EL PAíS › INFORME DEL CENTRO DE ESTUDIOS DE LA FACULTAD DE SOCIALES
El poder de compra de la Asignación Universal por Hijo sufrió una poda durante estos meses. Hoy, alcanza para cubrir sólo el 66 por ciento de la Canasta Básica de Alimentos.
› Por Laura Vales
Según el Centro de Estudios de Ciudad (de la Facultad de Ciencias Sociales-UBA), el poder de compra de la Asignación Universal por Hijo cubre –a precios del mes de mayo– apenas el 66 por ciento de la Canasta Básica de Alimentos, o el 35 por ciento de la Canasta Básica Total. Esto permite inferir que los hogares que dependen de este ingreso –que son las familias de los trabajadores informales, que viven de changas o están en negro– no tienen garantizada su seguridad alimentaria.
El aumento anunciado por Cambiemos (un 14,16, por ciento que comenzará a ser pagado en el mes de septiembre) no alcanza para cambiar el panorama. “Incluso suponiendo que mágicamente no hubiera más inflación de aquí en más, la suba del 14,16 por ciento de la AUH no llega a compensar la acumulada. Y queda muy por debajo del poder de compra que la AUH tenía en noviembre de 2015”, explicó a Página/12 Agustín Mario, economista y autor del informe.
El dato desmiente el discurso del macrismo sobre que está ocupándose de dar contención a los hogares más afectados por sus políticas. Parte de esa argumentación es que está ampliando la asignación por hijo (“Con 500 millones de dólares del Banco Mundial, para incluir a los niños que hoy no reciben”, dijo el presidente Mauricio Macri).
Los investigadores del CEC no lo ven de esta manera. “¿Por qué lo decimos? Porque es un recurso que operaba en un contexto con una economía activa: si la AUH no actúa combinado con otros ingresos del grupo familiar, pasa a ser un paliativo de muy baja calidad, un programa residual. Hay que tener en cuenta que en los hogares que perciben la AUH, solamente dos tercios de sus ingresos dependían de ella. Es decir que la gente la combinaba con otros recursos. En el caso de la Argentina, es importante tener en cuanta que la asignación no opera sobre pobreza solamente, sino sobre la gente que está por afuera del mercado formal de trabajo”, apuntó Adriana Clemente, directora del centro de estudios. “Nosotros no estamos en contra de la asignación, ni de que se la aumente; al contrario. Pero en un contexto recesivo, no puede considerársela una medida exitosa”.
El informe describe la evolución del poder de compra de la AUH desde su implementación, en noviembre de 2009. El monto de este ingreso tuvo aumentos periódicos (por decreto, y después por la ley de movilidad), siempre en tensión con la inflación. Hasta 2013 las subas no permitían equiparar la suba de los precios, pero luego esta situación fue corregida con aumentos más sustanciosos. “En 2015, el beneficio alcanzó su mayor poder compra, casi un 15 por ciento por encima del del inicial”, reseña. Esta mejora se diluyó en los meses que siguieron a la llegada de Cambiemos a la Casa Rosada. Otro tema que abordó el CEC es el de la desigualdad, medida tanto según el coeficiente de Gini (donde el valor 1 indica desigualdad absoluta y el 0 igualdad absoluta) y la brecha de ingresos entre el decil más rico y el más pobre de la población.
“La dinámica de ambos indicadores es similar, con mejoras sostenidas entre 2003 y 2009. Hay un retroceso en ese año, para luego continuar la reducción de la desigualdad hasta 2014, año en que se observa un nuevo retroceso. Hacia 2015 se evidencia una recuperación que permite, incluso, mejorar los niveles de 2013. Mientras en 2003 el ingreso medio del 10 por ciento más rico de la población era casi 16 veces mayor al del 10 por ciento más pobre, este guarismo se había reducido a menos de la mitad (7 veces) hacia 2015”. A su vez, el Gini se redujo prácticamente en una cuarta parte.
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