Jue 04.12.2003

EL PAíS

La muerte de Ochoa sigue alimentando sospechas

Antes del entierro del concejal Ochoa, una multitud marchó en San Luis en reclamo del esclarecimiento de su muerte.

El entierro del presidente del Concejo Deliberante de San Luis, Osvaldo Ochoa, no consiguió borrar la impresión que muchos tienen en esa provincia de que su muerte no fue accidental como se empeña en asegurar el poder local. De hecho, aunque el mismo gobernador Alberto Rodríguez Saá y varios de sus funcionarios insistieron en que el concejal murió como consecuencia de un accidente con su camioneta, cerca de cinco mil personas marcharon ayer frente a la Casa de Gobierno provincial para reclamar el esclarecimiento del hecho y el hermano de Ochoa reveló que “recibía permanentemente amenazas anónimas”. Andrea Cardigoni, la mujer que viajaba con Ochoa al momento de su muerte, dijo no poder dar precisiones de lo ocurrido, pero afirmó no haber escuchado ningún disparo.
Ochoa fue enterrado en el cementerio privado Los Alamos de la capital de San Luis. El presidente del Concejo Deliberante fue velado en el recinto de ese cuerpo.
Mucho mayor fue, sin embargo, la movilización que a media mañana –horas antes del entierro de Ochoa– unió la sede de la municipalidad puntana y la Casa de Gobierno provincial. La marcha fue convocada en reclamo del esclarecimiento de la muerte de Ochoa y reunió a unas cinco mil personas.
La manifestación fue tensa –hubo algunos forcejeos para derribar las vallas que protegían la sede del Ejecutivo–, pero terminó sin incidentes y marcó la diferencia entre la línea política del municipio que aglutina a peronistas disidentes, radicales y frentistas y la del gobierno de Rodríguez Saá.
Ochoa fue encontrado muerto en la madrugada del martes al borde de la ruta 146, a unos 150 kilómetros de la capital provincial. El oficialismo puntano salió presuroso a aclarar que había sufrido un accidente y a negar que hubiera sido baleado antes de perder el control de su camioneta, aunque las circunstancias de su muerte no son del todo claras y dieron lugar a numerosas conjeturas. Las sospechas están fundadas, además, en que Ochoa fue quien le tomó juramento como intendente de la capital provincial a Daniel Pérsico, en abierto desafío al poder de los hermanos Rodríguez Saá. Tanto Alberto como el ahora diputado Adolfo desconocieron la elección en las que se impuso Pérsico y avalan para ese cargo a María Angélica Torrontegui, quien fue elegida en unos comicios paralelos y asumirá el 10 de diciembre.
“Ochoa era el hombre clave en este momento por la toma de juramento de los concejales que todavía no asumieron. De los trece concejales, siete estaban defendiendo la situación de la municipalidad y seis del otro lado, por lo que falleciendo Ochoa queda un empate técnico, lo cual les permite a ellos cambiar la situación”, explicó Pérsico, alimentando las sospechas.
Omar Ochoa, hermano del presidente del Concejo Deliberante, también planteó dudas sobre la verdadera causa de su muerte. “Claro no hay nada”, sostuvo Omar Ochoa y calificó al de su hermano como “un accidente en nebulosa”. “Aparentemente esto está muy bien manejado”, agregó acerca del modo en que el poder provincial presentó el caso y afirmó que “mi hermano fue la piedra que nunca pudieron sortear los hermanos Rodríguez Saá”.
Cardigoni podría aportar al esclarecimiento de la muerte de Ochoa, pero hasta ahora no lo hizo. “Ella me contó que no puede precisar cómo fue el accidente”, declaró su abogado, Eduardo Agúndez. El letrado añadió que la mujer “tampoco escuchó ningún balazo ni recuerda que se haya cruzado un animal por delante”.

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