Mié 11.02.2004

EL PAíS  › UN POCO DE AIRE EN MEDIO DE LA PRESION JUDICIAL

Bill Rhodes, sin inhibiciones

› Por Martín Granovsky

Instalada en un puesto inmejorable, la senadora Cristina Kirchner recibió ayer en Nueva York la seguridad de que el Citigroup no proyecta reducir su presencia en la Argentina. Se lo dijo el propio Bill Rhodes, el principal ejecutivo del grupo para la relación con los gobiernos de todo el mundo. Rhodes también produjo una noticia por lo que no mencionó: en 14 minutos de charla con la senadora, omitió aludir que la Justicia de Maryland inhibió el uso de un edificio argentino por demanda de un acreedor.
La inhibición, que no llega a ser un embargo, significa que el Estado argentino no podría convertir en dinero, si quisiera, la sede del agregado naval y otra docena de bienes. El embajador en Estados Unidos, José Bordón, minimizó el fallo. Dijo que los bienes diplomáticos están protegidos por la Convención de Viena, que rige las relaciones entre los Estados.
“Son fuegos de artificio”, dijo el presidente Néstor Kirchner. “Los bonistas están tratando de utilizar este tema como un factor de presión”, opinó Bordón.
En privado, funcionarios del Gobierno manifestaron mayor preocupación.
“Aunque ayer no salió una línea en ningún diario de Estados Unidos, el efecto de imagen puede ser malo”, reflexionó un funcionario que pidió reserva de su identidad. “No es bueno estar en el papel del inhibido cuando uno negocia”, dijo. “Y además, nunca se sabe dónde termina este tipo de cataratas.”
Tal como sugiere en el reportaje de esta página el procurador Horacio Rosatti, jefe de los abogados argentinos, la estrategia consistirá ahora en federalizar el tema. El Gobierno quiere que pase de la órbita de un Estado para llevarlo al plano nacional de Estados Unidos. La jugada se explica porque a nivel federal cobran importancia los fiscales, que dependen del Poder Ejecutivo y pueden guiarse también por criterios de necesidad o conveniencia política. En ese caso, dice el razonamiento oficial argentino, el Departamento de Estado o el del Tesoro, partidarios de no frenar la negociación por la deuda, podrían pedir comprensión a sus colegas de Justicia.
Por eso los funcionarios y la propia Cristina Kirchner estuvieron atentos, ayer, a cualquier señal que les indicara una escalada. Y no se produjo.
Rhodes, que preside el Council of Americas donde ayer disertó la senadora, viajó especialmente a Nueva York en su avión privado para encontrarse con ella. Quiso invitarla a cenar pero Cristina Kirchner ya tenía agendada una comida sólo con mujeres. “Quería conocerla”, comenzó diciéndole. “Le desmiento que el Citi piense en disminuir la presencia en la Argentina y le digo que nuestro encargado en Buenos Aires tiene la indicación contraria”, dijo. “Estamos allí desde 1914, pasamos muchas crisis y nuestra idea es incrementar la presencia, no reducirla.”
Rhodes fue elíptico sobre la negociación, pero de hecho no la dio por cerrada: “Sigo con atención la evolución de la crisis. No opinaré al respecto. Sí le aseguro que nada de lo que pasa ahora nos hace pensar en un cambio de planes”.
También le ofreció tanto a ella como al Presidente el Council para “exponer, argumentar y explicar en Estados Unidos la forma en que el gobierno afronta la actual situación”.
Con Rhodes y en el almuerzo del Council la senadora desplegó una misma argumentación: rechazo a toda visión del kirchnerismo como un proyecto anticapitalista y, a la vez, refuerzo de los cambios institucionales como la renovación de la Corte Suprema.
“Ni ahora ni en Santa Cruz Kirchner tomó una sola medida anticapitalista”, dijo. “Sólo siguió un espíritu de racionalidad que incluye no firmar nada que no pueda cumplir, al revés de lo que pasó con los 18 acuerdos anteriores con los acreedores.” Agregó que “cada argentino que el 24 de marzo de 1976 debía en concepto de deuda externa per cápita800 dólares, hoy debe aproximadamente 4500 dólares, lo que significa un crecimiento exponencial geométrico no solamente de la miseria sino también del endeudamiento. Durante la dictadura la deuda creció un 374 por ciento y luego, durante la última gestión del presidente Carlos Menem, un hombre de mi partido, creció el 123 por ciento”.
El lunes a la noche, en casa de Diego Herbstein, desplegó el mismo tono durante la reunión para juntar fondos destinados al Observatorio Argentina de la New School University.
“Terminar con la impunidad no es sólo un objetivo económico, porque hace a la viabilidad del país”, dijo, y defendió a los nuevos jueces de este modo: “A Raúl Zaffaroni le acaban de dar en Salamanca un doctorado honoris causa que no le dieron a Eduardo Moliné O’Connor. Y tanto George Bush como Colin Powell abrieron bien los ojos cuando le contamos los antecedentes de Carmen Argibay en el tribunal sobre los crímenes serbios”.

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