EL PAíS
› MARIO GOLOBOFF
“Sumó la realidad a lo fantástico”
Por Angel Berlanga
“Hay quienes dicen que hay dos Cortázar: el apolítico y el posterior a su apoyo a Cuba. Yo creo que la política estuvo siempre en sus textos, aunque de distinta manera”, dice Mario Goloboff, escritor, titular de la Cátedra de Literatura Argentina de la Universidad de La Plata y biógrafo del autor. “Cuando él era antiperonista, eso aparece en Casa tomada, Omnibus, Las puertas del cielo o Bestiario; pero es una posición que luego cambió”, explica, y con este argumento rebate a quienes, como Mario Vargas Llosa, establecen esta división como si la ‘decadencia’ de su literatura fuera por su adhesión a la revolución cubana.” “De ningún modo hay un debilitamiento en su escritura”, agrega Goloboff. “Muchos de los últimos cuentos que publicó en vida son excelentes.” Goloboff destaca la inclinación fantástica como un rasgo distintivo: “Cortázar es el único autor de género fantástico que, sin renunciar a él, incorpora el contexto político, social e histórico; ni Borges, ni Bioy Casares, ni Lugones, ni Horacio Quiroga, incorporan el grado de referencia real a la vida y la política cotidianas”, dice. Lo fantástico en lo cotidiano, subraya Goloboff, aparece en las explicaciones de Cortázar sobre el cuento: “El decía que nos movemos en el mundo real con una mirada racionalista y que eso no nos permite ver los fenómenos extraños en los intersticios de la realidad. Esa explicación es pertinente para muchos de sus relatos”.
–¿Cómo aparece lo biográfico?
–Hay muchas experiencias de su vida en sus cuentos. De chico era muy enfermo, asmático, con problemas de salud. El tema aparece en muchísimos relatos. Y creo que el hecho de que se mezclara tanto su vida y su obra, sobre todo con la política, hizo que se lo percibiera como una personalidad muy atractiva, por un lado, y muy polémica, por otra. Incluso eran polémicas muchas de sus aventuras literarias, como Libro de Manuel o Rayuela. Pero yo reivindico los valores literarios de Rayuela, que hizo un aporte importante a la renovación de la narrativa latinoamericana en torno al cuestionamiento de la lectura tradicional, al punto de vista narrativo.
–¿Cuáles son las principales controversias en su vida?
–Son más bien políticas. Hay una gran controversia en los ‘60 sobre su actitud: qué hace Cortázar en París hablando de la revolución en América latina, mientras nuestra generación estaba acá, peleándola. Ese fue un cuestionamiento de toda la intelectualidad de izquierda en la Argentina y en América. Cortázar se enganchó mucho, porque le interesaba la opinión que se tenía de él acá. En Casa de las Américas hubo otra polémica con Oscar Collazos sobre el papel de la literatura en la revolución. Y hubo otra, suscitada durante la dictadura por Liliana Heker, que le reprochaba a Cortázar que hablara desde el exilio de temas que no conocía. Esta polémica se cerró una vez recuperada la democracia gracias a gente como Ricardo Piglia y Beatriz Sarlo, que abogaron para que se terminara con esa dicotomía entre quienes estaban en el país y los que estaban afuera. Cortázar jugó un papel muy importante con sus denuncias sobre los crímenes del Proceso, hizo pesar su prestigio, militó y ayudó en lo que pudo. Esos fueron sus principales conflictos en relación a su papel de escritor.
–¿Y en lo personal?
–En la infancia él vive varios traumas. Es bilingüe casi desde su origen, porque nace en el extranjero siendo hijo de argentinos y vuelve al país siendo muy chico: eso ya significa algo para la lengua. Y a los seis años su padre se va de la casa y no vuelve; se dice que Cortázar lo vio solo una vez, cuando ya era un muchacho. Como consecuencia, él se crió en un universo femenino, con su madre, su hermana y sus tías. Eso en un extremo de su vida; en el otro, alguna versión murmura que Cortázar murió de sida, pero no lo creo. Ya estaba enfermo antes de la muerte de Carol Dunlop, y creo que él se muere de la muerte de ella. Le escribió cartas a su madre en las que dice que la vida para él ya no tenía sentido. Yo creoque a la muerte de ella está absolutamente terminado, y muere de alguna enfermedad que arrastraba, probablemente leucemia.
–¿Qué postura tenía Cortázar respecto a la publicación de los inéditos, obras como Diario de Andrés Fava, que aparecieron después de su muerte?
–Supongo que su actitud era no publicarlos. Pero es un misterio. Como ocurrió con otros escritores, más allá de lo que hayan dicho. Cuando Kafka le dice a Max Brod que queme los originales, uno se pregunta por qué no los quemó él, directamente, si en verdad quería que no se publicaran.