de semáforo, podía ocurrir que un títere de varilla –desnudo y con un cartel al cuello que decía “en los 90 me dejaron en bolas”– se asomara a la ventanilla de un colectivero, que se entablaran jugosas conversaciones –a favor y en contra, según argumentara el transeúnte–, o que un desprevenido conductor recibiera un volante que explicaba “por qué con Scioli la cultura es un derecho” de manos de Leonardo Sbaraglia o Víctor Laplace, o más bailado, abordados por Eduardo Santoro, entre una pequeña multitud que aparecía, con cánticos, banderas y carteles, en cada corte de semáforo.
Actores y actrices como María Onetto, Arturo Bonín, Patricio Contreras, Raúl Rizzo, Jean-Pierre Noer, Osvaldo Santoro, Eduardo Santoro, Mario Pasik, Luis Ziembrowski, Luisa Kuliok, Alejandra Darín, Cecilia Rossetto, Mónica Lerner, Edgardo Nieva, Chang Sung Kim; músicos como Peteco Carabajal, Dolores Solá, Mavi Díaz, Laura Ros; directores como Claudio Tolcachir, Rosa Celentano, Javier Margulis, Paula De Luque; periodistas como Nora Lafón; intelectuales como Eduardo Jozami o Noé Jitrik, compañías de títeres como Payasíteres y El Viaje de los Títeres, de Quilmes, y la comparsa boliviana Tinkus Masis, de Laferrere, con sus coloridos trajes y grandes banderas wiphala, entre una numerosa cantidad de adherentes, fueron los protagonistas de la intervención urbana.
“En estas últimas semanas apareció un fenómeno muy hermoso y espontáneo, que no expresa sólo una lucha por que gane Scioli: es una lucha por un modelo y por un proyecto en el cual nos sentimos representados. Estamos todos haciendo lo que podemos, desde nuestro lugar, para decir que no queremos volver atrás. Y por eso estoy acá. Que hay mucho por mejorar, seguro. Pero es desde esta base que podemos aspirar a más. El cambio que necesitamos es desde acá; el cambio que propone Macri es la vuelta al pasado”, expresó a Página/12 Sbaraglia. A su lado, María Onetto volanteaba con decisión: “Hoy es necesaria una participación más activa, porque siento que la definición es voto a voto”.
Un alegre grupo de señoras abordaba a los automovilistas con alegría militante y contagioso entusiasmo. Elizabeth, escritora, Julieta Vázquez, comerciante, y Graciela Betri, psicoanalista, confiaban sus métodos para el voto a voto: “No hay lugar donde no se pueda militar. En los baños de los cines, en el colectivo, hacemos como que charlamos entre nosotras para sacar conversación al que está al lado. ¡Y si estamos solas, hacemos que hablamos por celular!”, se ríen, y muestran las narices de payaso autoadhesivas que llevan en sus carteras, listas para pegar sobre los carteles con la cara de Macri.
Frente a la manifestación, el resultado es un amplio abanico de reacciones, desde algunos que rompen el volante hasta las celebradas muestras de adhesión. “¡Los amo! ¡Gracias!”, alcanza a gritar una señora desde la ventanilla de su auto. Cada “aguante” de taxistas con bocinazos y dedos en V es celebrado. Desde un balcón, unas señoras se suman con una bandera argentina y reciben vivas de la multitud. Un turista brasileño se acerca: “¿Y vos crees que tiene alguna chance?”, pregunta en portuñol, en alusión al candidato. “No sabemos.” El turista con inquietudes insiste, pregunta qué es todo esto. “Tomalo como un rezo, si querés. Pero, como no nos gusta rezar, vinimos acá a conseguir votos.”
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