EL PAíS
› LA CRISIS EN LA SEGURIDAD
Una nueva confesión por el crimen de Axel y las dudas pendientes
Para el fiscal, con las últimas detenciones en San Luis –adelantadas ayer por Página/12–, el caso Blumberg está prácticamente esclarecido. Sólo falta detener a dos mujeres. Sin embargo, aún no está claro por qué lo mataron.
› Por Raúl Kollmann
Finalmente anoche quedó aclarado: José “el Negro” Díaz fue quien asesinó a Axel Blumberg. Su hermano, Carlos, detenido el sábado, terminó confirmando lo dicho por el Oso Peralta y sostuvo anoche en la indagatoria que el Negro apretó el gatillo. Esto no significa que los demás tendrán penas menores: los que estaban allí esa noche del 23 de marzo serán todos considerados partícipes necesarios y por lo tanto es casi seguro que serán condenados a reclusión perpetua, lo que significa que deberán pasar 25 años en la cárcel, sin posibilidad de salir en forma anticipada. En esa situación quedarán también los tres detenidos el sábado a la noche en San Luis por personal de la SIDE, ya que no sólo Carlos Díaz, el hermano del Negro, sino también Sergio Maidana y Mauro Ibáñez eran parte de la banda y estuvieron en el barrio Santa Paula cuando Axel intentó escapar y después –en una acción inexplicable– le pegaron un tiro. Con las detenciones de San Luis, el fiscal Jorge Sica considera que sólo falta encontrar a las dos mujeres que estaban en el lugar de cautiverio de Axel. Y con ello dará por cerrado el caso.
Las secuencias principales del secuestro y asesinato del joven Blumberg parecen estar casi aclaradas, aunque surgen dudas e interrogantes:
u La banda del Oso se dedicaba al robo de coches, al armado de autos mellizos y al corte de los vehículos para vender los repuestos.
u En el caso de los autos mellizos, suelen robarse unidades a pedido, porque ya se cuenta con documentación de un vehículo incendiado o chocado y por lo tanto es necesario robar uno idéntico al que figura en los papeles.
u Buscando un auto para robar, al voleo, secuestran a Axel.
u Tras la negociación, se llega al acuerdo del pago de 18 mil pesos.
u El pago del rescate se frustra cuando integrantes de la Policía Bonaerense y la SIDE, por orden del fiscal Sica, se tirotean con la banda que iba en el Volkswagen Passat.
u Cuando la banda vuelve al lugar donde tenían cautivo a Axel, en las casillas del barrio Santa Paula, resuelven dejarlo en libertad para descomprimir la presión policial. Por eso meten al joven en el auto, sin ataduras, con los documentos y, además, le dicen que lo van a liberar.
u Según lo que declaran ante el fiscal, los integrantes de la banda se metieron dentro de una de las casillas para descansar, aunque todo indica que fueron a consumir estupefacientes.
u En ese momento, Axel se escapa del baúl del auto, algo llamativo si se considera que le dijeron que lo iban a dejar en libertad.
u Axel corre, grita, pide ayuda a los vecinos, pero éstos tienen miedo porque es casi la una de la mañana. La banda termina recapturándolo, el joven ve las caras y el lugar donde se encuentra y entonces, según la historia oficial, los secuestradores resuelven matarlo.
u Como no podían ejecutarlo ahí, porque hay muchos vecinos a pocos metros, lo trasladan muy cerca, a un descampado de La Reja y le pegan un tiro en la sien.
Obviamente surge el interrogante sobre el verdadero motivo del crimen. Que Axel haya visto los rostros o el lugar no le iba a servir para gran cosa: casi todos los secuestrados ven por debajo de las vendas, perciben baldosas, pisos, registran las voces e incluso alcanzan a entrever tatuajes. Además, todo secuestrado ve, aunque sea por unos minutos, a los secuestradores en el momento en que lo secuestran. Pero esos datos sólo sirven cuando la banda ya está atrapada y al secuestrado le piden que reconozca el lugar y a las personas detenidas. La lógica indicaba, aunque Axel haya visto algo, que lo dejaran libre o incluso que volvieran a negociar el rescate. No se entiende por qué lo mataron. La única respuesta que tienen a este interrogante los investigadores es que la banda consumía mucha droga y hay testimonios, como el de Ana María Norman, que indican que en esa circunstancia se volvían muy violentos y sin control alguno.
Pese a esta duda central, en la fiscalía dicen que el caso está esclarecido y que faltan pocos pasos por dar. Se busca intensamente a las dos mujeres, parejas de Carlitos y José, que eran las encargadas de custodiar a Axel en cautiverio. También, el juez Conrado Bergesio tiene que resolver la situación del subcomisario Daniel Graviña de la Policía Federal, a quien el fiscal Sica considera encubridor de la banda que secuestró y mató a Axel por el diálogo que mantenía con uno de los integrantes de la banda, Jorge Sagorsky. En verdad, Bergesio se ha mostrado proclive a separar las actividades de la banda, por lo que consideró que no es lo mismo la parte de la banda que se dedicaba al robo de autos que la que secuestraba. En ese terreno, es posible que Bergesio le impute a Graviña encubrimiento en el negocio sucio de los autos robados, pero no en los secuestros. Graviña se defiende sosteniendo que su relación con Sagorsky era la habitual que mantienen los policías con sus informantes. Para el fiscal, en cambio, Graviña le ocultó información sobre el secuestro más resonante del país y escondió los datos durante cinco días, todo para proteger la relación que mantenía con Sagorsky en el negocio de los autos robados.
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