Lun 01.03.2004

EL PAíS

Argentina y Brasil radiografiados por un argentino y un brasileño

Kirchner y Lula acordaron un encuentro en San Pablo el 10 de marzo para empezar a discutir una postura frente a los organismos multilaterales de crédito. El arreglo fue anunciado con más entusiasmo por la Argentina que por Brasil. Un análisis de puntos comunes y diferencias.

› Por Claudio Scaletta

El economista Aldo Ferrer y el reconocido politólogo brasileño Helio Jaguaribe han abogado desde siempre por dos de las cuestiones centrales que en pocos días más discutirán los gobiernos de Argentina y Brasil: La necesidad de construir entre los dos países una estrategia regional común, en especial frente a los organismos financieros internacionales, y la posibilidad de conseguir un desarrollo económico sostenido sobre la base de una integración productiva asentada en recursos propios. Así lo establecieron en numerosas obras, incluso conjuntas, que ya tienen el carácter de clásicos. En diálogo con Página/12 se mostraron esperanzados con la alternativa abierta en Caracas por los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva y Néstor Kirchner, aunque reconocieron que la tarea por venir no será fácil.
“Mientras los acreedores siempre tuvieron su club, primero el comité de bancos y luego el FMI, nuestros países siempre negociaron aislados. Es hora de cambiar esta situación”, consideró Ferrer rememorando la experiencia del “Consenso de Cartagena”, cuando tras la restauración democrática se intentó, sin éxito, construir un Club de Acreedores. No obstante, consideró que existe una limitación importante para una política común. “Brasil está con una deuda de mercado. Las señales amistosas para la Argentina en default podrían tener efectos negativos para ellos”, describió. “Argentina, en cambio, tiene una deuda administrada y, salvo con los privados, bastante normalizada, lo que determinó que indicadores tales como el riesgo país se hayan vuelto irrelevantes”, explicó. Esta diferencia entre una deuda de un país que todavía permanece en los mercados internacionales y está en recesión y otro que se mantiene fuera de ellos y crece muestra también una realidad que los iguala. Para Ferrer, Brasil y la Argentina son “países capaces de generar un excedente de pagos internacionales. Ambos tienen una base de recursos y niveles de ahorro propios muy altos que les permitiría lograr un fuerte desarrollo nacional”. Esto significa que “pueden vivir con lo suyo, no necesitan de la inversión extranjera”. El ex ministro de Economía recordó que “en todos los países del mundo, la inversión extranjera es sólo complementaria”.
Desde Río de Janeiro, Jaguaribe dijo telefónicamente a este diario que los dos países “no pueden tener un destino aislados. Sólo hay un futuro grande juntos”. “Desde que Argentina comenzó a reestructurar su deuda estaba esperando que exista una señal de apoyo clara de Brasil”, afirmó. “Tal vez, la caída de la actividad económica le haya mostrado a Lula que debemos hacer una revisión del modelo. Lo mismo que él pedía durante el gobierno de (Fernando Henrique) Cardoso”, destacó. En línea con Ferrer, Jaguaribe sostuvo que “es mentira que necesitemos del capital internacional para continuar nuestro desarrollo porque nuestras economías tienen una gran capacidad de ahorro interno. A ello se suma, como quedó demostrado en las negociaciones por el ALCA, que juntos somos más capaces de resistir las presiones internacionales”, concluyó.
Pero el camino hacia las potencialidades y bondades de un acuerdo para negociar conjuntamente frente a los organismos financieros no será fácil. El hecho que Brasil continúe dentro de las actuales reglas del sistema financiero internacional significa una fuerte restricción para cualquier alianza estratégica. “El gran interrogante es si Brasil será capaz de realizar un planteo unilateral”, sostuvo Ferrer. “Sólo en ese caso podrá existir una potencial convergencia que, si se produce, no convendrá que se plantee en términos de enfrentamiento”, completó.
Para los dos especialistas existe un incentivo claro para intentar negociar juntos. El aliciente es la experiencia argentina desde la salida de la convertibilidad. “Logramos salir de la crisis sin el apoyo de los organismos, con fuerte crecimiento y con un grado de gobernabilidad que no teníamos hace mucho tiempo”, concluyó Ferrer. El problema es que se trata del mismo ejemplo que preocupa a los países que controlan al FMI, “efecto demostración” que es necesario contrarrestar.

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