EL PAíS
› LAVAGNA Y KRUEGER HABLARON POR TELEFONO.
FUE UN AVANCE TIBIO EN UNA TENSA NEGOCIACION
La mamá de Freddy mostró cuál es su estilo
Krueger le dijo que no habrá gesto público adelantando el visto bueno a la segunda revisión del acuerdo. Y preguntó por qué está demorado el decreto del sindicato de bancos. Lavagna piensa que se aprobará el acuerdo. Pero quiere saber cuáles son las condiciones que fijará el FMI para la tercera revisión.
› Por David Cufré
Los nervios, las reuniones hasta cualquier hora, los contactos telefónicos entre Washington y Buenos Aires seguirán por varios días más. “Todavía hay que trabajar para que el Directorio del Fondo apruebe las metas”, precisó una alta fuente del Ministerio de Economía. El suspenso no es ninguna novedad en la relación entre Argentina y el organismo en los últimos dos años y, otra vez, se verá la misma película. Así lo comprendió Roberto Lavagna tras concluir su primera charla con la flamante número uno del FMI: Anne Krueger. La dama de hierro –que en su conversación con el ministro hizo un esfuerzo por parecer cordial– llamó ayer al mediodía para cumplir con el gesto protocolar de informar su llegada a la jefatura del FMI, pero también para meterse de lleno en los temas calientes de la negociación. La conclusión fue que aún no hay fecha del Directorio para tratar la revisión del acuerdo, que hay reclamos puntuales al Gobierno y que las cosas, a pesar de todo, han avanzado un poco. “La negociación está encaminada, pero no terminada”, resumieron en Hacienda.
En esa conversación y en una reunión previa que Lavagna mantuvo con un destacado grupo de economistas y consultores (ver nota aparte) surgieron una serie de definiciones trascendentes. Un resumen de esos temas, que van corriendo el velo sobre cuáles son las ideas del Gobierno respecto de la reestructuración de la deuda y en qué estado se encuentran las discusiones con el FMI se exponen a continuación:
- Krueger le anticipó a Lavagna que el FMI no tiene predisposición a enviar la señal que espera Argentina. Al menos, no una señal pública, con un comunicado o con declaraciones como las que hizo Köhler –informando su recomendación al Directorio para que aprobara la auditoría– en la primera revisión.
- La nueva jefa del FMI expresó con todas las letras que la demora en la sanción del decreto que ratifica la constitución del sindicato de bancos, compuesto por Merrill Lynch, UBS y Barclays, es una traba concreta para dar el visto bueno al cumplimiento de las metas. Lavagna, ante los economistas, había protestado contra la Procuraduría del Tesoro por esa demora. El organismo tiene sus razones para seguir estudiando el tema.
- El Grupo de los 7 seguirá sin definir qué entiende por una negociación de “buena fe” con los acreedores, lo que le permite variar todo el tiempo –y presionar con ello– su postura hacia Argentina.
- El alejamiento de Köhler significó un contratiempo serio. En la relación entre el ministro y el alemán se habían llegado a establecer códigos que eran importantes frente a cada instancia de aprobación de las metas. Ese vínculo, que terminaba significando un apoyo, no existe con Krueger, quien tiene una relación tirante con Lavagna, Guillermo Nielsen y medio gobierno.
- Un ministro del ala política, que estuvo en contacto con Lavagna, definió a Página/12 que en la Casa Rosada se piensa que la semana que viene llegará “como siempre, sobre la hora o después” la aprobación de la segunda auditoría de las metas.
- Se descarta un pago inicial a los acreedores, que el FMI pide que sea de 5000 millones de dólares, pero Lavagna ya está planteando abiertamente que la quita será del 75 por ciento en valor presente. El tecnicismo sobre si ese porcentaje de quita está expresado en valor presente neto o es nominal encierra, en verdad, una definición de primera magnitud. La diferencia son unos 12.000 millones de dólares más en favor de los tenedores de bonos, que recuperarían de ese modo unos 32.000 millones en lugar de 20.000 millones que surge de la Propuesta Dubai.
Lavagna fue claro en su encuentro matutino con los economistas sobre cuál es la preocupación en este momento respecto al FMI: “No importa tanto la aprobación de estas metas sino los condicionamientos que fijará el Fondo para la próxima revisión”. Eso quiere decir dos cosas. La primera, como se acaba de mencionar, es que el Gobierno supone que de un modo un otro, con más o menos chicanas, el FMI dará por pasado el segundo examen. Las certezas se diluyen cuando se plantea qué pasará con el vencimiento de 3100 millones de dólares del próximo martes. Néstor Kirchner y Alberto Fernández insisten en que no se pagará sin una señal. Lavagna escucha opiniones en contrario, pero considera, como el Presidente, que no conviene pagar sin tener certezas. Y esa es la segunda cuestión. Lavagna quiere una confirmación –y así se lo pidió ayer a Krueger– de que el organismo no planteará exigencias incumplibles para la revisión de junio.
“Es importante el documento que Krueger elevará al Directorio del FMI. No alcanza con que se aprueben estas metas, sino que es crucial que no surja un ultimátum.” Estas fueron las palabras de Lavagna ante los consultores. La revisión de junio asoma, antes de que termine este partido, como un desafío todavía más peligroso. De allí que Lavagna se inclina por no pagar ahora de cualquier modo, aunque suponga que el Fondo reintegrará el dinero.
Una de las razones de la confianza del jefe de Economía para esta revisión es que Krueger le reconoció ayer que el Gobierno cumplió con dos de los pedidos que Köhler le formuló en la reunión de hace un mes en Miami: la formación del sindicato de bancos –aunque le reprochó y le advirtió por la falta del decreto que lo ratifica– y con no plantear más que la quita será del 75 por ciento nominal. Además, las metas fiscales y monetarias están sobrecumplidas y la economía crece a buen ritmo.
La preocupación por junio, según dijo Lavagna en su encuentro con los economistas, es porque en ese momento el FMI planteará que para 2005 el superávit fiscal debe subir a 4 por ciento del PIB y que el dólar tiene que bajar, a fin de que el excedente fiscal en pesos sirva para comprar más divisas y de ese modo aumenten los pagos a los acreedores. “No lo vamos a hacer”, insistió el ministro. Lo mismo dijo sobre un pago inicial, “de buena voluntad”, a los tenedores de bonos. “El Fondo quiere que pongamos 5000 millones de dólares y nosotros tenemos otras necesidades internas que atender”, enfatizó.
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