EL PAíS
› OPINION
Dos temas centrales
› Por Luis Bruschtein
Este segundo discurso del presidente Néstor Kirchner ante la Asamblea Legislativa no produjo la sorpresa del primero, pero repitió las paradojas que se fueron perfilando desde aquel momento hace nueve meses. El discurso fue más aplaudido por muchos que tiempo atrás apoyaban exactamente lo opuesto y en cambio fue seguido con cierto escepticismo por otros que tiempo atrás lo tomaban como propio.
La realidad juega estos chistes a la política, pero es la que tiene la voz de mando. Cuando se producen estos cruces los políticos no pueden demandar a la realidad, sino a sí mismos. La falla está en ellos, de uno u otro lado. Cuando se dan estas situaciones es la realidad la que demanda a los políticos y emite señales de advertencia de que algo no funciona en sus enfoques.
La propuesta presidencial surge de una visión distinta a la de la era menemista neoliberal. Fue una época en la que en el peronismo estas ideas sólo eran sostenidas por grupos muy minoritarios, ya que la mayoría se encolumnó detrás de Menem. En todo caso, estaban más expresadas en sectores del movimiento social, el movimiento de derechos humanos, sectores del movimiento piquetero y del movimiento obrero combativo. No se trató nunca de un programa, sino de reivindicaciones concretas sobre algunos problemas específicos y graves. La mayoría de estos puntos están identificados en el discurso de Kirchner y el sentido general de sus propuestas tiene más que ver con el espíritu de quienes levantaron esos reclamos que con el de los que siempre se opusieron a ellos.
Forzar la realidad con argumentos como la inagotable capacidad del peronismo para resurgir de sus cenizas, y así justificar los bruscos reposicionamientos de los oportunistas, es priorizar el enfoque sobre la realidad y caminar en terreno pantanoso. Forzarla para tratar de demostrar que no cambió nada es cometer el mismo error y caminar en el aire. Así como el Gobierno camina con sectores del PJ que antes fueron menemistas, sectores del centroizquierda y la izquierda coinciden con conservadores y neoliberales no peronistas que apoyaron al menemismo o a las propuestas más reaccionarias.
El discurso de ayer identificó con claridad dos temas centrales: la deuda externa y la pobreza. Son dos temas que no pueden quedar encerrados en este embudo estrecho que se plantea entre oposición y oficialismo, por más legítimo que sea ese juego en democracia, sobre todo si esa discusión viene además atravesada por el reduccionismo anacrónico y ahistórico, y por lo tanto falso, entre peronismo y antiperonismo. Son temas que exceden a un gobierno en particular o a cualquier partido político.