EL PAíS › EL FENOMENO DE RESISTIENDO CON AGUANTE, EL GRUPO DE FACEBOOK CON MEDIO MILLON DE K
Empezó como parte de la movilización para ganar el ballottage y continúa para “fiscalizar” al nuevo gobierno. De hecho, creció al medio millón de miembros. Y fue creado en San Martín de los Andes por una moza de 38 años.
La noche del domingo 25 de octubre Cynthia Ayan escuchó los primeros resultados de las elecciones generales en la radio. En su casa de San Martín de los Andes, en la que vive con su único hijo varón, no hay televisión. Tampoco, hasta esa noche, se abusaba de Internet ni de las redes sociales. Así decidió criar a su hijo más cerca de la naturaleza del sur que de los aparatos electrónicos y los reality shows. Apagó la radio. Durmió algo, o lo intentó. El lunes 26, se levantó con la inquietud de “hacer algo” y creó el grupo de Facebook Resistiendo con Aguante, que cambió su rutina y al que le dedica “varias horas por día” junto a otros treinta voluntarios, que se encargan de moderar los millones de mensajes que producen quinientos mil usuarios a cada minuto. Lo que empezó como un impulso compartido con su suegra, su hermano y “algunos pocos amigos del palo”, fue durante la campaña de la segunda vuelta el epicentro virtual de los “empoderados que salieron a defender sus derechos”, como los definió la presidenta. Y que ahora, con el cambio de gobierno, se propone “fiscalizar los derechos conquistados, informando sobre lo que otros no quieren que sepamos”, explicó.
“Tenía el corazón roto”, contó Cynthia a Página/12 sobre cómo vivió la noche en que se supo que habría ballottage y que la diferencia entre el FpV y Cambiemos era de tres puntos. “Así que me propuse armar un grupo, secreto, donde compartir estrategias para convencer votantes independientes, que habían votado por Sergio Massa o por el FIT”, relata la creadora de Resistiendo. “Lo que empezó como uno de esos grupos que uno arma para cinco amigos, se transformó en un monstruo que me conmueve, por eso ahora siento que tengo una responsabilidad que no esperaba”, relata.
Cynthia tiene 38 años y desde hace siete trabaja de moza en restaurantes y emprendimientos turísticos de su ciudad. Su último trabajo fue de pastelera. “Ahora me dicen ahí va la pastelerita K, que recibe plata del gobierno”, se ríe sobre la fama local que adquirió por haber cumplido el sueño de cualquier community manager sin siquiera habérselo propuesto. “Vengo de familia radical, apenas participé de alguna marcha. Si me vieran, se darían cuenta que no puedo asustar a nadie”, responde ante las repercusiones que tuvo el grupo en los medios opositores, que lo tildaron de “destituyente”. “Ni ellos se lo creen en realidad –contesta–. Saben que Resistiendo es un grupo espontáneo, creado porque sí, por ideales, por convicciones, no es ingenuo lo que dicen”. “Me considero kirchnerista, hoy. No me banco el neoliberalismo, punto”, subraya.
“Les robo su atención, un minuto. Soy docente de una escuela de Lanús y estoy muy preocupada por las elecciones del domingo que viene. Como docente cobré en Patacones, viví la carpa blanca, el ayuno en las escuelas. ¡Nos fundimos vecinos, nos fundimos en esa época! No nos permitamos volver al pasado. A los más grandes les pido que voten con memoria, y a los mas chicos que, si no saben, pregunten”. El discurso lo pronuncia la maestra a los pasajeros de un tren, semanas antes del ballottage, y fue filmado con un celular. El video se compartió en el grupo y se viralizó durante semanas. Mensajes similares poblaron el grupo, que fue creciendo a medida que los usuarios encontraban un espacio para darse ánimo y compartir experiencias en la disputa de votos, tarea militante en la que muchos se descubrieron sobre el final de la campaña. “Me conmueve haber visto cómo chicos de 17 años se subieron a un bondi para hablar de política con la gente, o agarraron una guitarra, cantaron, hicieron performances...”, se enorgullece Ayan.
También hubo espacio para contar anécdotas de discusiones familiares, compartir la “carta abierta de un vecino” o anunciar las buena noticia de haber “convencido a un macrista”. “Hubo gente que puso carteles en la puerta de la casa invitando a tomar un café a los vecinos para explicarle por qué había que votar a Scioli. O el caso de una señora mayor que pidió que la lleven a votar porque en su familia eran todos gorilas”, describe.
Tras el resultado del 22 de noviembre, los objetivos cambiaron. Hasta ese día, Resistiendo con Aguante contaba con 365 mil “autoconvocados” con el triunfo del FpV como horizonte. El número siguió aumentando, hasta llegar al medio millón de “empoderados” en resistencia. “Ahora fiscalizaremos. Puede sonar soberbio, pero seremos fiscales de la patria”, se explica su creadora. “Como ciudadanos tenemos derecho a estar informados y vamos a organizarnos para defender nuestros derechos”, agregó.
Desde el triunfo del PRO, en el grupo abundan noticias sobre la composición del próximo gabinete y las primeros movimientos del nuevo gobierno antes de asumir. Se puede leer, por ejemplo, un “manual para privatizar un servicio público” con la firma del jefe del PRO o la imagen de un crucero estaqueado en tierra con la leyenda “pasajes en crucero a Santiago del Estero. Agencia de viajes Cambiemos”.
Un momento fue el mensaje que envió la Presidenta a través del secretario general de la Presidencia Wado de Pedro (el único funcionario que forma parte del grupo). “A mis queridos empoderados, con todo mi respeto y reconocimiento por el aguante”, firmó Cristina en un cartel dedicado al grupo. “Nos juntamos entre varios que por primera vez nos veíamos la cara y fuimos a saludarla”, cuenta Ayan, que viajó setenta kilómetros hasta la capital de Río Negro para conocer a la presidenta, que inauguraba la planta de Enriquecimiento de Uranio de Pilcaniyeu. “Ahí están las chicas de Resistiendo”, las presentó Wado de Pedro. Cuando se produjo el abrazo, “me temblaba la mano: me dio ella las gracias a mí, imaginate”.
La popularidad de Resistiendo hizo que más de uno tomara nota del fenómeno. Hubo fiestas con entradas a 60 pesos, remeras con logos improvisados, portales de Internet y hasta un programa de radio con el mismo nombre. Algo que a Cynthia aún la sorprende. “En medio de todo esto, todavía estoy esperando que me confirmen un laburo”, se ríe.
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