Dom 18.04.2004

EL PAíS  › LAVAGNA HABLO DEL PASADO, DEL PRESENTE Y DEL FUTURO CON PAGINA/12

"Hay que tratar de que la crisis energética no impacte sobre el crecimiento"

El ministro de Economía recorrió la agenda. Advirtió los riesgos de la crisis energética y sugirió críticas a otras áreas del Gobierno. Habló sobre la negociación de la deuda e insinuó un avance del punto de vista argentino. Comentó el funcionamiento del Gobierno y mentó a las revistas del corazón. Se adentró en los escollos para el crecimiento futuro y en los costos diferidos de los errores de los ’90.

Por Raúl Dellatorre
y Mario Wainfeld

Roberto Lavagna, quien recibe a Página/12 en su despacho el viernes, tiene la calma y el estilo de un conferencista. Su discurso es ordenado, su concentración irreprochable, no incurre en furcios ni en repeticiones. Pero Lavagna no es un conferencista sino, básicamente, un polemista. Una charla con el ministro de Economía es una larga rememoración de sus contradictores pasados y presentes, reales y virtuales. En mangas de camisa, pero impecable, sin mirar siquiera el vaso de agua que tiene al lado, durante una hora larga Lavagna disfruta discutiendo. Aunque algo le agrada todavía más, probar que ha ganado discusiones anteriores.Convencido de haber logrado un score más que favorable hasta ahora, el ministro dialoga con Página/12 y ajusta cuentas con los bancos, “la derecha económica”, los acreedores externos, los que hablaban del “veranito”. Y como se leerá más adelante, sugiere (puntos suspensivos mediante) otras discusiones que se reserva para el futuro.
–Arranquemos con la emergencia energética. ¿Qué costos va a tener? ¿Hay nuevas cuestiones para analizar del modelo de privatización?
–Lo que importa ahora es concentrarse en resolver la situación coyuntural, hay quien tiene atribuciones directas para ocuparse de eso. No creo que sea éste el momento para entrar en las cuestiones estructurales o más de fondo. Lo esencial es que todos –los consumidores, las industrias– tengamos la energía que nos hace falta para mantener un proceso de reactivación muy fuerte, sin inconvenientes.
–¿La emergencia tiene costos económicos que se puedan medir ya y tiene costos en el crecimiento futuro?
–Sobre el segundo punto, debemos velar para que las soluciones no tengan costos en materia de crecimiento. Costo económico habrá, es obvio, hay que importar energía, a precios internacionales, más altos que lo que se estaban pagando en el mercado local.
–¿Hay ponderación de ese costo?
–No todavía, porque hay que ver la magnitud de lo que se va a importar. A lo mejor (mira por la ventana, diluvia sobre Buenos Aires, sonríe) la lluvia ésta sirve (se refiere a la escasez de agua en las centrales hidroeléctricas).
–¿Cómo afectó esta crisis las renegociaciones de los contratos? ¿Cambió en algo la perspectiva previa?
–No, no. Cuando uno está en una situación de resolver coyunturalmente un problema hay que abocarse a eso y no mezclarlo en una discusión estructural, más compleja.
–¿Piensa que la culpa de esta situación la tienen sólo los jueces que frenaron un aumento de tarifas durante el gobierno de Eduardo Duhalde?
–Es difícil avalar la palabra “toda”. Ciertamente la intervención judicial en esferas propias del Poder Ejecutivo ha tenido un efecto negativo. En aquel momento todos decían que transcurría un veranito. ¿Se acuerdan? (Burlón.)
–Sí, aunque no tanto como usted...
–(Pasa de largo.) ... nosotros pensábamos distinto. Creíamos estar en presencia de un proceso de recuperación y, en función de eso, pensábamos que iba a haber una demanda adicional de energía que requería tomar esa decisión (el aumento de tarifas). Afortunadamente, tuvimos razón. Pero no tuvimos éxito, la esfera judicial interfirió.
–Pasó un año y medio. Según usted, cada uno deberá asumir sus responsabilidades. ¿Alguien asumió sus responsabilidades?
–En este año se han hecho cosas. Por ejemplo, el presidente (Néstor) Kirchner envió al Congreso una ley, una de las primeras de su gobierno, limitando la intervención judicial. En los detalles no quiero meterme, hay áreas específicas que se están ocupando de los detalles.
–Hace una semana, usted mencionó en una conferencia de prensa en Cariló, respecto de la Unidad Renegociadora, que su trabajo estaba hecho, en la perspectiva de llegar a un acuerdo antes de junio. Y agregó que “si se quería se podía llegar”. ¿Puede agregar algo a esa afirmación?
–No. El trabajo está hecho. Se han hecho avances. Si usted me pregunta si se puede terminar en junio, le digo que sí.
–Si se está en condiciones, ¿por qué no se hizo ya?
–... (Largo silencio. Sonríe, se encoge de hombros.) Puntos suspensivos. (Risas.) Vamos a cambiar de tema.
–El veranito es largo, el empleo crece, ¿y la distribución del ingreso y la riqueza?
–A veces se presenta a la economía como una ciencia de brujas. Sin embargo, en economía hay algunas cosas elementales. Sería bueno tener mejores cifras de la distribución del ingreso, pero hay indicadores indirectos muy claros. Si el proceso de crecimiento ha tenido como locomotora el consumo interno, no cabe ninguna de que ha habido un mejoramiento de la situación distributiva. A veces mejora la remuneración, en otros casos (probablemente la mayoría) por tener un empleo que no tenían, por el número de horas trabajadas y por los planes sociales (desde el Remediar, hasta el Jefas y Jefes, hasta las becas o distribución de útiles). Todo eso dio a la población una capacidad de pago –no digo cuánto más pero claramente más alta–; el consumo creció un poco más que el Producto. Esto ya lo reflejarán las encuestas de hogares, pero la lógica económica esta ahí.
–Lo que usted dice es que creció el consumo, pero tal vez creció manteniendo la desigualdad. Todos consumen más, incluyendo los sectores de altos o medianos ingresos. Habría que desagregar mejor porque lo que le preguntábamos no era si había más ingresos sino si los más pobres habían mejorado su situación relativa.
–No tengo los datos cuantitativos aún. Pero los elementos indirectos son muy fuertes. ¿Quién consumía en Argentina? ¿Dónde estaba concentrado el consumo? Cuando uno hablaba de vacaciones, Punta del Este. Cuando hablaba de shoppings, los dos o tres centrales. Hoy, aparece el nombre de Mar del Plata, los supermercados de la zona sur u oeste del Gran Buenos Aires. Salvo que usted crea que los ricos han ido a comprar o a veranear a esos lugares, es un claro indicio de la redistribución de ingresos. Pero fíjese: hay mayor empleo. ¿Quiénes consiguieron esos empleos? ¿Quién trabaja más horas? ¿Los ejecutivos? Los planes sociales, ¿para quién son?
–¿Hay en carpeta un aumento para el Plan Jefas y Jefes de Hogar?
–Hay un mecanismo de aumento de poder adquisitivo que son las tarjetas de pago.
–Pero la implementación de las tarjetas está demorada y no se realizará en todos los distritos.
–Eso es lo que está previsto.
–¿De bolsillo no hay nada previsto?
–No.
–¿Qué pensaría Economía de reuniversalizar el plan que nació como un subsidio ciudadano y luego congeló las inscripciones?
–Economía siempre pensó que a medida que se afiance el crecimiento hay que ir pasando de un programa de emergencia asistencial a un programa de seguro de desempleo que incluya (entre otras cosas) formación, orientación...
–¿Y en la emergencia?
–Lo que hay (el Plan Jefas y Jefes) no se toca.
–¿El seguro de desempleo se hará pensando, a futuro, en una reinserción?
–Claro.
–¿En el sector privado?
–En una economía creciente. Especialmente en el sector privado.
–Pareciera que hay resistencias para tomar trabajadores del Plan Jefas y Jefes. Puede ser un tema de capacitación que se resuelva vía formación. Puede ser que sea un sector que quede como marginal de una nueva forma de captación de empleo. ¿No hay ahí un problema estructural?
–El deterioro social de los ’90 deja daños estructurales, no hay duda. No sólo lo deja hoy, también a 15 años vista. Entonces vamos a ver entrar al mercado laboral jóvenes que, cuando eran niños o bebés, no tuvieron los requerimientos nutricionales y de educación. El impacto inicial se podrá atenuar, pero existe. Son componentes estructurales, habrá que atenderlos con nuevos planes de empleo. Pero no será cuestión de dar plata como enlos planes asistenciales sino de mejorar formación, aprendizaje o aun cuestiones más elementales.
Internas y superlativos
–¿Las relaciones internas dentro del Gobierno son tensas, son agradables, son funcionales, son soportables?
–Mire, yo podría usar infinidad de adjetivos, superlativos... A los gobiernos hay que evaluarlos por los resultados. El resto son cuestiones de revistas del corazón. No debemos caer en eso para ventilar internas ni para hacer elogios superlativos de lo maravilloso de la relación. Las relaciones en el Gobierno se ven y se miden por los resultados. La percepción de la gente es que se camina en el buen sentido. Que a veces son tendencias, pero la gente los registra. El sentido común suele ser formidable, supera a todo... a veces a los propios medios (ríe).
–El Gobierno parece haber entrado en una meseta en su enamoramiento, luna de miel o cómo quiera llamárselo, con la sociedad. ¿A Economía le pasa lo mismo?
–Lo del enamoramiento... esa expresión... es una mezcla de periodismo y sociología.... No lo sé. El enfoque que tuvo siempre el equipo económico fue mirar para adelante.
–Volviendo hacia atrás. Cuando la discusión sobre el “veranito”, usted topaba con la incredulidad de vastos sectores...
–... vastísimos (sonríe, menea la cabeza).
–... Ahora que la discusión está zanjada...
–... ¡Cómo le cuesta decir que yo tenía razón!
–... ahora, ¿percibe que tiene más tolerancia de esa categoría para sociólogos y periodistas que es “la sociedad” y también de los empresarios, los sindicalistas?
–El elemento más objetivo para contestarles es que todas las estimaciones privadas en materia de crecimiento están largamente por encima de nuestra (muy prudente) estimación. Es un cambio de apreciación importante.
A revisar el motor
–¿Cuál debería ser el motor del crecimiento en los próximos dos años?
–Las exportaciones solas, siempre lo dije, no tienen el peso suficiente para garantizar un crecimiento sostenible y estable. La única variable que puede garantizarlo es el consumo interno. El consumo como locomotora hace que la inversión reaccione como reacciona y lo haga en los sectores en que debe reaccionar. En los ’90 hubo inversiones, pero en los sectores muy concentrados: actividades inmobiliarias, comercio de lujo, empresas privatizadas de servicios públicos. Sectores que no tenían que ver con una sociedad integrada socialmente. Ahora se invierte en sectores totalmente distintos. En pequeñas y medianas empresas, reabriendo locales. La creación mayor de empleo tiene tres fuentes: las microempresas, las pequeñas y las medianas empresas. El nivel de inversión medido respecto del PBI es el mismo que en 1995: 17,8 por ciento o 18 por ciento del PBI. El contenido es totalmente distinto.
–¿Esta tendencia se puede mantener por inercia?
–La fuerza de la inercia existe, pero hacer sustentable el crecimiento, duplicar el ingreso cada 12 o 15 años (un record para Argentina, accesible si crecemos algo más de un 4 por ciento por año) requiere poner leñas en la hoguera permanentemente, día a día.
–¿Qué problemas estructurales faltan remover de ese viejo esquema de los ’90?
–Hay muchos. Menciono los más urgentes. La cuestión energética. El cuello de botella de la formación profesional. Luego, la cuestión financiera. Hay bancos que están aprendiendo a prestar...
–... aprenden despacio...
–... pero están aprendiendo. Antes le prestaban al socio bobo, el Estado. No saben prestar.
–¿Cuál es la causa de la “no toma de crédito”, como le dicen ellos o la falta de crédito, por mejor decir?
–Hay una combinación de las dos cosas. Hay mayor confianza en el autofinanciamiento; la gente ha recibido desde el ’98 en adelante golpes muy duros. Toda esta expansión ha sido autofinanciada. Pero también hay, del lado de los bancos, el problema de evaluar sobre las nuevas empresas. La muestra del sistema de prestaciones y pensiones da que se crearon 30.000 empresas, la mayoría micro o pequeñas. Deberían ser del orden de 60.000. Seguramente buscaron crédito y... (se encoge de hombros). Pero la respuesta empieza a aparecer. Desde agosto de 2003, el crédito empezó a subir. Después hubo políticas de Estado. El año pasado hicimos una licitación de subsidios de tasa, que asumía el Gobierno. Se presentó un núcleo reducido de bancos por 100 millones de pesos y terminaron colocando apenas 55 millones. Y era para capital de trabajo, créditos relativamente fáciles de recuperar. Ahora lanzamos una línea similar, pero para compras de maquinarias y equipos de origen nacional; se presentan 17 bancos, toman los 100 millones y aún más. Pero, aparte, aceptaron pagar una comisión de compromiso, es decir, pagar si no colocaban todo el capital. Lo aceptaron ahora, sin mayor oposición, el año pasado no lo hubieran hecho. Entendieron. Por una parte. Por otra parte, la política económica se hace con medidas y con “no medidas”. La “no medida” de no reconocerles a los bancos muchas cosas que pedían como compensación les ha hecho entender, yo se los he explicado con mucha claridad, que la única manera de conseguir rentabilidad iba a ser a través de lo que los bancos tienen que hacer, intermediar crédito. Ya no había más compensaciones, más bonos, más nada. Y, si no querían que los balances siguieran negativos, tenían que cambiar. Se entendió. Algunos entendieron más que otros, claro.
–Háblenos, por favor, algo más del cuello de botella de la formación profesional.
–Hay sectores muy dinámicos de crecimiento que no tienen gente preparada. El sector textil que ha crecido exponencialmente... el dato que me dan es que el año pasado egresó un ingeniero textil. ¡Uno! Pero este año ya hubo un cambio, una orientación mayor (todavía marginal) hacia las carreras técnicas en detrimento de Psicología, Derecho, etcétera, etcétera. La gente sabe leer las realidades. Toda la economía iba desacoplada del sector productivo interno y crecían esas carreras más ligadas a los servicios. Si la economía vuelve a tener dinamismo, la gente vuelve. Eso lleva su tiempo, por supuesto. Y, en algunos sectores, hoy ya es un cuello de botella. Cuando desde la derecha conservadora decían que la inversión no es suficiente (hoy ya no pueden decirlo mucho) se equivocan: el cuello de botella, para los sectores más dinámicos, está en el desajuste de la formación de los recursos humanos.
–Las formas de intervención del Estado que se están dando –infraestructura, materia energética–, ¿ya ponen en movimiento estas cosas?
–Esperemos.
–¿Y por ahora?
–Esperemos.

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