EL PAíS › OPINION
› Por Gerardo Martínez *
El proceso de reunificación de la CGT, en marcha y consolidado, representa en sí mismo uno de los concretos desafíos que el movimiento sindical argentino está dispuesto a asumir y llevar adelante con la responsabilidad y el compromiso que la realidad y actualidad nos demanda a los dirigentes sindicales, despojados de personalismos y enfocados en una estrategia programática.
La unidad de la CGT comenzó a gestarse desde hace dos años, independientemente de los procesos políticos, período en el cual, junto a un pequeño grupo de dirigentes, me ha tocado asumir el protagonismo y la iniciativa de tender puentes de diálogo y construcción de consensos entre los distintos sectores que se referencian y conforman esta nueva conducción unificada.
Este proceso de unidad no obedece a una definición de coyuntura frente a un nuevo gobierno. Desde la dirigencia sindical valoramos y reconocemos que la alternancia en el poder consolida y revitaliza los procesos democráticos, aunque ideológica y políticamente estemos lejos de un gobierno cuyas políticas económicas vienen impactando negativamente en el empleo, en el poder adquisitivo de los salarios o en las condiciones laborales y sociales de los trabajadores.
La CGT, históricamente, representó y lo sigue haciendo, a la inmensa mayoría de los trabajadores sindicalmente organizados de nuestro país. Y esta responsabilidad de representación mayoritaria que la distingue, nos convoca a múltiples desafíos, como consolidar en la práctica la unidad sindical y reflexionar con espíritu crítico reforzando sus principios y acciones.
Esta nueva CGT asume con el compromiso de representar a quienes tienen trabajo y también a aquellos que no lo tienen, promoviendo un colectivo de respuestas para los trabajadores, trabajadoras y sus familias, que necesariamente incluya: la defensa de la libertad sindical y la negociación colectiva como derechos laborales fundamentales, la lucha contra el trabajo infantil, la esclavitud moderna y la discriminación laboral; la promoción de la formalidad en el trabajo, el empleo joven y las garantías de trabajo digno y decente; la oposición a políticas que pretendan imponer la flexiseguridad laboral con el objeto de precarizar las condiciones de trabajo; la formación y capacitación laboral como una prioridad en la acción sindical así como la seguridad laboral y el cuidado de la salud de las y los trabajadores y sus familias; contener y expresar las demandas y necesidades de la clase pasiva y de los sectores más excluidos de nuestra sociedad; reclamar la necesidad de que las problemáticas vinculadas con las adicciones, muy especialmente el consumo de drogas y su impacto en el ámbito laboral, sean asumidas por los gobiernos de turno como una verdadera política de Estado para garantizar las potencialidades psicofísicas, sociales y laborales de los trabajadores.
Estos son sólo algunos de los desafíos que la CGT tiene por delante en esta nueva etapa. Y tenemos el compromiso de asumirlos y llevarlos adelante con la convicción y la fortaleza que nos otorga la unidad y el valor de la institucionalidad que la CGT representa, honrando su pasado y proyectándose al futuro.
* Secretario general de la Uocra. Secretario de Relaciones Internacionales CGT RA. Miembro del Consejo de Administración de la OIT.
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