EL PAíS
› JUICIO POR ENRIQUECIMIENTO ILICITO CONTRA MARIA JULIA ALSOGARAY
La pobre niña rica resultó insaciable
“Me parece mentira que no conozcas un colectivo”, le decía a María Julia Alsogaray Jorge Pereyra de Olazábal en la época en la que ambos estudiaban ingeniería. Con este ejemplo, el ex viceministro de Defensa intentó ayudar a su amiga en su juicio oral y demostrar que no necesitaba tomar plata del Estado para tener un buen pasar. El hombre defendió la honestidad de la ex funcionaria y dijo que no supo que hubiera cobrado sobresueldos. Paradójicamente, eso no favoreció a la acusada. Es que la apropiación de los gastos reservados es uno de los argumentos con los que la defensa intenta justificar el enriquecimiento de la ingeniera.
Pereyra de Olazábal, amigo de la adolescencia de María Julia, aportó ayer al tribunal que juzga a la ex funcionaria por enriquecimiento ilícito algunos detalles sobre la mujer que “siempre iba en remise” a la facultad. Aseguró que el ex marido de Alsogaray, Franciso Erize, “hizo un buen matrimonio económicamente hablando, como se dijo en aquella época”, cuando hubo una “fastuosa” fiesta que, “como correspondía”, pagó la familia de ella. De traje gris oscuro, camisa clara y corbata y echarpe al tono, el hombre contó anécdotas y pormenores familiares con el consentimiento de su amiga, que lo observaba sonriente desde su silla. “En nuestra juventud costaba mucho estudiar, los Alsogaray eran tres hermanos y vivían muy bien, tenían tres coches y en esa época nadie los tenía. Recuerdo que tenían un Kandisky, que no es palabra menor y un mural de Siqueiros. Es que a mí me gusta la pintura”, agregó.
“Usted ocupó cargos del ’89 al ’99, ¿qué conocimiento tiene de pago de sobresueldos a funcionarios públicos?”, le preguntó Horacio Vaccare, presidente del tribunal.
–Lo que sé es porque en radiopasillo permanentemente hablaban que había miembros del Gabinete que recibían fondos, que se hacía así para evitar subir el escalafón público, como una manera de achatar la pirámide. No soy una persona metida y eran versiones de pasillo.
–En este edificio (el de los Tribunales Federales de Retiro) también se habla de radiopasillo, que a veces es del empleado o de nosotros. En su caso, ¿quién era el autor? –repreguntó el juez.
–No eran los ordenanzas, lo que escuchaba involucraba a todos, incluso otros poderes del Estado, pero no tengo pruebas, además escuché tantas mentiras en diez años y pico.
–Yo también acá escuché muchas mentiras –coincidió Vaccare.
A su turno, el fiscal Oscar Amirante quiso saber sobre una supuesta ley secreta que autorizaba el pago de sobresueldos en algunos ministerios. “No la conozco, debe haber sido tan secreta que aún siendo viceministro no me la dieron”, aseguró Pereyra de Olazábal.
Después de la seguidilla de preguntas y respuestas, Vaccare reflexionó en voz alta: “Dicen que los abogados son difíciles pero los ingenieros están ahí nomás”. En la sala se escucharon risas. Sobresalió la de la acusada.
Ya terminada la audiencia, en la puerta de los tribunales de Retiro, Pereyra de Olazábal siguió apoyando, dentro de su estilo, a su amiga. “¿Cómo la vio a María Julia?... Se dice que es soberbia”, lo interrogaron los movileros. “Bueno... se decía lo mismo de Alsogaray, puede ser genético. Igual, no se la juzga por la soberbia”, contestó.
Haydé de Bianchi, ex secretaria de la ingeniera, habló maravillas de María Julia y la describió como una persona “muy rica”. Con más de ochenta años y problemas de audición que obligaron a los jueces a repetir más de una vez las preguntas, la mujer remarcó su admiración por la acusada y conversó amigablemente con el presidente del tribunal.
Completaron la ronda de testigos de ayer los síndicos Jacobo Becker y Juan García, quienes intervinieron en la convocatoria y quiebra de Astilleros Alianza. Ambos pusieron en duda que la empresa le hubiera abonado 500 mil dólares a María Julia ya que no existen registros de la salida de ese dinero. Becker detalló que el pago, de haber existido, debió informarse al juez a cargo de la convocatoria del astillero.