EL PAíS
› CRISTINA KIRCHNER, ENTRE SANTA CRUZ, BUENOS AIRES Y LA CAPITAL
En el 2005 seguro, la duda es dónde
La senadora puede figurar en las listas de Santa Cruz, pero el Gobierno no descarta jugarla en la provincia de Buenos Aires y tampoco para frenar a Macri otra vez, con vistas al 2007.
› Por Fernando Cibeira
“Cristina será candidata en el 2005, eso seguro. Ahora si será en Santa Cruz, en provincia de Buenos Aires o en Capital, todavía no lo sabemos.” La frase pertenece a un funcionario muy cercano al presidente Néstor Kirchner que suele participar de las largas sobremesas de trasnoche en Olivos, uno de los pocos ámbitos en los que los hombres del gobierno hablan abiertamente de política. Los Kirchner hoy surfean en la cresta de la ola de las encuestas y la carta de Cristina candidata en alguno de los distritos más importantes ya es casi una fija en la ingeniería transversal que impulsa la Rosada. Lo de la provincia es sabido pero ahora se especula también con la Capital. ¿Por qué? Para que funcione como obstáculo a las ambiciones de Mauricio Macri, a quien en el Gobierno imaginan como el rival más peligroso que pueden oponer los sectores de derecha en el 2007.
En la Rosada insisten en que si la dejaran elegir a Cristina, ella optaría por presentarse de nuevo para renovar mandato como senadora en Santa Cruz, su patria chica adoptiva. Lo que sucede es que en plena euforia K, en la provincia del Presidente ganaría cualquier candidato que reciba la bendición oficial así no lo conozca ningún santacruceño. De ahí que se piense en una misión más complicada para la mejor candidata que, hoy por hoy, puede ofrecer el Gobierno.
La posibilidad de la provincia de Buenos Aires fue lanzada dos meses atrás por el subsecretario general de la Presidencia, Carlos Kunkel, como un insidioso globo de ensayo. Según comentan cerca del Presidente, si a Hilda “Chiche” Duhalde esa frase le cayó tan mal es porque Eduardo Duhalde manejaría una encuesta de la provincia en que la diferencia entre las dos primeras damas de la política favorecería a Cristina por un margen aún mayor que el que se difundió públicamente.
El lanzamiento que propuso Kunkel –Cristina senadora en el 2005 y gobernadora en el 2007– tenía como objetivo el de funcionar como anzuelo para los dirigentes bonaerenses no alineados o que no se sienten a gusto dentro del duhaldismo. Pero la propia primera ciudadana puso en tela de juicio el alcance real de la jugada dado que desde aquel momento en todas sus entrevistas evitó responder sobre candidaturas con el argumento de que no fue ella quien habló de esa posibilidad.
Con todo, ya sea que la candidatura recaiga en Cristina, en Chiche o en cualquier otro de los varios postulantes que puede ofrecer el duhaldismo, el triunfo del oficialismo en territorio bonaerense no está en duda. Sobre todo porque no hay rivales de riesgo a la vista.
La primera porteña
Diferente es la situación en la Capital Federal, el distrito vidriera del país. La líder del ARI, Lilita Carrió, ya avisó que se postulará como candidata a diputada. Incluso, en conversaciones con sus allegados, la propia Lilita ya da por sentado que la candidata del Gobierno será Cristina Kirchner. “¿A qué otro tienen para poner?”, se pregunta Carrió, quien representa la competencia del gobierno en la seducción del electorado progresista porteño.
Esa misma pregunta, la de los posibles candidatos, ya fue debatida en algunas sobremesas en Olivos. Momentos en que el Presidente se distiende y especula con sus amigos sobre el futuro. Allí no entran muchos. Sólo los íntimos como el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el jefe de la SIDE, Héctor Icazuriaga; o el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zanini.
Ellos, deducen, cuentan con tres posibles candidatos en la Capital. Son tres integrantes del gabinete: el canciller Rafael Bielsa, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, y el propio Alberto Fernández.
Bielsa, en estos momentos, es quien contaría con más posibilidades. El canciller era precandidato a jefe de gobierno antes de acoplarse a la estrategia kirchnerista de sumar voluntades para Aníbal Ibarra. Ahora tendría la oportunidad de retomar su carrera política en el distrito. Lavagna es otro buen candidato que no disimula sus ganas de quitarse algún día el traje de economista y ponerse el de político. Mantiene una buena relación con Eduardo Duhalde y una más complicada con el Presidente. Fernández, sin dudas, sería de los tres el favorito de Kirchner. Además, una candidatura a diputado le serviría de trampolín para la jefatura de gobierno a la que aspira en el 2007.
Uno de los obstáculos que tendrían estas candidaturas pasaría por la voluntad de Kirchner de desprenderse o no de ellos dos años antes de terminar su mandato presidencial. En ese sentido, Bielsa llevaría ventaja porque la Cancillería aparecería como un puesto más sencillo para buscar sustituto. Tanto la salida de Fernández –mano derecha del Presidente– como de Lavagna –el arquitecto de su política económica– serían más traumáticas para la marcha del Gobierno.
Pero quien tendrá la última palabra serán las encuestas. Lo que se dice en Olivos es que el peligro de la elección en Capital no pasa por Carrió –a quien ven como dueña de una porción acotada del electorado progresista– sino por Macri. Un amigo del Presidente enumeró a Página/12 las razones: “Es joven, exitoso, tiene la popularidad que da la presidencia de Boca y en la Capital hizo una buena elección”. Hundido Carlos Menem, desaparecido Ricardo López Murphy y con Carlos Reutemann víctima de sus propias dudas, ven a Macri como el líder potencial del espacio de centroderecha y rival de Kirchner en el 2007.
Pero esa posibilidad tendrá sustento si Macri gana en la elección de diputados del año que viene. El Gobierno, entonces, intentará cortar su camino poniéndole al candidato que las encuestas demuestren que lo puede derrotar. Y si ninguno de los tres ministros está en condiciones de hacerlo, será el momento de Cristina en la Capital.
En principio, la semana pasada tuvo una muestra de su buen momento. Kirchner, Cristina y su hijo Máximo fueron a comer a la Parrilla Rosa, en Las Cañitas, y debieron saludar gente hasta de los restaurantes vecinos.