Lun 08.03.2004

EL PAíS

“Yo militaba como si fuera un testigo de Jehová”

El líder piquetero Raúl Castells explica su peculiar estilo de liderazgo, el frente que quiere construir, su candidatura a presidente y sus odios y amores en el movimiento.

› Por Laura Vales

Los que denuestan a Raúl Castells porque parece un pastor evangelista difícilmente sepan que el piquetero aprendió ese estilo de los predicadores de la Plaza Constitución. Iba a mirar los sermones nada más que para entender cómo hacían lo que hacían, fascinado por el impacto hipnótico que esos hombres conseguían sobre sus fieles. Y es que para este dirigente personalista, amigo de las declaraciones escandalosas, que acaba de lanzar su candidatura a presidente junto con un llamado a no pagar los impuestos, la propaganda y la agitación no son temas menores.
Para el gran público, Castells se hizo conocido en los ‘90 por un episodio fortuito, cuando en una protesta de jubilados en la que secundaba a Norma Pla tiró al piso de un empujón a Aldo Rico y en el porrazo le hizo perder dos dientes al carapintada. Desde entonces pasaron más de diez años en los que Castells construyó el MIJD (Movimiento Independiente de Jubilados y Desocupados), una organización que gira férreamente en torno a su figura. En las marchas, sus integrantes usan chalecos con su cara. Ninguna otra organización piquetera lo hace: a lo sumo, llevan las de Evita o el Che.
De la misma manera, los vehículos de los cartoneros del MIJD pasean el retrato de Castells por la ciudad. Y ¿quién podría olvidar la escena que lo mostró al término de un protesta en el Ministerio de Desarrollo Social, blandiendo ante la multitud un cheque arrancado al Gobierno?
En la sede central de la organización, una construcción importante, de tres plantas, ubicada en el barrio de Villa Albertina (Lomas de Zamora), hoy se apilan carteles recién pintados. Llevan su imagen y una consigna: “Luchamos por un país donde los perros de los ricos dejen de comer mejor que los hijos de los pobres”.
Castells recibió a Página/12 en ese local. En el primer piso está terminando su vivienda. Es un departamento sin lujos, de tres ambientes donde caben, apretados, su mujer, Nina Pelozo, y cuatro hijos.
–¿Por qué quiere ser presidente?
–Porque este gobierno es peor que los anteriores. Pensamos que Kirchner es la continuidad de Duhalde, De la Rúa y Menem, sostiene el mismo modelo económico y es el primer presidente en la historia del país que va a girar el 3 por ciento del producto bruto al FMI. Nosotros decimos que por cada dos pesos que recibe el Estado en concepto de impuestos va a entregar un peso a banqueros nacionales o extranjeros. Es en ese marco que planteamos la necesidad de construir una oposición y lanzamos nuestra candidatura a la presidencia.
–Habló de armar un frente. ¿Con qué características?
–Un frente de los trabajadores y el pueblo, que en vez de ser una calesita entre el PJ y la UCR presente pelea por afuera del bipartidismo. No queremos que sea un nuevo Frepaso, un centroizquierda de arribistas, de gente sin principios. Pero tampoco queremos que esté circunscripto exclusivamente a los grupos trotskistas. Nos parece que existe una cantidad muy grande de sectores que se reivindican de izquierda, incluidos algunos que no se reivindican como tales, y que hay que unificar a esas organizaciones populares.
La historia política de Castells arranca en los ‘70, vinculado al trotskismo. Empezó su militancia en el PRT La Verdad, el sector del partido que, encabezado por Nahuel Moreno, se opuso a la lucha armada. En 1983 fue candidato a diputado nacional con Luis Zamora en la lista del Movimiento al Socialismo (Mas). Dos años más tarde volvió a ser candidato por el Frente de los Trabajadores y el Pueblo, integrado por militantes del Mas y el Partido Obrero.
Luego vino la época de Norma Pla. Obsesionado por la prensa, Castells se ocupaba personalmente de llamar a los noticieros de televisión para que cubrieran las marchas. La alianza con Pla se rompió antes de 1993.Distanciado de la referente de los jubilados, viajó a Jujuy para conocer al Perro Santillán. Con él atravesaría los primeros años del piqueterismo. En 1993 fundó el Movimiento de Jubilados y Pensionados (MIJP) y en 1994 sería parte del grupo inicial de la Corriente Clasista y Combativa, con quienes rompió hace tres años, en medio de una áspera pelea que continúa hasta estos días.
–¿Cómo se define ahora políticamente?
–Sigo siendo tan socialista revolucionario como hace 30 años.
–Es una definición muy amplia.
–¿Para qué decir más? Yo militaba como si fuera un testigo de Jehová. Nos creíamos dueños de la verdad, nunca escuchábamos a nadie ni aprendíamos de los otros. Ahora sé que cada uno tiene parte de la verdad y que de todas las organizaciones se aprende.
–Ya que menciona la religión, ¿por qué usa ese estilo de pastor evangélico?
–Porque buscamos llegar al corazón de la gente. La forma de comunicarse de la izquierda argentina me parece pésima, no llegan al corazón de nadie. En los barrios, la gente los rechaza por la forma que tienen de comunicarse. En cambio a nosotros sí nos importa, cuidamos que lo que se dice sea comprensible para todos.
–¿Por ejemplo?
–Para explicar por qué cuestionamos al Gobierno desde el punto de vista económico decimos que de un kilo de azúcar que cuesta un peso, 80 centavos vale el azúcar y 20 centavos son impuestos. El Gobierno toma esos veinte centavos, usa diez para las necesidades del Estado y a los otros diez se los da a los banqueros. Nosotros planteamos que esos diez centavos queden para el pueblo. Hablamos así con la gente, pero hay otros que en cambio van a recitar El Capital y terminan produciendo rechazo.
–El Gobierno leyó como una derrota piquetera el acampe en el Ministerio de Trabajo. Señalan que lo tuvieron que levantar sin conseguir nada y con un sector creciente de la sociedad en contra.
–Nosotros, en cambio, creemos que es un éxito, porque sin el acampe no hubiera existido la jornada de lucha nacional del 19 de febrero, que casi paralizó al país. Lo que pasa es que el Gobierno está muy preocupado porque no nos puede desmovilizar y hace todo tipo de maniobras. Yo nunca vi correr tanta plata como la que corre ahora para comprar a los dirigentes de los desocupados. Creo que sólo es comparable con la plata que corrió para los sindicalistas.
–¿A usted le ofrecieron algo?
–Cargos, luego prebendas, dinero.
–¿Qué cargo le ofrecieron?
–No llegaron a decirme qué cargo. Ellos hicieron un gran trabajo para cooptar gente, como Perón en el ‘45, pero nadie va a hacer que mi movimiento se convierta en una unidad básica.
–¿Se arrepiente de haber recibido a Adolfo Rodríguez Saá cuando era candidato a presidente?
–No. Le agradecimos que se haya pronunciado por nuestra libertad. Luego no lo volvimos a ver.
Castells estuvo cuatro veces preso, las últimas por encabezar un pedido de comida a los supermercados Wal Mart y luego por tomar la municipalidad de Lomas de Zamora en reclamo de alimentos. Si frente a las cámaras de televisión sabe ofrecer declaraciones escandalosas, sin temor al ridículo (tanto que el diario La Nación, que antes dedicaba buenos espacios a las actividades de Quebracho, ahora lo muestra como “el” referente piquetero), en Tribunales, cuando le ha tocado estar en el banquillo de los acusados, ha pronunciado los mejores alegatos políticos en su defensa.
Sus enemigos en la interna piquetera son Juan Carlos Alderete (CCC) y Luis D’Elía (FTV), quienes lo han acusado de trabajar para el exgobernador bonaerense Carlos Ruckauf. Castells, por su parte, no perdió oportunidad de calificarlos de “prostitutas del poder”, por su acercamiento al kirchnerismo.
–Con D’Elía y Alderete todo es odio. ¿Y al resto de las organizaciones piqueteras cómo las ve?
–Hay unas 30 organizaciones de desocupados con un montón de diferencias pero que básicamente son gente noble, luchadora, gente que pelea por cambiar este país en serio. Con ellos estamos consiguiendo coincidencias y además la convivencia en un frente único, y eso es un avance muy importante en la cultura de la izquierda. Porque en este tiempo nosotros tuvimos que aprender a compartir los escenarios y los reportajes, a luchar contra las propias vanidades y personalismos de cada uno.
–Si es por eso, al lanzar su candidatura presidencial usted los primereó a todos.
–(Castells no sonríe.) Sí (admite), pero más que nada lo primereamos a Kirchner. Ahora soy candidato a presidente de la Nación, así que el Gobierno va a estar complicado para meterme preso.
–Le preguntaba otra cosa. En ese Frente que convocó a formar hay por lo menos otras cinco organizaciones que querrían discutir un candidato.
–Es cierto. Y está bien que así sea. Hay gente mucho más valiosa y brillante que nosotros. Sobre todo, los más jóvenes.

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