Las 14.30 de Nueva York son las 15.30 de Buenos Aires. A esa hora del jueves, que es a la misma que realizan desde hace 28 años la ronda en la plaza, las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora protestaron frente a las oficinas que el gobernador neoyorquino, George Pataki, tiene en Manha-
ttan en reclamo de la derogación de la llamada Ley Rockefeller. Esta abusiva norma establece una pena mínima de quince años de prisión para quien posea o venda drogas y es repudiada por ONG y organismos de derechos humanos norteamericanos. La marcha tuvo su efecto. El director de Justicia Criminal de la gobernación, Chauncey Parker, les aseguró a las Madres que la modificación de la ley antidrogas es una “prioridad”.
“El gobernador ha fallado en cumplir su promesa de reformar esta ley draconiana”, dijo Enriqueta Maroni, una de las Madres de Plaza de Mayo que participó de la marcha junto a Carmen Lapacó, Tati Almeida y Aurora Beloquio. Las cuatro mujeres llegaron a Nueva York el 9 de abril y permanecieron hasta ayer, luego de cumplir con una amplia agenda. Durante esos días se reunieron con el Concejo municipal, el fiscal de Manhattan Robert Morgenthau y los líderes de los bloques mayoritarios del Senado y la Asamblea estatal, Joseph Bruno y Sheldon Silver, respectivamente.
Pero el pico de la visita, de fuerte carácter simbólico, sin duda fue la tradicional ronda de los jueves, que en lugar de la Plaza de Mayo se hizo sobre la Tercera Avenida. Allí, Pataki tiene ubicadas sus oficinas en Nueva York, que ocupa cuando abandona su despacho en Albany, la capital estatal. “Nosotras en el comienzo también tuvimos mucha indiferencia, pero al final el pueblo entendió. Las Madres de Plaza de Mayo transformamos nuestro dolor en lucha y resistencia activa. Los neoyorquinos deben unirse para combatir esta violación a los derechos humanos”, explicó Maroni al diario hispano Noticias del Mundo.
La ley antidrogas fue sancionada en 1973 por el entonces gobernador Nelson Rockefeller. Actualmente, se calcula que hay más de 18 mil personas en cárceles del estado de Nueva York por esta norma. De esos detenidos, el 93 por ciento son hispanos y afroamericanos. Muchos de ellos han muerto en la cárcel y sus madres fundaron la organización Madres de Desaparecidos de Nueva York. Las Madres neoyorquinas hicieron contacto con las Madres argentinas y hace dos meses las invitaron para que se sumaran a las protestas en Manhattan. El viaje fue organizado por Randy Credico, de las Madres Neoyorquinas, con apoyo del William Kunstler Fund for Racial Justice.
“Mi hijo murió en la cárcel antes de que pudiéramos cambiar la ley. Tenía una condena de 23 años y alcanzó a cumplir siete. Me dijeron que falleció por un problema respiratorio, pero su deceso nunca fue aclarado”, sostuvo Teresa Avilés, una de las integrantes de Madres de Desaparecidos de Nueva York. Según la mujer, su hijo, Isidro, fue condenado por conspiración y la única prueba que encontraron en su contra fue la pequeña cantidad de dinero que llevaba encima al momento de su detención.
El día de la marcha, Pataki no estaba en sus oficinas de Nueva York. Pero la noche previa, las Madres argentinas fueron recibidas por el director de Justicia Parker, quien les aseguró que el tema era prioritario para el gobernador. Y luego de la protesta, en un comunicado, Pataki recordó que fue el primer gobernador que propuso una reforma “comprensiva” a la Ley Rockefeller.
“Nos vamos contentas porque al menos hemos movilizado a algunas autoridades. Desde Argentina seguiremos trabajando con las Madres de Nueva York hasta conseguir la abolición de esta ley injusta”, subrayó Maroni. No sólo las autoridades se movilizaron. Muchos conductores que circulaban por la Tercera Avenida al ver los pañuelos blancos de las Madres tocaron bocinas en señal de apoyo y, además, se recolectaron un centenar de firmas de neoyorquinos por la derogación de la ley en menos de una hora.