EL PAíS › POR PRIMERA VEZ DESDE 1966, EL SECTOR ENTERO SE PRONUNCIO CONTRA LAS POLITICAS DE UN GOBIERNO
No pasaba desde la Noche de los Bastones Largos de Onganía, en 1966. Siete mil científicos y todas las entidades de la actividad realizaron una crítica durísima a las políticas globales del macrismo hacia la ciencia.
Dos meses de gobierno le alcanzaron a Mauricio Macri para cosechar el rechazo de la comunidad científica. Más de siete mil investigadores de todas las disciplinas firmaron un documento en el que criticaron duramente sus principales medidas. La “gigantesca transferencia de fondos a los sectores concentrados de la economía”, el “abuso de decretos de necesidad y urgencia para burlar el sistema democrático” y “la persecución ideológica llevada a cabo por organismos del Estado” forman parte de las preocupaciones que científicos del Conicet, Invap, Inti, Inta y docentes de las universidades nacionales volcaron en el documento, que sigue sumando adhesiones.
“Estamos preocupados porque en el país se impuso una política que camina en sentido opuesto al desarrollo nacional y en la que están en peligro las libertades individuales”, explicó a Página/12 el doctor en ingeniería y titular de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales Eduardo Dvorkin. Es la primera vez en 50 años que la comunidad científica se manifiesta de conjunto en contra de un gobierno. La última vez fue en respuesta a la intervención militar de las universidades públicas durante la dictadura de Onganía, conocida como La Noche de los Bastones Largos.
“Nuestra tarea cotidiana se construye sobre las bases del pensamiento crítico”, explican los científicos sobre las razones de la carta, “por lo cual no podemos mirar para el costado frente a medidas que apuntan a echar por tierra conquistas sociales y populares e instalar un discurso adormecedor de conciencias”. La conclusión, unánime, es que Macri encabeza “una restauración conservadora en el país”.
“No se trata de un reclamo concreto, económico o corporativo del sector”, aclaró Dvorkin, “es sencillamente la comunidad científica tomando posición sobre este gobierno”. Entre las más de siete mil firmas, se destacan las del ex decano de Exactas Jorge Aliaga, la directora del Conicet Dora Barrancos, el ex directivo de Flacso Daniel Filmus, el biólogo Alberto Kornblihtt, premio Konex 2013; el matemático Adrián Paenza, el físico Juan Pablo Paz, investigador del Conicet y de la UBA; el ex presidente del Conicet Roberto Salvarezza y el experto en neurociencia Osvaldo Uchitel.
“De un modelo que apuntaba al desarrollo autónomo, con las universidades, los centros de investigación y la Pymes como base del crecimiento, pasamos en dos meses a un modelo basado en multinacionales, que más que desarrollar el país importan todo, despiden y encima han recibido una transferencia de recursos enorme”, resumió Dvorkin.
Entre las medidas que el documento destaca como “alarmantes” están la “vía libre a brutales represiones” como las de Ezeiza contra los trabajadores de Cresta Roja y contra trabajadores municipales en La Plata; la “devaluación y las promesas de liberar las importaciones”, porque “generan las condiciones para la dependencia”, y las “descalificaciones típicas de un gobierno elitista” con que fueron despedidos más de 25 mil trabajadores estatales. “Quisimos plantear como eje central que los científicos no vivimos en un mundo aislado. Que existe una vinculación entre el modelo de desarrollo y la actividad científica. Si no hay interés en el desarrollo de la industria y en la soberanía, no hay lugar para el desarrollo científico”, definió Filmus.
Dora Barrancos, directora del Conicet, relató que existía la preocupación de que los ingresos a la carrera de investigación científica del Conicet pudieran no efectivizarse con la llegada del nuevo gobierno, situación que terminó por revertirse “felizmente”. El riesgo cierto alcanzaba a 860 ingresantes de este año, cuyas altas se retrasaron hasta esta semana. El financiamiento de la investigación, de todas formas, sigue prendiendo luces de alarma. La semana pasada, más de 300 científicos del Conicet se reunieron en asamblea y resolvieron adherir al paro de ATE, en una columna unificada de investigadores, docentes universitarios y el movimiento estudiantil. “Las alarmas están encendidas. Los despidos y la nueva orientación en Arsat generan inquietudes sobre la sustentabilidad del desarrollo científico. Para los gobiernos neoliberales la ciencia siempre fue un lujo y no una política de Estado”, señaló Barrancos, quien descartó que los despidos hayan alcanzado al Conicet.
“Venimos de un crecimiento en la matrícula del 10 por ciento anual, fruto de expandir la capacidad de hacer ciencia a través de los ingresos a la carrera de investigación y las becas. Eso permitió una expansión extraordinaria en algunas especialidades, que permitió avanzar en patentes importantes para el desarrollo. El ministro Lino Barañao asegura que todo esto seguirá adelante, pero habida cuenta del contexto general del gobierno, es que tenemos grandísimas preocupaciones sobre el sustento que van a tener estas políticas”, agrega Barrancos.
“Neoliberalismo y ciencia son una contradicción”, asumió Barrancos. “Ya lo vivimos con Martínez de Hoz y durante el menemismo. Hay una preocupación enorme cuando hay enfrente un gobierno encabezado por CEOs educados en universidades privadas que tienen como plan achicar el Estado”, apuntó Dvorkin. “En cualquier país, para crecer hace falta inversiones con un lento tiempo de recupero y asumiendo riesgos. Eso solo lo puede hacer el Estado. Es así es en todos los países del mundo. En EE.UU., en China, en Japón. Esa realidad que nosotros defendemos, hoy se oculta en favor de las multinacionales”, resumió.
Informe: Matías Ferrari.
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