Son sociólogos, docentes y ensayistas, y además coincidieron en la necesidad de oponerse activamente contra el macrismo. Pero los intelectuales y políticos Horacio González, María Pía López, Eduardo Grüner y Christian Castillo no pudieron ponerse de acuerdo en una única estrategia para lograrlo. Como había sucedido en 2011, también en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, se volvieron a juntar anoche en una mesa debate que organizaron la revista Ideas de Izquierda y el programa La Izquierda Diario TV, y aunque al principio parecía todo muy cordial no tardaron en plantarse en sus respectivas posiciones. “El contexto cambió dramáticamente”, afirmó López, que también es investigadora y escritora, en alusión al encuentro que tuvo lugar cinco años atrás. “Macri está jugando al rey desnudo, poner a los empresarios en el poder es una apuesta muy alta, incluso para la burguesía, y puede formar una nueva militancia en oposición a todo lo que representa”, apuntó Castillo, ex diputado PTS-FIT.

La primera en desmarcarse había sido López, quien rechazó la categorización de “intelectuales K” porque sostuvo que tal calificativo “es el nombre que nos puso Clarín a los integrantes de Carta Abierta”. Tras destacar la necesidad de hacer una “lectura frentista como conversación desde la diferencia”, caracterizó al gobierno de Mauricio Macri como disciplinador del conflicto social y como una “afirmación del poder tradicional, una reposición de la subjetividad del mercado”.

Para la socióloga, el encarcelamiento de la dirigente de la agrupación Tupac Amaru Milagro Sala es una “criminalización que le habla al conjunto de los movimientos sociales argentinos”. Y definió al kirchnerismo como “doce años de reformismo igualitarista con evidentes contradicciones, un gobierno que puso en juego lógicas reparatorias y la puesta en escena de la idea de igualdad”. A su criterio, con el gobierno actual “están en riesgo esos enunciados”, y la escena de Macri anunciando el veto a ley de antidespidos “en Cresta Roja, una fábrica que dejó a más despedidos que empleados, es de amenaza y advertencia porque llama a las víctimas a pactar con los victimarios para preservar lo que resta: la vida, el trabajo o el salario”.

A su turno, Grüner destacó que la administración macrista “transparentó la lucha de clases” y coincidió con el concepto de “revanchismo” con el cual sectores kirchneristas definen al gobierno actual. Pero agregó que “si bien eso es verdad, da por supuesto una discontinuidad radical entre los dos modelos, y sin caer en el reduccionismo estúpido de que ambos son iguales me pregunto hasta qué punto ciertas políticas económicas del gobierno anterior, aun con intenciones redistribucionistas, no promovían el mismo modelo de individualismo consumista” que hoy cuestionan desde Carta Abierta al macrismo.

A Grüner le preocupan dos expresiones de ese colectivo de intelectuales: resistencia y dar testimonio. “Es un papel para los intelectuales y en ese sentido nuestra posibilidad de incidir en lo que pasa es muy limitada, siendo que no estamos ante un (Jean Paul) Sartre ni nada similar, pero no puede ser ésa una política y estrategia para plantearle a la sociedad”, indicó. Al mismo tiempo, Grüner –que integra la asamblea de intelectuales que apoyan al Frente de Izquierda– dijo que la respuesta a “la pregunta del millón” sobre cómo hacerle frente al ajuste y represión macrista “no es el Frente Ciudadano” que propuso la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, porque “son frentes que terminan vacilando o claudicando como sucedió en Grecia con Syriza y en España con Podemos”.

González, ex director de la Biblioteca Nacional, le pidió a una “izquierda ética” que reconozca los esfuerzos del kirchnerismo por romper las hegemonías mediáticas con la ley de medios y en la negociación con los llamados fondos buitres. “No podemos ser de izquierda si hablamos como Clarín o La Nación, llamarse de izquierda bien puede ser tomar muchos aspectos del kirchnerismo y hacer las preguntas correctas sobre los fracasos pasados, nadie está pidiendo una coherencia absoluta porque nos adecuamos al momento histórico, pero sí una coherencia del militante con conciencia que se cuestiona a sí mismo”.

Al cierre, Castillo apuntó que el gobierno de Macri es débil y se apoya en sus “patas auxiliares que son el Frente para la Victoria en el Senado, el Frente Renovador y la burocracia sindical”. Y enfatizó que “apuntamos a que surja una fuerza anticapitalista como superación del peronismo, con muchas luchas que no son nada testimoniales a las que venimos aportando”. Para el dirigente del PTS, “muchos sectores que recibieron un cachetazo con lo de José López, que ven a los kirchneristas en quienes confiaban votando las leyes de Macri, o a los gobernadores defendiendo el mismo ajuste del macrismo, están reflexionando y son los que podrían construir algo que lleve a la emancipación en lugar de repetir ese tipo de alianzas”. Poco antes había rechazado la idea de que el caso López es una “manzana podrida”, al decir que “es un hecho real que los funcionarios kirchneristas se enriquecieron porque para el propio Néstor Kirchner era necesario hacer dinero con la obra pública para hacer política, y eso no es una ‘ética de izquierda’”, el alusión al pedido de González.

Mientras circulaba una urna del fondo de lucha y hablaban los despedidos de Volkswagen, Gestamp, Virulana y Menoyo, como también los trabajadores de radio América, un militante santacruceño dejaba en el aire la pregunta sobre si “la izquierda formaría un frente con (Axel) Kiciloff”, en el entendimiento de que el ex ministro de Economía “no es igual a (Gildo) Insfrán o (Juan Luis) Manzur”.