EL PAíS
› NUEVA CRITICA CATOLICA A LA JURISTA CARMEN ARGIBAY
Los reclamos de la Pastoral
Otro sector de la Iglesia cuestionó la candidatura de Argibay para la Corte Suprema por sus posiciones sobre el aborto. “No juguemos más”, dicen. La jueza ya había dejado clara su posición sobre el tema.
La Iglesia Católica volvió a cuestionar ayer la postulación de Carmen Argibay como integrante de la Corte Suprema de Justicia y advirtió una vez más sobre el riesgo de despenalizar el aborto. En contra de la jurista propuesta por el presidente Néstor Kirchner para sumarse al máximo Tribunal, se alzó en esta ocasión la voz del Secretariado para la Familia de la Comisión Episcopal de Pastoral Familiar. “Sabemos que la vida es vida desde que hay un nuevo genoma, no juguemos más”, sostuvo ese organismo eclesiástico y calificó como “un error republicano” la nominación de Argibay.
El eje del nuevo cuestionamiento de la Iglesia a la postulación de Argibay no es novedoso: el problema para el clero es la postura de la jurista a favor de la despenalización del aborto. Así surge claramente del comunicado difundido por el Secretariado para la Familia, que advierte que Argibay es una persona que se manifiesta “proclive a la reforma de un precepto constitucional”, como es la defensa de la vida desde la concepción.
El documento –firmado por el titular de ese organismo, Carlos Ariza– también apuntó a desestimar los argumentos de quienes hacen eje en la gran cantidad de abortos clandestinos que existen en el país. “Dios nos libre –dice en ese sentido– de que a alguien se le ocurra pedir la legalización de los secuestros express, los extorsivos o las violaciones, porque ocurren tantos y por qué no darles un marco legal.”
“Sabemos que la vida es vida desde que hay un nuevo genoma, no juguemos más”, señaló además el Secretariado para la Familia y agregó que “lo que pretendemos es defender la vida, como sea, porque es el primero de los bienes y derechos de todos y cada uno de los seres humanos”.
El documento de ese organismo eclesiástico se suma al que difundió el Episcopado el 3 de febrero pasado. Entonces, la conducción de la Iglesia reiteró su oposición al aborto y criticó, aunque sin nombrarla, la postulación a la Suprema Corte de Argibay. El pliego de Argibay debe ser sometido ahora a audiencia pública, y cumplido ese trámite debe ser aprobado por la Cámara de Senadores.
Tras lamentar que “en nuestro país se ha instalado nuevamente el aborto como un tema fundamentalmente mediático”, el Secretariado para la Familia subrayó que “la designación en la Corte de una persona que se manifiesta proclive a la reforma de un precepto constitucional nos parece sencillamente un error republicano”. Al respecto, añadió que “si un ciudadano quiere cambiar leyes o la mismísima Constitución, debe presentarse como candidato a diputado y, si es votado, propiciar cualquiera o ambas cosas desde su banca buscando los apoyos y/o consensos correspondientes”. A favor de ese argumento, recordó que la “facultad de los legisladores es legislar, y la de los jueces de la Corte interpretar las leyes a la luz de la Constitución y preservarla. No parece que sean necesarios más argumentos”.
En relación con ese tipo de críticas, la propia Argibay había destacado que la sorprendía la repercusión que habían tenido sus declaraciones sobre el aborto, ya que su posición sobre el tema era conocida. “Pero yo no soy legisladora, no hago las leyes y, en todo caso, si me nombran, mi trabajo será hacer cumplir las leyes”, despejó de antemano las dudas que plantea la Pastoral Familiar.
Desde Holanda, donde se desempeña como jueza del Tribunal Internacional Criminal, Argibay había explicitado su posición. “Hay una sociedad muy hipócrita que no quiere darse cuenta de los problemas que enfrenta. El aborto es una cuestión traumática para cualquier mujer y descriminalizarlo no quiere decir mandar a abortar a todo el mundo. Pero el aborto existe y es una de las mayores causas de mortalidad de las mujeres jóvenes y sobre todo de las que están en la pobreza.”
También ridiculizó las críticas sobre su definición de “atea militante”. “Nadie puede ser militante de una no creencia, es absurdo”.
Más allá de la discusión planteada por sectores de la Iglesia, el verdadero debate sobre su postulación se concentrará en sus aptitudes profesionales para el cargo. Y en ese terreno, nadie hasta ahora siquiera intentó una crítica.
Subnotas