El viernes, en Córdoba, el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra; el intendente de la ciudad, Luis Juez, y el ex intendente de Rosario Hermes Binner inauguraron un “espacio transversal” de perfil progresista, ni totalmente oficialista ni empecinadamente opositor. Aunque fue un gesto político fuerte, el lanzamiento encierra una serie de desafíos que, por el momento, parecen difíciles de enfrentar.
La organización
En el encuentro, el trío de dirigentes hizo esfuerzos por encontrar un término que definiera lo que estaba haciendo. Trataron de evitar palabras como “partido” o “alianza”, y prefirieron hablar de “espacio”. “Sería una pérdida de tiempo ponernos a armar un nuevo partido político, porque terminaría llevándonos a lógicas que queremos evitar. Por ejemplo, que Ibarra tenga que apoyar a un candidato suyo en contra de uno de Juez”, explica uno de los asesores del jefe de Gobierno.
Aunque el riesgo de caer en los vicios partidistas es irrefutable, también es cierto que el “espacio” deberá adoptar algún tipo de consistencia orgánica si quiere sostenerse en el tiempo. “Vamos a ir de a poco. Por ahora son tres referencias territoriales fuertes, que gobiernan distritos que representan al 20 por ciento del padrón nacional”, aseguran cerca de Juez.
El próximo paso es el trabajo coordinado en el Congreso. La senadora Vilma Ibarra y el senador Carlos Rossi, cercano a Juez, ya estuvieron dialogando. En la Cámara baja, los legisladores que ingresaron por la lista de Juez se sumarán a la pequeña bancada ibarrista –integrada por Margarita Jarque, Silvana Giudice y Julio Accavallo– para formar un interbloque de siete diputados.
La agenda
Otro de los desafíos es la búsqueda de una agenda propia, que les permita ubicar ciertas cuestiones en el centro del debate y al mismo tiempo marcar diferencias con el gobierno. En el cónclave del viernes, Ibarra, Binner y Juez mencionaron la reforma política, un tema en el que Kirchner –condicionado por la tensa relación con la estructura del PJ– tiene serias dificultades para avanzar. “La idea es encarar la cuestión impulsando reformas políticas profundas en nuestros distritos”, explica uno de los operadores de Ibarra.
En cualquier caso, y por más importancia que tenga, la reforma política parece una cuestión demasiado puntual, insuficiente para sostener programáticamente un espacio autónomo de la Casa Rosada. “El problema es que el Gobierno está en permanente ofensiva. Uno tiene que estar constantemente fijando una posición respecto de las iniciativas que impulsa, y eso nos deja poco lugar para jugar temas propios”, agregan cerca del jefe de gobierno.
Los aliados
En los planes de Ibarra, la reunión con Binner y Juez continuaría más adelante en un encuentro ampliado, del que participarían otros referentes distritales. Uno de los mencionados, el ex intendente de Cipoletti Julio Arriaga, estuvo el viernes en Córdoba. Pero otro, el intendente de Morón, Martín Sabbatella, decidió no sumarse a un espacio que consideró excesivamente cercano a Kirchner.
“Hay algunos referentes del interior que podrían incorporarse. El problema es que gestionan localidades pequeñas. Hay intendentes radicales con los que se podría conversar, como el de Mar del Plata, Daniel Katz, pero es difícil que rompan con el partido. Y hay otros, como el intendente de La Banda, Héctor ‘Chabay’ Ruiz, que se encolumnaron detrás deKirchner”, sostienen cerca de Juez, en un rápido repaso de posibles aliados. “De todos modos, en la medida en que esto se fortalezca, seguramente se van a acercar otros dirigentes”, agrega.
La relación con el Gobierno
Aunque el viernes coincidieron en marcar su autonomía, la posición no es exactamente la misma en cada uno de los tres casos. Estrangulado por la falta de fondos, Juez necesita aliados para enfrentar a su archienemigo José Manuel de la Sota. “Asumió en una intendencia quebrada. De la Sota no se lo esperaba, y ahora bloquea los fondos de coparticipación. Necesitamos romper el aislamiento con nuevos socios políticos y una relación más directa con el gobierno nacional”, explica uno de los voceros del intendente.
Ibarra no requiere fondos de coparticipación –la Ciudad aporta y casi no recibe–, pero en cambio sí necesita el apoyo del Gobierno para llevar adelante la gestión. Unico sobreviviente de los lejanos tiempos de la Alianza, el jefe de Gobierno quedó políticamente aislado frente a un radicalismo en decadencia y un peronismo en permanente ofensiva. “La relación con el Gobierno es clave para gobernar una Ciudad como Buenos Aires, donde la mayoría de los temas tienen que ver con la Nación”, explican cerca del jefe de gobierno.
Lo de Binner es más complicado. Aunque tiene una buena relación con Kirchner, es difícil, casi imposible, que el Presidente se decida a apoyarlo en contra del PJ de Santa Fe. “Hay buena onda y coincidencias, pero hasta ahí llega el amor”, explican cerca del rosarino.
La relación con Carrió
Convencida de que su lugar es el liderazgo de la oposición, Elisa Carrió optó por no sumarse al encuentro del viernes. Es más: la chaqueña está decidida a ir a fondo presentándose como candidata a diputada en las elecciones del año que viene. Con una diferencia: esta vez no lo hará en Chaco, sino en la Capital. Y ése es el gran problema de Ibarra.
En las presidenciales, el ex fiscal logró esquivar una definición, argumentando que tanto Kirchner como Carrió representaban los ideales progresistas. En las elecciones porteñas, la candidatura-cuco de Mauricio Macri le permitió conseguir el respaldo de los dos dirigentes. El año que viene, sin embargo, deberá optar: o Carrió o el candidato que respalde el presidente.
Aunque sostienen que todavía hay tiempo, sus íntimos aseguran que, si los comicios fueran hoy, Ibarra no dudaría en apoyar al elegido de Kirchner. “Igual falta mucho”, se tranquiliza un ibarrista, que –por las dudas– juega con posibles alternativas para enfrentar a Carrió: Cristina Kirchner o Roberto Lavagna. “A Aníbal le gusta más Lavagna”, confiesa. En cuanto a los otros integrantes del trío transversal, la figura de Carrió no representa un problema, al menos por ahora. En Córdoba, el ARI tiene una estructura débil, por lo que Juez no tiene de qué preocuparse. Binner, en cambio, mantiene una relación amigable con la chaqueña.
El Socialismo
La relación de Binner con la estructura de su partido es complicada. Luego de su derrota en las elecciones de Santa Fe, los operadores del rosarino señalaron a Rubén Giustiniani como el principal responsable. Giustiniani, que controla los resortes de la estructura partidaria, habría privilegiado su candidatura a senador por sobre la pelea mayor por la gobernación. “Si hacíamos una alianza con el ARI ganábamos. Pero Giustiniani quería asegurarse la banca, que Carrió no estaba dispuesta a darle, y por eso trabajó en contra”, se quejan cerca de Binner.
Ahora, según sostienen sus íntimos, Binner estaría dispuesto a enfrentar a Giustiniani, algo que muchos le reclaman desde hace tiempo. En este contexto, la reunión del viernes fue una muestra de independencia: el ex intendente viajó a Córdoba sin el respaldo oficial del Socialismo y sin Miguel Lifschitz, que no quiso desautorizar el mandato partidario. “La reunión le sirve a Binner para fortalecerse internamente”, explica un funcionario cercano a Ibarra, que aprovechó el viaje para dialogar con el rosarino.
En conclusión
No son sencillos los desafíos que enfrenta el trío. Hay aspectos institucionales, como la forma que adoptará el espacio. Hay cuestiones políticas, sobre todo en las diferencias de criterio en la relación con el Gobierno. Y también hay aspectos personales: Ibarra y Juez, por ejemplo, apenas se conocen. En este contexto, el acto del viernes fue apenas el punto de partida. De la capacidad de superar estos desafíos depende que el espacio transversal se transforme en algo concreto o que se convierta en otro intento fallido del progresismo argentino.