Mar 19.04.2016

EL PAíS  › LA FISCAL QUE INVESTIGó LA MUERTE DE NISMAN LES APUNTó A LOS CAMARISTAS Y A LOS QUERELLANTES

La fiscal Fein renunció con una defensa

Fein renunció la semana pasada con un escrito que presentó a su jefa, la procuradora Gils Carbó. Allí dijo que la Cámara del Crimen la apartó con argumentos falaces, haciéndole el juego a la querella de Arroyo Salgado.

› Por Irina Hauser

La fiscal Viviana Fein, quien investigó durante un año la muerte de Alberto Nisman, presentó su renuncia la semana pasada. Junto con el pedido para jubilarse, le entregó a su jefa, la procuradora general Alejandra Gils Carbó, un descargo en el que dice que la Cámara del Crimen la apartó del caso y envió el expediente al fuero federal con argumentos falaces, citando elementos que el caso tenía hacía mucho tiempo y haciéndole el juego a la querella de Sandra Arroyo Salgado, que esperaba lograr ese cambio cuando estuvieran “dadas las condiciones políticas”. La presentación de Fein responde una a una las críticas que le hizo el tribunal de alzada. Dice que las demoras que le adjudican a ella fueron obra de los planteos dilatorios de los querellantes y también de la jueza Fabiana Palmaghini, quienes esperaban un nuevo escenario político. Entre otras cosas, señala que le llama la atención incluso cómo la jueza y los camaristas cambiaron de opinión en pocos meses sobre quién era competente para investigar. La mudanza al fuero federal aparece aceitada con la declaración del ex jefe de Operaciones de la ex Side, Antonio “Jaime” Stiuso -quien de pronto volvió de su exilio para decir que a Nisman lo mataron- y con el desembarco del gobierno de Mauricio Macri.

Fein llevaba 16 años como fiscal, y en tribunales contaba con una carrera de más de 40 años. Fue relatora en la Cámara del Crimen, donde trabajó con el ex juez Guillermo Rivarola, y luego fue secretaria en una defensoría. Durante el menemismo le asignaron una fiscalía que, en rigor, demoró en ser creada y donde recién asumió en el 2000. Tuvo pocos casos resonantes, quizá el mayor había sido el del robo de un centenar de cajas de seguridad el Banco Macro en 2010. Se iba a jubilar en 2015, pero en la madrugada del 18 de enero sonó su teléfono y tuvo que cambiar sus planes al asumir la investigación por la muerte del fiscal de la UFI AMIA. Hubiera querido terminar su trabajo, pero la Sala VI de la Cámara –con las firmas de Mario Filozof, Julio Luicini y Rodolfo Pociello Argerich– en marzo último dijeron que debía pasar la causa al fuero federal e hicieron una larga lista de críticas a la fiscalía. Gils Carbó abrió una actuación administrativa. El viernes le aceptó la renuncia, pero falta que se la conceda el Poder Ejecutivo.

En el escrito que Fein le presentó a la procuradora como descargo, asegura que quería “esclarecer” el caso y llegar a la verdad, a pesar de la “presión mediática” que en algunos casos llegó a convertirse en un “show” al que, dice, “concurrieron casi diariamente” los “abogados de la querella”, que ahora son Juan Pablo Vigliero, Federico Casal y Manuel Romero Victorica (en representación de Arroyo Salgado) y Pablo Lanusse (por la madre de Nisman, Sara Garfunkel). Recuerda la primera vez que Arroyo Salgado hizo una conferencia de prensa, en marzo del año pasado, donde presentó a sus peritos y dijo que se trató de un magnicidio. Allí aseguró que no la habían dejado participar de la autopsia y, sin embargo, recuerda Fein, se había presentado cuando ya había sido terminada. Según la fiscal, se intentó montar una “campaña” para “enlodar el trabajo que se hizo a lo largo de este vastísimo procedimiento” con el propósito de “tergiversar” las pruebas. Los abogados, puso otro ejemplo, hablaron de que a Nisman le pegaron con una “cachiporra” con arena, y ningún perito habló de eso en ningún informe.

Fein sostiene que las “consideraciones” sobre su actuación que hizo la Cámara son “injustas e inmerecidas”. A lo largo del texto muestra los cambios de postura que tuvieron respecto de ella tanto Palmaghini como la Cámara, que habían respaldado su actuación en la causa, favoreciendo incluso su dilación, hasta que cambiaron los vientos políticos. Dice que uno de los argumentos centrales por los que se decide el pase al fuero federal está basado en algo que se podía decir desde el primer día: que los mails y mensajes que estaban pendientes de análisis del celular y la computadora de Nisman son equiparables a la correspondencia, que tiene protección constitucional y no es competencia de la justicia de instrucción. El otro es que apareció Stiuso y dijo que a Nisman lo mataron, cosa que no sostuvo en su primera declaración, en febrero de 2015. Palmaghini, incluso había sido dura con y había respaldado a la fiscalía algo más de un mes antes.

Fein dice que la Cámara, la jueza y las querellas le reprocharon demoras, las preguntas que los camaristas llamaron “unidireccionadas” y le dijeron que se ciñó a una hipótesis de suicidio. Ella dijo que todas las partes, siempre, participaron de las declaraciones, podían preguntar y controlaron toda la prueba. Asegura que nunca tuvo una teoría favorita sobre la muerte y que, en busca de posibles evidencia de homicidio, mandó a hacer un entrecruzamiento de llamados clave que implicaba, a ex funcionarios, agentes de inteligencia, hasta el fiscal Stornelli y el ex jefe de Ejército, César Milani. Le recibió declaración a cuanto diputado se presentó, incluso escuchó las increíbles teorías de Elisa Carrió sobre el supuesto buquebús que venía lleno de iraníes y no fue tal.

Dedicó páginas a detallar todo lo que hizo y a refutar ideas que intentó instalar la querella: que hayan limpiado la escena de la muerte (no hay alteraciones de los patrones de manchas de sangre), que alguien haya movido el cuerpo (dice que es imposible por la fase de la rigidez cadavérica), que el barrido electrónico demostrara que lo mataron por la falta de fulminante en las manos. Y se pregunta por qué la Cámara excluye de todo reproche a la jueza Palmaghini quien, por ejemplo, omitió secuestrar en una inspección hecha por ella un paño verde que envolvía el arma de la que salió el disparo, y que el informático Diego Lagomarsino dijo que era el que la envolvía cuando se la entregó a Nisman. Tampoco le reclamó las llaves del departamento a Garfunkel, en un procedimiento al que ella fue, pero los camaristas se lo recriminan a la fiscal. Para Fein, en definitiva, los camaristas le cuestionan pequeñeces pero “no leyeron” la causa.

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