EL PAíS › PASES DE FACTURAS ENTRE LA UCR, LA CC Y EL PRO POR LAS úLTIMAS MEDIDAS DE MACRI
Tras las críticas públicas de Carrió al “ajuste brutal” del PRO, los radicales también dejaron entrever su “preocupación” por el rumbo de la economía y la falta de “manejo político” del macrismo. Reproches por la falta de diálogo en la toma de decisiones.
› Por Sebastian Abrevaya
La alianza Cambiemos volvió a crujir esta semana, tras los nuevos tarifazos y la seguidilla de despidos que realizó el Gobierno y que despertaron las luces de alerta en sus dos principales socios políticos: la Coalición Cívica y la UCR. La diputada Elisa Carrió hizo sentir su disconformidad por el “ajuste brutal”, lo que le valió una convocatoria de Mauricio Macri para encauzarla, con el radical Ernesto Sanz como coequiper de contención macrista. Sin embargo, en el radicalismo la percepción es la misma: “Nosotros somos más responsables y por eso no lo decimos en público pero eso no quiere decir que no estemos tan preocupados como Carrió”, relató un dirigente de primera línea. En este contexto, la diputada tiene un ojo puesto en su futuro político, la provincia de Buenos Aires, donde evalúa competir como candidata a diputada o a senadora.
A las peleas que surgieron luego de la victoria electoral por la distribución de los espacios de poder, se le sumaron los roces por los DNU y las decisiones inconsultas de las primeras semanas de gestión. Con la apertura del período legislativo, la UCR depositaba su esperanza en un mayor diálogo producto del trabajo conjunto en el Congreso. Sin embargo, la oportunidad de mostrar un triunfo con el acuerdo de pago a los fondos buitre se apagó rápidamente por el impacto social y económico de las iniciativas que se fueron acumulando desde los primeros meses y que se profundizaron con los últimos tarifazos.
“Hay mucha preocupación porque la situación social se está deteriorando muy rápido y el tema de apelar a la paciencia es muy riesgoso. Macri hizo las cosas al revés. Tendría que haber dado los incentivos a los asalariados como modificar las escalas de Ganancias y después empezar el ajuste de a poco. Transfirió demasiados fondos, demasiado rápido, a muy pocas manos”, sintetiza un radical de diálogo permanente con los pocos radicales que integran el gabinete. El informe de la Universidad Católica Argentina, que indica un incremento de un millón y medio de pobres, sumado a la advertencia de la Unión Industrial sobre la pérdida de hasta 200 mil puestos de trabajo generó un nuevo pase de facturas por la falta de “manejo político” de la administración macrista. “Monzó, Pinedo, Frigerio, Michetti, ninguno sirve para atajarle un penal a Macri. No tienen una visión política global, sistémica, del país”, se queja un legislador radical que rescata en cambio la figura del ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, pero lamenta que no tenga mayor margen de maniobra dentro del equipo económico. Le reconocen al ex referente de la Coalición Cívica las gestiones con los holdouts pero reclaman la falta de programa industrial y agropecuario por parte de otros ministros. Incluso el propio Ricardo Buryaile, ex diputado radical, escuchó de parte de sus correligionarios la demanda de “empezar a laburar” y definir un “programa nacional agropecuario” después de la devaluación y de haberle otorgado al sector la quita de retenciones.
Otro punto que critican los radicales es la falta de anuncios en materia social, cuando la inflación está en pleno aumento, se eliminan subsidios y se aumentan tarifas. El único anuncio que se le escuchó a la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, es la espera de un crédito del Banco Mundial para ampliar al Asignación Universal por Hijo. “No tienen nada para ofrecer pero además usar un crédito para eso no está bien”, remata un boina blanca que transita la Cámara baja.
Los vínculos políticos se vienen deteriorando desde hace rato. El jefe del bloque en Diputados, Mario Negri, tuvo que “mostrarle los dientes” a Emilio Monzó, presidente de la Cámara, para lograr los lugares espacios en las comisiones que se terminaron de resolver en las últimas semanas.
Pero aunque las críticas se profundizan, el destino de los radicales en la alianza de gobierno ya está sellado a fuego: “Acá estamos todos adentro de un barco y si se hunde nosotros nos hundimos con él”, se lamentan y agregan: “El problema es que si le llega a ir bien, a nosotros nos va a pasar por arriba”.
Producto de esta situación comenzó a especularse con el regreso de Ernesto Sanz a un rol protagónico. El ex senador mendocino funciona ahora como un “asesor en las sombras” ya que sigue siendo el interlocutor predilecto de Macri con los radicales. Por otro lado, la UCR ya tiene en el horizonte uno de los juegos que más les gusta: la interna. En septiembre se renuevan las autoridades bonaerenses y Ricardo Alfonsín, totalmente relegado y sin mayor influencia debe dejar su silla en el Comité provincial. Algunos depositan sus ojos en Daniel Salvador, actual vicegobernador, pero muchos dirigentes están disconformes con su actitud para defender ante María Eugenia Vidal los espacios para sus correligionarios.
La situación de Carrió, en cambio, es totalmente diferente. En la Coalición Cívica remarcan que la chaqueña no dejó a sus dirigentes ocupar cargos en el gabinete precisamente para tener más autonomía y poder desarrollar su propia estrategia política con libertad. La lista de socios políticos de Lilita que padecieron sus estiletazos es larga. Se remonta a la Alianza de Fernando de la Rúa, se repite con la UCR luego de la debacle y sigue con la líder del GEN, Margarita Stolbizer, el socialismo de Hermes Binner, Proyecto Sur de Fernando “Pino” Solanas hasta llegar al PRO de Mauricio Macri. “El macrismo se lo veía venir pero la subestiman”, sostiene uno de esos socios que ya quedaron en el camino. Después del fracaso rotundo en las primarias de 2015, en las que sacó el 2,3 por ciento, Carrió camufló su derrota debajo del triunfo de Macri. Ahora busca resurgir pegando el salto a la provincia de Buenos Aires, donde tiene domicilio desde hace meses por su nueva casa en Exaltación de la Cruz. Tiene dos opciones: puede encabezar la lista de senadores, una jugada más arriesgada porque podría competir con Sergio Massa y Daniel Scioli, dos pesos pesados del peronismo que ya están anotados. O sino garantizar la renovación de su banca en la Cámara baja, encabezando la lista de diputados nacionales. En cualquier caso, la apuesta es mantener un perfil propio, lo que en definitiva puede costarle caro a la propia alianza que ayudó a gestar y que podría terminar explotando, como ocurrió hace 15 años.
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