EL PAíS › A UN AÑO DE LA MUERTE DEL FISCAL NISMAN
El aparato político, judicial y mediático del macrismo trata de dirigir la investigación contra la ex presidenta Cristina Fernández. Qué dicen los peritos y cuáles son las pruebas que constan en el expediente.
› Por Raúl Kollmann
A un año de la muerte de Alberto Nisman, el gobierno de Mauricio Macri y el aparato judicial y mediático que opera el macrismo y sus aliados buscan orientar todas las causas judiciales contra el kirchnerismo, con el objetivo de adjudicarle responsabilidad en la muerte al anterior gobierno, incluyendo a la propia Cristina Fernández de Kirchner. En el expediente por el fallecimiento del fiscal, la familia Nisman –alineada con el macrismo– trata de que la causa termine en el fuero federal argumentando que se trató de un homicidio, pese a que las pruebas judiciales indican que el fiscal se quitó la vida. La ofensiva para apuntar contra el kirchnerismo utilizando la causa AMIA o la muerte de Nisman abarca otros rubros. En los últimos días se menciona que la desclasificación de información de la ex SIDE o la Cancillería sumará elementos para acusar a Cristina y a su ex canciller, acusándolos de traición a la patria y, de paso, fundamentar que hubo una operación para silenciar definitivamente al fiscal fallecido. Las evidencias, en cambio indican todo lo contrario: no sólo la criminalística y la medicina forense se pronunciaron en forma categórica, sentando las bases de que hubo un suicidio, sino que Nisman vivía un fin de semana dramático. Su denuncia contra Cristina y Héctor Timerman fue defenestrada por varios jueces, por los juristas más importantes del país y por Interpol; llamó cuatro veces a su espía amigo, Jaime Stiuso, para que le ayudara y nunca obtuvo respuesta; tenía que concurrir al Congreso a defender un texto a medio hacer, con el bloque del Frente para la Victoria y los medios de comunicación presentes; y, además, vivía varios conflictos personales. No parece casual que antes de morir haya leído un texto sobre el regreso de la muerte.
La ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, siempre jugó en sociedad con el macrismo. Fue sorprendente su aparición junto a Mauricio Macri en el debate con Daniel Scioli en la Facultad de Derecho. Se trató de una clarísima utilización electoral del caso. Hoy el Presidente recibe a las hijas del fiscal fallecido, Kala y Iara, mientras en la justicia ordinaria se siente la presión para que la causa pase a la justicia federal. Los abogados de Arroyo Salgado –Juan Pablo Vigliero, Manuel Romero Victorica y Federico Casal– argumentan que se trata del asesinato de un funcionario, algo que no está probado para nada en el expediente. Lo propio ocurre con el letrado que defiende a la madre y la hermana de Nisman, Pablo Lanusse.
La esperanza del aparato político del macrismo es seguir usando la causa de la muerte de Nisman para instalar que al fiscal lo mataron porque denunció a la ex presidenta y al ex canciller, es decir que hubo alguna responsabilidad de ellos en su muerte.
La jueza que hoy reasumió la instrucción, Fabiana Palmaghini, tiene un planteo para que se declare incompetente y transfiera la causa a la Justicia Federal. Por ahora lo dejó en suspenso y se dice que responderá en febrero. Hay dos versiones circulando:
- La primera indica que está buscando algún elemento que sustente una hipótesis de homicidio y que la enviaría a la justicia federal. Tal vez se use para ello algo de la desclasificación de información de la ex SIDE. O se base en el sorpresivo testimonio de una secretaria de Nisman, Soledad Castro, que cambió muchos aspectos de su primera declaración tras un acercamiento notorio a Arroyo Salgado.
- La segunda versión es que Palmaghini se mantendría firme en que no hay ningún elemento para mandar el caso a la Justicia Federal. En ese caso habrá una apelación de los abogados y habrá que ver qué resuelve la Cámara del Crimen. Quienes conocen a Palmaghini afirman que esta segunda versión es la más firme.
Hasta el día de hoy y durante toda la instrucción que llevaron adelante la fiscal Viviana Fein y su secretario Bernardo Chirichela no apareció ni un solo elemento sólido que sostenga la idea de que a Nisman lo mataron.
La enumeración es larguísima:
- “No hubo una segunda persona en el baño en el momento del disparo”, dictaminaron cinco de los seis criminalistas. Una evidencia muy nítida es que había sangre en el inodoro y cerca del inodoro, lo que prueba que nadie interfería en el recorrido de esa sangre, de lo contrario hubiera pegado en el supuesto homicida.
- El disparo se produjo a menos de un centímetro, en una zona no habitual en los suicidios, pero se registran numerosos casos similares. No hay vestigios de ninguna pelea ni de ninguna resistencia, algo impensado para un hombre al que supuestamente están a punto de ejecutar. La madre de Nisman contó el viernes, en una entrevista con la Agencia Judía de Noticias, que “estaba todo en orden, igual que yo lo vi cuando lo fui a visitar dos días antes. No había nada cambiado de lugar”.
- No hay lesiones de defensa en el cuerpo de Nisman. Tiene dos golpes. Uno en la cabeza, que 15 forenses dictaminaron fue producto de la caída, y un golpe en una pierna que esos mismos forenses sostuvieron que era de antigua data.
- Cuando la madre de Nisman, Sara Garfunkel, encontró el cuerpo, la puerta del baño estaba cerrada y con la cabeza del fiscal impidiendo la apertura. Es una operación casi imposible de hacer: significa que el supuesto homicida mató dentro del baño, luego salió, y desde afuera acomodó el cuerpo contra la puerta, pero dejando la puerta cerrada. No se pudo hacer ni existe una razón para que un supuesto homicida lo haga. Hay un indicio muy nítido sobre este aspecto. En la puerta del baño hay un pincelado de sangre que se corresponde al pelo de Nisman. Esto demuestra que la caída contra la puerta fue ni bien el fiscal murió, porque se trató de sangre fresca, no de sangre seca.
- En el baño no hay indicios de pisadas de ningún tipo, pese a que la muerte del fiscal dejó mucha sangre en el piso. Tampoco fuera del baño hay ni una gota ni una mancha de sangre. Es evidencia de que no hubo nadie en ese baño y no salió nadie de él. No hay huellas ni ADN de ninguna persona extraña. Hay un par de huellas, que no se pudieron identificar, en un pasadizo del aire acondicionado. Todo indica que pertenecen a personal de mantenimiento que trabajó allí poco tiempo antes. A ese pasadizo se accede sólo desde el departamento vecino donde vivía un ejecutivo japonés de la empresa NEC.
- La madre de Nisman reiteró el viernes que ella estuvo sentada frente a la puerta del baño desde que encontró el cuerpo de su hijo hasta que llegó la fiscal Fein y que nadie ingresó al baño. Esto indica que la escena no fue alterada. Todo lo posterior a la llegada de Fein aquella noche, a Le Parc, está filmado. Esto da por tierra con las versiones de que el cuerpo se movió después que llegó el primer médico, el de Swiss Medical.
- Más allá del show que se hizo con los procedimientos de los técnicos de la Policía Federal, el propio criminalista de Arroyo Salgado, Daniel Salcedo, dictaminó que “no se afectaron los patrones” dentro del baño.
- La madre de Nisman, Sara Garfunkel, sostiene que el arma no puede haber quedado bajo el hombro izquierdo de Nisman. Los criminalistas que estudiaron el caso sostienen en cambio que eso fue perfectamente posible, porque es evidente que la pistola cayó hacia atrás y al mismo tiempo es imposible saber exactamente si la caída de Nisman fue por escalas o libre. Hay también una cuestión de sentido común: si se quiso simular un suicidio, nada era mejor que dejar el arma al lado de la mano o en su mano.
Arroyo Salgado insiste en que una evidencia de homicidio es que no hay rastros de fulminante en las manos de Nisman y que eso demostraría que él no disparó.
- Efectivamente el barrido electrónico de la muestra de las manos de Nisman dio parcialmente negativo. Parcialmente porque se encontraron elementos de bario, plomo y antimonio, pero no en las proporciones características.
- Aun así, el sofisticado centro que hizo el estudio, el Cuerpo de Investigaciones Fiscales (CIF) de Salta, dictaminó que el resultado no significa que Nisman no haya disparado. Varias cosas podrían haber afectado la muestra: las manos estaban ensangrentadas, pasó mucho tiempo entre la muerte y la toma de la muestra (no menos de 12 horas), el ambiente del baño pudo haber borrado los rastros e incluso puede ser que se haya tomado mal la muestra. Es decir que el propio laboratorio que hizo el estudio señaló que no se descarta que Nisman haya disparado.
- En las dos manos del fiscal había sangre porque, según los criminalistas, tomó el arma con ambas manos y el disparo tan cercano a la cabeza produce una especie de salpicadura de sangre hacia atrás que se llama backspatter.
Durante la instrucción también se verificaron las cámaras de seguridad. En el edificio de Le Parc hay puntos ciegos, es decir lugares no cubiertos por las cámaras, pero no hay evidencias de que haya entrado nadie extraño al edificio ni que hubiera un inquilino que después de la muerte del fiscal se haya mudado.
El propio ingreso al departamento es más que improbable. La puerta principal tenía la traba puesta del lado de adentro, es decir que nadie pudo salir por allí. Y en la puerta de servicio, la cerradura de arriba estaba cerrada –después la abrió la madre de Nisman– y la llave estaba puesta en la cerradura de abajo. En ese llavero, colgado del lado de adentro, estaba la llave de la cerradura de arriba, es decir que si un homicida entró y luego salió, tendría que haber tenido otra llave de arriba, porque cerró esa cerradura y la llave quedó del lado de adentro.
El custodio Rubén Benítez testimonió que el sábado Nisman le pidió un arma. Es lo mismo que afirma el informático Diego Lagomarsino, propietario de la Bersa calibre 22 con la que se produjo el disparo. Los abogados de Arroyo Salgado apuntan contra Lagomarsino porque dicen que no hay evidencias de que el fiscal le haya pedido el arma.
La realidad es que el pedido a Benítez es una prueba de que Nisman buscaba un arma ese día. Se estudió la existencia de vínculos entre Benítez y Lagomarsino, para ver si se pudieron haber puesto de acuerdo en la versión Por lo menos en el expediente no apareció ninguna llamada ni relación alguna.
Las versiones de Lagomarsino fueron confirmadas:
- Su horario de llegada a Le Parc el sábado 17 de enero a las 15. cuando supuestamente Nisman le pidió el arma.
- Su egreso poco después cuando fue a buscar la pistola a su casa.
- Está probado que Nisman lo llamó a media tarde. Esa comunicación supuestamente fue para insistirle en que se apure a buscar el arma.
- El regreso a Le Parc fue a las 20. En ese momento le habría entregado la pistola.
- Del edificio salió a las 20.30, algo que quedó registrado en las cámaras. Además, en las imágenes de los peajes y de las cámaras del lugar donde vive, se certifican los pasos del informático.
- También hay pruebas claras de que el domingo a la mañana estuvo con su familia en un supermercado.
Hoy por hoy está claro que Nisman murió justamente el domingo, algo que está certificado por los 15 forenses e incluso los médicos de Arroyo Salgado rectificaron bastante su postura inicial. El cálculo es que el fiscal murió en la mañana del domingo 18 de enero, posiblemente antes de las 10. Esto significa que Lagomarsino no estaba en el departamento de Le Parc a la hora de la muerte del fiscal.
La jueza Palmaghini reiteró que quiere que declare el ex espía Carlos Moro Rodríguez, que hoy vive en España. Rodríguez presentó a Nisman y Lagomarsino. Es muy posible que la magistrada quiera saber si el informático trabajó o estaba vinculado con algún servicio de inteligencia. Palmaghini ya se lo preguntó a la Agencia Federal de Inteligencia, la ex SIDE, y la respuesta fue que no figura ni como agente orgánico ni inorgánico. Los datos servirían para saber si a Nisman se lo espiaban o no, pero no vinculan al informático con la muerte. Es más, no tiene lógica que si Lagomarsino fue parte de un plan para matar a Nisman haya dejado un arma, registrada a su nombre, al lado del cuerpo del fiscal. Y menos todavía si trabajaba para un servicio de inteligencia. Por otro lado, los comandos ultrasofisticados que algunos imaginan, no hubieran confiado en una pistola vieja y sin uso como la de Lagomarsino.
Poco después de las 7.30 de la mañana de aquel domingo, Nisman revisó por internet los diarios, principalmente Página/12, las fotos de una modelo con la que mantuvo una relación, leyó sus mails en la cuenta de Yahoo y una nota sobre el regreso de la muerte posteada por Claudio María Domínguez en Infobae. Hoy se está esperando que Google y Yahoo, desde Estados Unidos, confirmen esos ingresos desde su computadora en Le Parc, pero por las características de esas lecturas, parece evidente que fue el propio Nisman el que entró a sus mails y a todos esos sitios de internet. En una investigación paralela sobre los fondos en negro que manejaba el fiscal, quedó en claro que Nisman utilizó desde Le Parc una cuenta de mail con nombre oculto –[email protected]– mediante la cual hizo cuatro movimientos en su cuenta no declarada en el Merrill Lynch de Nueva York. Se le pidieron informes al banco pero éste no contestó y es posible que no conteste.
Los informáticos de la Policía Metropolitana –la fuerza de Macri– se negaron a confirmar que los movimientos fueron hechos desde Le Parc y dijeron que hay que esperar las respuestas de Google y Yahoo desde Washington. Al mismo tiempo señalaron que tal vez Nisman era espiado mediante un troyano, un programa espía, aunque tampoco esto tiene vínculo con el deceso. La Metropolitana, estrechamente relacionada con los servicios de seguridad de Estados Unidos, evitó confirmar los ingresos del domingo a la mañana –podrían ser remotos, afirmaron–, porque eso significaba derrumbar toda la hipótesis de Arroyo Salgado.
Durante el año transcurrido desde la muerte de Nisman, el macrismo intentó silenciar las revelaciones respecto de la asombrosa riqueza oculta de Nisman, de sus viajes permanentes con distintas modelos cuando se suponía que estaba trabajando y, sobre todo, de los vínculos con la derecha republicana e israelí. Los familiares de las víctimas de la AMIA eran muy críticos de la labor del fiscal al punto que pidieron su apartamiento porque consideraron que “viaja mucho y trabaja poco”, algo que dijeron públicamente en sus discursos.
Hoy no sólo se lo trata de convertir en héroe sino que su muerte pretende utilizarse con el mismo sentido político que antes del deceso, contra el kirchnerismo y en línea con los sectores más conservadores de Washington y Jerusalem. Una pieza vital en el esquema es tratar de llevar el expediente al fuero federal y convertirlo en una historia de suposiciones sin comprobación posible, acallando la montaña de evidencias que –al menos hasta hoy– demuestran que Nisman se disparó a sí mismo.
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