Hace dos años los operarios de la imprenta Donnelley acudieron como cada mañana a trabajar, pero encontraron el portón de la planta cerrado y un cartelito donde la empresa anunciaba la quiebra. Horas más tarde, luego de una asamblea, pidieron a los guardias las llaves y entraron para poner en marcha las rotativas y seguir produciendo, sin patrón. En medio de la actual recesión, lograron mantener 200 puestos de trabajo y aunque el salario no llega a la canasta familiar les otorga una cierta estabilidad. Sin embargo, siguen exigiendo al juzgado donde tramita la quiebra, que ya denunciaron como fraudulenta, que no les retenga un porcentaje de lo que producen. Y además, ahora como cooperativa Madygraf, luchan por la expropiación, cuyo proyecto de ley llegó a tener dictamen en la Cámara de Diputados de la provincia, pero no fue tratado por el Senado y perdió estado parlamentario.

Hoy comienza desde la fábrica, ubicada sobre la Panamericana en Garín, una campaña de difusión que culminará en una jornada, el sábado 20 desde las 11, con teatro para niños, juegos, exposiciones artísticas y proyecciones que dan cuenta de estos años de autogestión. Como cierre tocaran bandas en un recital que denominaron “Rock sin yuta”, porque, según comentaron a Página/12, “tal como hacen en Zanon nos cuidamos nosotros solos”.

En conjunto con otras empresas recuperadas lograron frenar el tarifazo que hubiera significado mil pesos menos en sus sueldos, y con sus abogados siguen querellando para que la quiebra sea declarada fraudulenta. La ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner había manifestado que Donnelley estaba conformada por capitales de origen “buitre” y que sus dueños habían obtenido una “quiebra express”. Además, la justicia amenaza con diversas medidas la continuidad de la gestión, que en esta etapa incorporó mujeres como operarias.

Mientras la telenovela La Leona reproducía la escena del cartelito en el portón, con un 0800 para esperar una indemnización que seguramente vendría en cuotas, los diputados del FIT volvieron a presentar el proyecto de expropiación, pero en Madygraf saben que en caso de convertirse en ley podría correr la misma suerte que tuvieron otras recuperadas: el veto de la gobernadora María Eugenia Vidal.