EL PAíS
› TULIO DEL BUONO, TITULAR DE LA SECYT
“El mayor desafío es integrar el sistema científico”
El secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación, del gabinete del ministro Daniel Filmus, dice que el aumento del presupuesto para el sector marca una tendencia favorable, pero que, por ahora, “ni por asomo” es suficiente para alcanzar los niveles que se necesitan.
Por Washington Uranga y Natalia Aruguete
A sus espaldas, la foto del libertador José de San Martín. En el escritorio de madera y vidrio, dos fotos con Néstor Kirchner. Al lado, una larga frase de Albert Einstein: La riqueza de las naciones depende de la capacidad de generar conocimiento y utilizarlo. El secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación, Tulio Del Buono, reinvindica la cita del matemático alemán cuando expresa el espíritu del plan del Gobierno para el área de Ciencia y Técnica. Luego, recurre a los chinos, al Papa y al desarrollista Raúl Prebisch. El ex rector de la Universidad Nacional de San Juan habló con Página/12 sobre la necesidad de jerarquizar el aporte de las ciencias sociales. Admite que el aumento presupuestario impulsado por el Gobierno en el campo científico no significa “ni por asomo” que se alcanzaron todas las metas deseadas, pero asegura que se trata de “pasar del dicho al hecho: la decisión fue tomada el mismo día en que nos negábamos a aceptar las pretensiones del FMI de realizar mayores ajustes en el Presupuesto Nacional”. Y remarca: “Si no se incorpora conocimiento a la producción de un país, se cae indefectiblemente en el deterioro de los términos de intercambio”.
–¿Qué debe leerse detrás de la reciente decisión de aumentar el presupuesto destinado al campo científico?
–Hay una decisión muy fuerte del gobierno nacional de apostar a la ciencia y la técnica. Esto había sido plasmado en el documento del partido durante la campaña electoral, de cuya redacción participé, porque vengo trabajando con el doctor Kirchner desde mayo del 2001. Y formalizado en el Plan Nacional 2004, que fue incorporado a la Ley de Presupuesto 2004. La decisión de hacer que la ciencia sea uno de los factores más importantes del desarrollo fue unánime del Presidente, el Gabinete y el ministro Filmus, que viene tomando decisiones trascendentales en este sentido. Para poder incrementar el presupuesto fue necesario hacer un plan con estrategias y programas que permitan alcanzar estos objetivos. Al revés de lo que históricamente ha ocurrido en el sistema, no dijimos: “La ciencia y la técnica son importantes, ergo: dennos más plata”. Al contrario, hicimos un plan con acciones, plazos y recursos concretos.
–¿En qué consiste el Plan Nacional 2004?
–El objetivo es consolidar la base científica y tecnológica del país, fortaleciendo en cantidad y calidad la planta de investigadores y técnicos e incrementando los aspirantes a doctorados. A esto se sumó el anuncio del Programa de Jerarquización de la Actividad Científica y Tecnológica. Una forma de pasar del dicho al hecho. Aunque no creemos ni por asomo que con esto se podrán alcanzar todas las metas deseadas en el campo científico, es el primer paso de un conjunto de medidas que se irán verificando en el tiempo.
–¿Cómo fue el armado de ese plan?
–Lo hicimos en forma consensuada. Participaron todos los sectores del sistema científico. Consultamos a los gobiernos provinciales. Y los ministros del Gabinete aportaron en la redacción de prioridades y objetivos. Esto hizo que el programa presentado no fuera sólo una propuesta de la Secretaría sino que tuviera un aval y un consenso. Se establecieron diferencias con lo que históricamente se había venido desarrollando en la actividad científica. La diferencia más importante fue poner en el centro de la escena, junto con la calidad, la pertinencia.
–¿Pertinencia en relación con qué?
–El sistema científico no sólo debe trabajar con los máximos niveles de calidad posible. Además, el resultado de ese trabajo debe ser pertinente, debe estar relacionado directamente con los problemas, las carencias y las necesidades que afectan a la sociedad en su conjunto. La manera de legitimar la actividad científica y los aumentos presupuestarios ante la sociedad es diciendo qué vamos a hacer con la plata, para qué la vamos a utilizar y demostrando que el resultado del esfuerzo de la sociedad, destinando más recursos a ciencia y técnica, se va a ver reflejado en mejoras para la propia sociedad.
–Actualmente la proporción de recursos asignados a la investigación en ciencias sociales es muy inferior a los destinados a las ciencias duras.
–Sin ninguna duda. Las ciencias sociales no han sido lo suficientemente valoradas, no sólo en la Argentina, sino a nivel mundial. Yo no soy el más indicado para decir esto porque soy ingeniero, pero después de muchos años de actividad como rector universitario, hoy no concibo la ingeniería si no es en conjunto con las ciencias sociales. Pero es cierto que hubo una desvalorización, quizá porque en las ciencias sociales hay temas opinables y aspectos ideológicos que en ciertas oportunidades generaron problemas muy serios. Por otro lado, es una ciencia donde las opiniones no son demostrables con un experimento. Se lo ha tendido a ver como una ciencia de segundo nivel en el propio campo científico. Y quizá por eso nos está yendo así.
–¿Cuál va a ser la decisión del Gobierno en relación con el objetivo que debería perseguir la actividad científica?
–Creemos que es hora de decir: “¿La ciencia para qué, cómo, al servicio de quién, para resolver qué cosa?”, y no la ciencia por la ciencia misma. El placer de encontrar el por qué en la actividad científica es importante, digno y hay que apoyarlo. Pero si a eso no se lo acompaña con el para qué y al servicio de quien –que hace a las ciencias humanas y a la ética– corremos el riesgo de hacer una ciencia que estará al servicio del mal, en lugar de estar al servicio del bien. La energía nuclear bien utilizada salva vidas. Pero mal utilizada, mata vida por millones. La actividad científica tiene que estar al servicio del hombre. Y en este sentido, debemos hacer una jerarquización de las ciencias sociales, no en desmedro de las ciencias exactas, pero sí poniéndolas al mismo nivel.
–El presupuesto destinado a la ciencia sigue siendo una cuarta parte que el asignado en Brasil e incluso menor al de Chile ¿Cree que el incremento del presupuesto es suficiente para demostrar que la ciencia empieza a ser un objetivo prioritario de este gobierno?
–El presupuesto no alcanza. Estos años de desinversión y de no darle a la ciencia el rol que debe tener en las políticas públicas han hecho que la brecha entre la Argentina y los países más desarrollados sea formidable. Y no se va a salvar de un día para el otro. Pero como dirían los chinos: “Los grandes caminos comienzan a transitarse dando el primer paso”. Y yo agregaría: “Dando el primer paso en la dirección correcta”. Nuestro gobierno ha dicho: “A partir de ahora, para nosotros esta actividad es prioritaria”. No creemos que con esto hicimos todo. Hay que seguir haciendo denodados esfuerzos por mejorar las asignaciones y la actividad. Pero estas acciones no deben ser realizadas sólo por la actividad del Estado. El sector privado debe acompañar.
–¿Qué aporte debería hacer el sector privado?
–El sector privado en la Argentina no ha incorporado ciencia y técnica a su actividad productiva. La Argentina es productor mundial y exportador de commodities, y cada día vemos que se verifica lo que Prebisch o Cepal alguna vez denominaron “el deterioro en los términos de intercambio”. Cada día tenemos que tener más materia prima para comprar menos productos con valor agregado. Y el valor agregado es conocimiento, es ciencia y técnica aplicada a la innovación productiva. El costo del kilo de satélite es de cientos de miles de dólares. Si tomamos el total de la exportación del país y la dividimos por el ingreso en dólares, la Argentina exporta por menos de un dólar el kilo. Si se despieza el satélite, se mide por sus componentes y se los costea, valen monedas. Lo que importa ahí es el valor agregado del conocimiento que ha sumado esos materiales y que, puestos en un satélite, cuestan cientos de miles de dólares. Es cierto que estamos en la sociedad del conocimiento; lo dijo Juan Pablo II. Einstein ya decía que la riqueza de las naciones no depende de tener buenos litorales o mares con muchos recursos. La riqueza de las naciones depende de la capacidad de generar conocimiento y utilizarlo.
–¿Qué responsabilidad tiene la sociedad?
–No es sólo una responsabilidad de la sociedad extra sistema científico. Es también y fundamentalmente, del propio sector científico. Nosotros tenemos que comunicar más y mejor. El científico tiende a trabajar encerrado en su laboratorio. No tiene el interés por comunicar a la sociedad, en términos entendibles, lo que está haciendo. Los medios de comunicación también deberían servir de interfase del sector científico a la sociedad... y de la sociedad al sector científico, que debe trabajar teniendo en cuenta la pertinencia y las necesidades concretas de la sociedad. Cuando la sociedad vea que el científico trabaja para resolver sus problemas y que, como resultado de ese esfuerzo, se mejora su situación, va a presionar para que el presupuesto en ciencia aumente.
–¿Qué tipo de relación debe haber entre las asignaciones en ciencia y técnica y el presupuesto de las universidades?
–Es necesario articularlo. Porque más de la mitad de la producción científica del país sale de las universidades y sobre todo de las que son estatales. El Plan de Ciencia y Técnica no se puede elaborar si no se hace en conjunto con las universidades. El presupuesto universitario debe ir de la mano del presupuesto científico. Uno de los grandes problemas que tiene nuestro sistema científico es que no tiene las características de un sistema, sino de un conglomerado de instituciones que trabajan en forma aislada. Casi cuarenta universidades resuelven, en el marco de su autonomía, qué investigar, cómo, para qué y hacia dónde dirigir su investigación. Y once institutos de investigación, que dependen de ministerios distintos, también trabajan en forma aislada. Si al bajo presupuesto global se le agrega la fragmentación de la actividad científica, el resultado no puede ser bueno. Hay que integrar el sistema científico con objetivos, estrategias, acciones y prioridades comunes. No es una tarea fácil. Hay que romper con muchos años de cultura individualista, prácticas atomizadoras e internismos de todo tipo. El desafío de hacer un verdadero sistema es mucho más complicado que conseguir más presupuesto.