EL PAíS › EL CAPELLAN QUE VIAJO EN LA FRAGATA LIBERTAD NO TERMINO EL VIAJE PORQUE LO ENCONTRARON ROBANDO PERFUMES EN AMSTERDAM
El cura JCJ fue descubierto por las cámaras de seguridad de un negocio y fue enviado en avión a Buenos Aires. Se desempeñaba como uno de los tres curas del Hogar Stella Maris, dependiente de la Marina. En el Ministerio de Defensa dicen que están “estudiando el tema”.
› Por Nora Veiras
Antes era la vuelta al mundo en la fragata Libertad. Este año el itinerario se acortó. Sin embargo, nada impidió que siga siendo el viaje deseado, el bautismo de los marinos recién egresados. En lugar de ocho, cinco meses recorriendo los mares de América y Europa. El 12 de abril, el añejo velero embarcó a más de trescientos pasajeros. Sorteó una feroz tormenta frente a las costas de Uruguay y siguió sin sobresaltos. La navegación fue tranquila, previsible. La sorpresa apareció en uno de los puertos. Desde Amsterdam, Holanda, la fragata zarpó con un tripulante menos. Una ausencia que sería difícil de disimular. Un silencio sospechoso envolvió los motivos de la inesperada deserción. El 29 de agosto la fragata ancló en Buenos Aires sin el cura.
¿Qué había pasado? El sacerdote había claudicado ante una tentación terrenal. No piensen tan mal: había caído seducido ante la fragancia de los perfumes franceses en una de las recorridas por Amsterdam. Se dejó llevar. No una sino varias cajitas fueron descubiertas por las implacables cámaras del negocio y encontradas en su mochila. El desliz del capellán JCJ derivó en un escandalete. Gestiones diplomáticas mediante, el cura enrolado en el movimiento carismático fue embarcado en un avión rumbo a Buenos Aires. La Armada se comprometió a tomar las medidas correspondientes una vez que el descarriado capellán llegara a su destino. De los Diez Mandamientos, por lo menos uno lo tenía olvidado el tutor de las almas embarcadas.
“Por lo menos no tiene grado militar”, bromeó un marino al conocer el derrotero del capellán. En otras palabras, el problema sería de la Iglesia. JCJ no era un novato en altamar. La página web de la Asociación Amigos de la Tradición Náutica (ATAN) tiene registrada las aventuras del cura en la última travesía del rompehielos Almirante Irízar antes de que se prendiera fuego en los mares del sur el 10 de abril de 2007. “El ‘cruce de las líneas’, del Ecuador y desde que se inició la conquista de los extremos boreales y australes, el de los Círculos Polares, son motivo de celebración”, explica la ATAN y detalla que “por la noche, fuimos instruidos por los corsarios ya veteranos de esta travesía de cuál debía ser el disfraz que debíamos confeccionar para la mañana siguiente y con el cual teníamos que desfilar en la bodega de la cubierta 02, acondicionada con esa finalidad (...) a algunos les tocaron disfraces de mayor complejidad, como al cura JCJ, que tuvo que disfrazarse de Pipo Pescador” (ver foto). El buen clima de a bordo casi termina en tragedia cuando la noche que habían organizado “un tapeo mexicano” una falla en la sala de máquinas, detectada tardíamente, estuvo a punto de hacer naufragar el rompehielos comandando por el capitán de fragata Guillermo Tarapow. Un inefable personaje que terminó como candidato a diputado porteño por el peronismo de los Rodríguez Saá.
Quizá para exorcizar aquel mal recuerdo, las relaciones del cura le permitieron este año ser parte de la tripulación de la fragata Libertad. JCJ se desempeñaba como uno de los tres curas del Hogar Stella Maris, dependiente de la Marina. María Laura Lúpiz de Godoy, esposa del jefe de la Armada, Jorge Godoy, y Graciela Ibáñez de Reilly, esposa del auditor general de las Fuerzas Armadas, ocupan los cargos de presidenta y vice de la Fundación que administra el hogar asociado a la Dirección de Bienestar de la Armada (DIBA). Tomando como base ese internado, en 1985 la Fundación creó junto con el gobierno porteño la Escuela Número 37, que funciona en la misma manzana de Pergamino y Alberdi. Este diario preguntó por el sacerdote y la respuesta fue sugerente: “el padre JC no está más desde hace más de un mes. En el vicariato castrense le pueden informar”. En la sede del obispado castrense explicaron que JCJ “está misionando”, se supone que lejos de las perfumerías.
El decreto 181 del 17 de marzo de 2009, firmado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, asignó 3.440.414,58 dólares para el viaje de la fragata Libertad, considerada “embajadora itinerante y difusora de la cultura argentina”. El texto destaca la importante misión de estrechar vínculos de amistad en la travesía y el valor en la formación de los cadetes. El capitán de navío Horacio Nadale fue el comandante del buque que llevó a bordo a las promociones 138 del Escalafón Naval Comando y Escalafón Infantería de Marina y 94 del Cuerpo Profesional, Escalafón Intendencia de la Escuela Naval Militar. 26 oficiales, 185 suboficiales, 102 guardiamarinas en comisión, además de personal femenino –2 oficiales, 13 guardiamarinas y 7 subalternos– que compartieron los casi cinco meses de navegación con invitados de las Armadas de Bolivia, Brasil, Chile y Uruguay.
El capitán Nadale, un hombre más que apegado a los reglamentos –dicen quienes lo conocen, presentó, como es rutina, su informe de viaje apenas desembarcó en la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires. Una operación a bordo por un caso de peritonitis y la detallada descripción de las andanzas del cura le ponían color al trámite.
Nadale está acostumbrado a los dimes y diretes burocráticos. En los ’90 como joven capitán de corbeta, se desempeñó durante tres años como edecán del ex jefe de la Armada Enrique Molina Pico. Ya como capitán de fragata, fue el edecán naval de la jornada de los cinco presidentes. A él le cupo traer en mano la renuncia del efímero Adolfo Rodríguez Saá. El mando de la fragata Libertad le trajo, sin embargo, otros inconvenientes: por orden del director general de Personal Naval, el almirante Enrique Salvador Olmedo, habría tenido que suprimir del informe los pecados del capellán.
Página/12 consultó al Ministerio de Defensa sobre el episodio y la respuesta fue: “Estamos estudiando el tema”. La omisión en el informe apuntaría a evitar el escrutinio de Defensa. Desde la cartera que encabeza Nilda Garré se emitieron directivas para que las Fuerzas Armadas se abran a distintas confesiones y se termine con la exclusividad de la Iglesia Católica. La Armada, sin embargo, parece inmune a esos mandatos. Basta recordar que el año pasado le otorgaron el grado de “almirante” a la virgen Stella Maris, patrona del mar.
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