Vie 05.12.2003

EL PAíS

“Los Cascos Blancos tienen que ser una herramienta de ayuda social”

El titular de los Cascos Blancos, Gabriel Fuks, apuesta a superar el estigma de las veleidades de Menem para conseguir el Nobel de la Paz.

En 1993 al entonces presidente Carlos Menem se le ocurrió competir por el Premio Nobel de la Paz. En ese intento creó una comisión de lucha contra el hambre y la pobreza que obtuvo rápidamente el aval de Naciones Unidas. Los Cascos Blancos –así la llamó– prácticamente dejaron de funcionar después de la salida del riojano del gobierno y recién hace seis meses, con la llegada de Néstor Kirchner, se volvieron a activar. Su actual titular, Gabriel Fuks, habló con Página/12 en ocasión del Día Internacional de los Voluntarios y explicó las nuevas prioridades del organismo. “No debe ser una ONG de voluntarios que sonríen en televisión. Es una herramienta de cooperación humanitaria internacional”, aseguró.
–¿Qué diferencia existe entre los Cascos de los ‘90 y los actuales?
–El organismo nace en un momento en el que comienzan a verse las consecuencias negativas de la globalización. En ese contexto y con el dólar uno a uno se crea en el país una comisión de lucha contra el hambre y la pobreza con mucho dinero y con la idea del Premio Nobel de la Paz para Menem. No obstante, desarrolla una acción importante en todo el mundo con convenios de ayuda humanitaria. Pero mi balance es que, en realidad, sólo trabajó un grupo muy chico y altamente calificado que no promovió acciones reales de voluntariado sino que priorizó una demostración de gran aparato. Intervenir en emergencias le permitió mostrar el despliegue que buscaban. Además estaba muy ligada al Ejército y a la Fuerza Aérea.
–Quieren borrar esa imagen...
–Sí. Lo fundamental será el tema regional, marcando un cambio copernicano con respecto a lo que era su actividad en los ‘90. Yo considero que la Argentina para recibir tiene que dar. Es un ida y vuelta. Sabemos cuál es la visión que tiene el resto de Latinoamérica sobre las intervenciones que suele tener nuestro país. Por eso hay que plantearse dar en serio y participar de procesos de integración regional. Eso es lo que haremos, incluso con la crisis actual, por supuesto que a escala y sin que condicione nada del propio país. Además, podemos realizar acciones que a su vez repercutan en políticas de defensa nacional, como la lucha contra la aftosa en el norte del país. Otra de las iniciativas es la incorporación de nuevos actores a la base de voluntarios. Convocamos a grupos jóvenes que tuvieron participación a partir de la crisis del 2001, ya que aunque no están profesionalizados han adquirido competencias para resolver temas específicos. Queremos articular nuevos líderes, pero siempre pensando en políticas de integración de este sector con el Estado.
–Hay quienes señalan que los Cascos Blancos se dedicaron a luchar contra el hambre en el exterior mientras aquí la pobreza seguía creciendo.
–Esa es una crítica justa sólo a medias. Si se sostiene que es incorrecto que la Argentina tenga herramientas de cooperación humanitaria, me parece injusta. El problema es que esa cooperación no estuvo a la escala de lo que la Argentina podía dar ni priorizó ningún mecanismo de integración regional. Tan es así, que una de las cosas que tenía que hacer Cascos Blancos era sembrar en cada lugar donde fuera cuerpos de voluntarios que pudieran seguir interactuando y nunca lo hizo.
–¿Cuánto le cuesta al país mantener la comisión?
–En su momento al país le ha costado mucho, pero hoy no le cuesta nada o muy poco. Si desarrollamos actividades como la vacunación antiaftosa en el norte no sólo no le cuesta sino que redunda en un beneficio económico enorme. De todas maneras, la comisión trabaja con una planta de presupuesto nacional que es muy baja, poco más de un millón de pesos anual, y con aportes de organismos internacionales como el BID.
–¿Reciben donaciones de empresas privadas del país?
–Estamos autorizados para hacerlo pero hay cierto recelo. Nosotros tenemos puesta, mucho más, la camiseta de lo público. No es negativa la posibilidad de recibir aportes, pero para llegar a eso deberíamos tener un mecanismo mucho más aceitado. Todavía no es el momento para recibir aportes privados, lo importante ahora es revivir este organismo y no entrar en cuestiones que han sembrado la confusión en la sociedad.
Reportaje: Martina Noailles.

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