Sáb 29.10.2016

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

Esperanza

› Por Luis Bruschtein

Desde la cárcel Alto Comedero, Milagro Sala –cuya prisión ilegal se discute en la ONU–, escribió una carta en su memoria, las redes se inundaron con referencias al ex presidente, se hicieron actos, se arrojaron miles de flores, y la figura de Néstor Kirchner se manifestó inoxidable en el sexto aniversario de su muerte. La tormenta mediática oficialista encontró un tope, no logró hacer mella en el significado histórico que representa. Tema para comunicólogos. El Kirchner líder popular supera los bombazos mediáticos y judiciales. La campaña del oficialismo trata de instalar que cualquier opción popular es sinónimo de corrupción pero choca con la necesidad humana de la esperanza. De los recordatorios del jueves es fácil distinguir que Néstor y también Cristina Kirchner representan lo que llegó cuando todo estaba perdido, cuando ya nadie esperaba que surgiera alguien así, del que hizo lo que ya nadie creía que alguien pudiera hacer. Y que logró mejorar cuestiones que ya nadie pensaba que se podían mejorar. Son todos alimentos de la esperanza. Eso sucedió, hay constancia, no es virtual.

La desesperación del oficialismo por destruir la imagen de Néstor y Cristina tiene esa raíz. Pero la campaña de destrucción es efectiva hasta un punto. Si quiere terminar su obra tiene que lograr que surja la esperanza en otro lado, aunque sea una ilusión, porque los seres humanos no sobreviven sin esperanza. Si no, las injusticias vuelcan la esperanza nuevamente hacia las opciones populares. Es lo que mantuvo vivo al peronismo tanto tiempo.

No encontraron la forma de destruir la imagen de Néstor Kirchner aunque hubo intentos. Se habló otra vez de la famosa frase sobre “el mejor presidente desde Perón” que nunca se dijo sobre Carlos Menem. En realidad todo el mundo sabía en esa época que Kirchner era el gobernador más díscolo con el riojano y la frase verdadera durante una visita de Menem a Santa Cruz fue que “ningún otro presidente después de Perón había visitado el sur tantas veces”. Menem detestaba a Kirchner como lo reflejaban los analistas de aquella época. También circuló la foto de Lupin en un acto con los militares durante la dictadura. La imagen fue usada para presentarlo como una especie de colaborador del régimen. La foto existió, pero se trató de una reunión a nivel provincial que se repitió ese mismo día, el 6 de abril de 1982, a nivel nacional entre los máximos dirigentes de los partidos de la oposición, desde el radicalismo y el justicialismo, hasta el mismo Oscar Alende y otros dirigentes de izquierda. Los políticos se reunieron con los militares para reafirmar los derechos de la Argentina sobre las islas Malvinas. Una frase deformada para engañar sobre la relación de Kirchner con Menem y una fotografía con una explicación de mala leche para mentir sobre la relación de Kirchner con la dictadura. Una mentira genera otra y así se forma una campaña con la ayuda de un periodismo cómplice de las derechas.

Del otro lado, las redes kirchneristas hicieron circular el video de Néstor Kirchner hablando contra la dictadura en actos públicos, durante la dictadura.

El aniversario de la muerte de Néstor Kirchner recuperó ese aspecto de la política que no es virtual, que tiene que ver con el espíritu de las personas y también con sus intereses concretos. El acto central en la zona más humilde de La Matanza reunió al núcleo del kirchnerismo puro con el PJ. Máximo Kirchner, el principal orador, fue duro con el gobierno pero habló bien de Daniel Scioli y de Florencio Randazzo. Este año el escenario mutó de raíz con respecto al que existía antes de las elecciones. Algunos analistas dijeron que el kirchnerismo se cerraba en el sectarismo, otros que se alejaba del PJ. La lectura que permitió el acto del jueves parece diferente: Cristina se retiró del lugar de conducción y el núcleo duro del kirchnerismo se corrió a un costado para reordenar sus filas, pero se mantiene en el juego. Tiene lógica porque parte de la fuerza que sostenía esa conducción era el manejo del gobierno, un factor que ya no cuenta. La legitimidad de una conducción tiene que construirse ahora sobre la base de la representatividad y capacidad de convocatoria interna y externa. No es un detalle. Implica la reconstrucción completa de las reglas de juego que ordenan la relación entre las tribus del peronismo y con las corrientes no peronistas.

Ese repliegue en medio de una fuerte ofensiva parlamentaria, judicial, económica, mediática y hasta policial del macrismo implicó dispersión y desconcierto en la fuerza propia. En la medida que, como ya está sucediendo, esa campaña vaya perdiendo efectividad, empezarán a abrirse caminos para una nueva alianza opositora con títulos revalidados. Si esa es la renovación de la que hablan varios de los protagonistas de esa diáspora es posible que, sin quererlo, estén coincidiendo con las intenciones de la propia Cristina Kirchner, porque se pondrán en juego nuevas representaciones, o anteriores pero renovadas.

Más allá de los homenajes a Néstor Kirchner, la recomposición de una alianza opositora todavía está en veremos, igual que cualquier estrategia electoral de las otras fuerzas que disputan el escenario político. En el oficialismo miran con preocupación la experiencia de Sebastián Piñera en Chile y la encerrona donde se metieron con sus medidas económicas. Sergio Massa tiene claro que no confluirá con el PJ, pero su destino depende de que Cambiemos no le capture votos por derecha y la alianza kirchnerista-PJ no absorba su voto peronista. Si se concreta, la alianza con Margarita Stolbizer disuelve su imagen peronista.

Con su carga electoralista, el 2017 se les viene encima sin que acierten a destrabar propuestas y los plazos se hacen cada vez más cortos. El kirchnerismo depende de lo que decida Cristina Kirchner, Cambiemos depende de la situación económica cada vez más difícil y Massa depende de lo que hagan el kirchnerismo y el macrismo.

Aunque los medios chilenos están tratando de reinstalar al empresario conservador, sus equivalentes locales están inquietos porque recuerdan que no pudo renovar mandato. Piñera perdió con un PBI que crecía. En Argentina, el PBI cae en picada, igual que la imagen de Macri. Ni reactivación ni lluvia de inversiones, solamente se sostiene tomando deuda a escala monumental. Déficit fiscal con el Estado desfinanciado en un año que debe aumentar el gasto si quiere hacer campaña y un ajuste que desde el punto de vista del neoliberalismo quedó a menos de la mitad del camino. Los inversores no quieren venir porque no ven consolidado al gobierno. Y sin candidatos. En el estado mayor del PRO y la UCR recelan de la candidatura a senadora bonaerense de Elisa Carrió. Están molestos por su indisciplina. El veto a la reforma del Ministerio Público Fiscal con el que pensaban desbancar a la procuradora Alejandra Gils Carbó desubicó a todo el espectro antikirchnerista que ya se había alineado tras un proyecto que avasallaba la independencia del Poder Judicial.

Los radicales, que deberán responder a la ONU por la persecución judicial anticonstitucional contra Milagro Sala, apenas se habían atrevido a plantear algunas objeciones y el massismo había mostrado otra vez que está dispuesto a cualquier iniciativa contra el kirchnerismo. Margarita Stolbizer fue el colmo de la contradicción. Firmó el dictamen que aprobaba el proyecto y se dio vuelta después de las críticas de Carrió. Stolbizer tiene el antecedente de haber borrado sus andanadas contra Sergio Massa de su cuenta de Twitter, cuando se empezó a hablar de su posible alianza con el tigrense. La imagen de la bonaerense no quedó bien parada al poner la política por encima de los principios. Fortalece así su convocatoria entre el antikirchnerismo más recalcitrante, pero acaba con su vieja imagen ética que ya viene muy desgastada por su asociación con el juez Claudio Bonadio en las causas contra Cristina Kirchner.

La alianza todavía está en el aire. Con la figura de Stolbizer, Massa pretendía contener el voto antiperonista que puede migrar hacia Cambiemos. Y Stolbizer sola no tiene ninguna posibilidad. Pero esa candidatura puede alejar del massismo el voto peronista que disputará con la alianza que presente el PJ con el kirchnerismo.

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