“Vamos a hacer las fotos afuera”, propone Daniel Scioli, que no lo dice, pero busca mostrar que su feeling con la gente sigue vigente. Y es así, en los metros que camina hasta la esquina de San Martín y Bartolomé Mitre varias personas se le acercan para saludarlo y pedirle una foto. “Vieron que yo no mentía, les dije lo que se venía”, repite, casi invariablemente. También lo dirá en el reportaje, además de anunciar que la semana que viene presentará un video tipo documental sobre aquel debate presidencial con Mauricio Macri del que se cumple un año. “Va a mostrar todo lo que se discutió allí y lo que pasó después. Es en agradecimiento a la militancia y a toda la gente que me acompañó”, explicará. Como todo manual de precandidato lo indica, Scioli dirá que es muy temprano para hablar de elecciones, pero se notan sus ganas de probarse de nuevo en las urnas, sus mejores aliadas a lo largo de su carrera política, y que no le parecería mal enfrentar a Florencio Randazzo, reflotando aquella interna que iba a ocurrir el año pasado y no fue. “Cuanto más abierto, participativo y exigente sea un proceso interno, mejor va a ser para el que le toque ganar”, dice.
–Hay sectores dentro del peronismo que todavía plantean que está pendiente una autocrítica por la derrota electoral. ¿Usted lo cree necesario?
–En mi vida soy naturalmente de hacer autocrítica. Hubo varios factores que incidieron en el resultado, y combinado con algo que fue muy potente en la campaña, que fue el uso de la palabra “cambio”. Si a usted le dicen que va a cambiar de trabajo por uno mejor, que vas a cambiar de casa, que vas a cambiar de auto, uno se entusiasma. Cuando la gente ve ahora los resultados, el cambio viene siendo un retroceso en el nivel de vida.
–Si las elecciones fueran hoy ¿el resultado sería diferente?
–La elección ya pasó. No quiero especular, la próxima elección va a ocurrir dentro de tres años. Lo importante ahora es alertar, que el Gobierno pueda tener una reacción positiva frente a lo que está ocurriendo. Cualquier indicador que uno tome, el de la construcción, el de la industria, el del consumo, todo va para abajo.
–¿No ve los brotes verdes?
–Están haciendo una combinación muy complicada para el presente y para el futuro de la Argentina. Cuando tenés un gran déficit fiscal, un hiperendeudamiento y una alta tasa de interés, es algo que ya hemos visto. En el tiempo es una espiral muy complicada. El endeudamiento genera condicionamientos. Después va a venir el Fondo y empiezan los signos de alerta. Te dicen que para pagar esa deuda o para renovarla hay que cumplir con ciertas condiciones que ya se empiezan a ver. Los recortes en Ciencia y Tecnología, en la universidad, en derechos humanos. Vuelven los indicios de privatizaciones. Hasta en el fútbol. Del Fútbol para Todos pasamos a hablar de sociedades anónimas.
–¿La frase de Macri sobre Aerolíneas Argentinas y los jardines de infantes?
–¿Por qué no vemos el impacto de Aerolíneas en la conectividad del país y el movimiento turístico? ¿Qué queremos, caer de nuevo en la Aerolíneas de Marsans, cuando desguazó los aviones, el simulador de vuelo y varios destinos del país quedaron absolutamente desconectados? Todo en nombre de la supuesta búsqueda de la rentabilidad económica. Había un camino intermedio, gradual, para ir abordando algunas cuestiones. Hay que pensar las causas profundas que generan que Argentina hoy tenga una agenda de estas características. ¿Qué pasó que de haber tenido la mayor distribución del ingreso y del crecimiento en Latinoamérica pasamos a discutir un bono de dos mil pesos?
–Lo que sostiene el Gobierno es que encontró un déficit enorme, con las cajas vacías y las cuentas en rojo, y lo que están tratando es de poner un poco de orden para empezar a reactivar la economía.
–Había problemas pendientes, pero también había una manera distinta de abordarlos. Con otras prioridades se hubieran resuelto a favor de la mayoría del pueblo. Cuando uno ve que los que más tienen aumentaron sus ingresos un 46 por ciento y los que menos tienen los redujeron, quiere decir que hubo una transferencia de ingresos muy importante. A los resultados me remito, hay un millón y medio más de pobres. Más de 250 mil nuevos desocupados y lo que se deterioró el tema de las changas. La industria sufriendo la baja del mercado interno y la apertura de las importaciones, que genera una competencia desigual en muchos sectores. Y utilizan algo muy positivo que se heredó, que es el desendeudamiento, para hiperendeudar al país.
–¿Cómo evalúa la reacción de la CGT ante este panorama que plantea?
–El Gobierno había prometido también en campaña la eliminación del Impuesto a las Ganancias. No solamente no se elimina sino que deteriora el poder adquisitivo y se eliminan puestos de trabajo. Hay que atacar las causas que generaron que hoy esté esta agenda laboral.
–¿La CGT tendría que ponerse más dura?
–Soy respetuoso de la CGT y de la representatividad que tiene el triunvirato que la conduce. Ahora, siento que en esta instancia tendría que ponerse más firme con el Gobierno. No en los términos de discutir “paro sí, paro no”, sino que se recupere el poder adquisitivo que se perdió. Si no hay movilidad social ascendente, si no hay consumo, las capacidades de pago después van a ser cada vez más difíciles. Cuando se canceló la deuda con el FMI fue a partir de haber puesto el país en marcha. No podemos tropezar dos veces con la misma piedra. No quiero que ahora digan que es la nueva versión de la campaña del miedo, pero veo la hoja de ruta que tiene el Gobierno por delante. Ya anunciaron un nuevo aumento de tarifas, el ABL, flexibilización laboral, aumento de salarios por productividad, aumento de la edad jubilatoria, arancelamiento encubierto de las universidades.
–Usted es vicepresidente del PJ. Cuando asumieron con José Luis Gioja realizaron varias reuniones pero ahora hace un tiempo que no se sabe nada. ¿No está un poco estático para este contexto tan preocupante que describe?
–A mí me parece que el peronismo en su conjunto está en ebullición, está en movimiento. Hay una gran cantidad de encuentros y sectores que se van conformando dentro del justicialismo. El desenlace de eso va a ser la democracia interna que tienen que tener todos los espacios políticos. Me parece bien que estén el Grupo Esmeralda, el Fénix, los gobernadores, que tienen que atender las necesidades de sus provincias y tener la mejor relación posible con el Gobierno. Sé lo que es estar en los zapatos de un gobernador.
–¿Cómo evalúa el encuentro de días atrás que juntó a todos los intendentes del PJ en Lobos?
–Fue muy importante. Cincuenta intendentes de la provincia de Buenos Aires dijeron “acá estamos” para hacernos eco de lo que le pasa a la gente. Parecía muy difícil que esos sectores estuvieran juntos en un mismo encuentro y se dio.
–Para evitar que surjan las diferencias los intendentes consensuaron dejar para más adelante el tema de las candidaturas, pero es algo que tarde o temprano va a tener que discutirse. Algunos plantean que el kirchnerismo ya es parte del pasado y otros no están de acuerdo. ¿Cómo se resuelve?
–Lo primero que hay que hacer es explicarle a la sociedad que no era “esto o el 2001”. Había una manera diferente de resolver los problemas. Luego, una propuesta clara con los temas de interés como la seguridad, el empleo, con lo social, la caída de la industria. El peronismo tiene que ser lo más amplio e integrador posible. Las candidaturas vendrán después, pero de lo que primero tenemos que hacernos eco es eso.
–¿Tiene vocación para ser nuevamente candidato?
–Tengo vocación para defender a la gente donde más crea que puedo ser útil.
–¿Cristina Kirchner tiene un papel que jugar en el futuro del peronismo?
–Pero ella misma se autodefinió en eso. Que no va a ser ningún obstáculo, que está para colaborar con su experiencia. Más allá de eso, no sé después en qué se va a traducir esto. Pero ella lo ha dicho con toda claridad, alentando que se abra un frente nacional y popular.
–A partir de algunas reuniones volvió a surgir ahora el nombre de Florencio Randazzo como posible candidato en la provincia de Buenos Aires. ¿Cómo vería esa postulación?
–Los procesos internos de los partidos están abiertos a todos los que tengan aspiraciones. Cuanto más abierto, participativo y exigente sea un proceso interno, mejor va a ser para el que le toque ganar.
–¿Le parecía bien que participe?
–Pero no por Randazzo, por cualquier dirigente que tenga aspiraciones. Respecto de las discusiones del año pasado, ya pasó. Yo no soy de renegar con lo que pasó.
–Hay quienes plantean la idea de un gran frente peronista, en el que también se sumaría al partido de Sergio Massa. ¿Lo ve factible?
–El ha sido claro. Está con su espacio, hay que respetarlo. No quiero estar comentando tanto lo que hacen los demás, ni comentando lo que hago yo. Quiero hacerme eco de lo que está pasando. La gente me dice: “defendenos”, “la estamos pasando mal”, “no llegamos a fin de mes”.
–¿Pero si el electorado peronista o de creencia nacional y popular vuelve a dividirse no le facilita las cosas a Cambiemos?
–Si Cambiemos percibió que la gente le decía “únanse en contra de”, y ahora ven lo que está sucediendo, a nosotros también nos van a decir “únanse” pero para defenderlos, no para estar en contra de nadie. La dinámica de las cosas nos va ir llevando a una unidad. Pero no podemos perder de vista que venimos de un 49 por ciento. Cómo recrear ese espacio con un eje en el peronismo pero la convergencia de muchos otros sectores con coincidencias en las políticas.
–¿Cómo ve la situación de la provincia de Buenos Aires y la gestión de María Eugenia Vidal?
–La provincia de Buenos Aires late al ritmo de las políticas nacionales. Si han generado un millón y medio de pobres, el 40 por ciento son de la provincia. Se ha generado un deterioro industrial, la mayoría de las automotrices están en la provincia. Los coches de gama media baja son los que más sufrieron la caída de las ventas.
–¿Cómo se entiende la suba de imagen de Vidal, que supuestamente hoy es la dirigente mejor considerada?
–Ha logrado una empatía con la gente y también una expectativa. Ahora tiene el desafío de responder a eso con resultados concretos. La provincia la habíamos entregado con la tasa más baja de desocupación, la más baja de deuda, la más baja de mortalidad infantil, con el doble de parques industriales. Con asignaturas pendientes y cosas para mejorar, claro. Prueba de ello es que el pueblo de la provincia de Buenos Aires cinco veces me acompañó y fui el dirigente más votado.
–Ya que se cumple un año del debate, entonces vale la pregunta: ¿en qué te han convertido, Daniel?
–En un defensor de la gente, de los intereses de las mayorías populares, frente a un gobierno que ha decidido concentrar políticas en beneficio de unos pocos.