El presidente Mauricio Macri realizó ayer un brevísimo homenaje a los caídos en la guerra del Atlántico Sur en el cenotafio de la Plaza San Martín, donde dejó una ofrenda floral. El acto duró menos de diez minutos, sin presencia de medios de prensa ni de público, pero ni siquiera así Macri pudo evitar ser interpelado por sus últimas medidas de gobierno: cuando estaba retirándose el titular de la Asociación de Combatientes de Malvinas por los Derechos Humanos (Acomadieh), Gustavo Pirich, le preguntó por la situación de hijos y otros familiares directos de quienes pelearon en el conflicto bélico y que fueron despedidos del Estado. “Todo no se puede”, se desentendió Macri, sin siquiera bajar de su auto, y lo mandó a tratar el tema con el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj.

Macri no tenía previsto participar de ningún homenaje a los caídos en Malvinas. El malestar que generó entre los veteranos de guerra que por primera vez el presidente no acudiera a ninguno de los actos que hubo en todo el país lo llevó a cambiar de planes y a apresurar su regreso de los Estados Unidos, adonde había viajado para la Cumbre de Seguridad Nuclear.

Desde el Gobierno se había anunciado que encabezaría un acto en el Edificio Libertad, sede de la jefatura de la Armada. Finalmente fue a la Plaza San Martín. En Tierra del Fuego, donde cada año se hace la ceremonia principal, estuvieron en su representación el ministro de Interior, Rogelio Frigerio, y el de Educación, Esteban Bullrich.

Macri no dio ningún discurso. Más tarde escribió en Facebook: “Volveremos usando la fuerza del diálogo, la fuerza de la verdad y toda la fuerza de la justicia. En el día de hoy, recordar es revivir la guerra que hace 34 años significó la muerte de 649 argentinos, muchos de ellos chicos de apenas 18 años. Recordemos respetar a muchos otros que volvieron de allá con heridas que permanecen grabadas en sus cuerpos o en sus mentes. Esas islas en el Atlántico que nos traen todos estos recuerdos siguen siendo inexorablemente nuestras”.