EL PAíS
Los piqueteros hicieron su propia movilización por la inseguridad
Luego de participar del acto en Tribunales, Castells y Pitrola fueron a la Plaza de Mayo, donde realizaron su propio acto.
› Por Martín Piqué
La pregunta de Raúl Castells resonó en medio de un silencio impresionante. Nadie hablaba, ni siquiera murmullos se escuchaban en la Plaza de Mayo. Generalmente afecto a los anuncios grandilocuentes, Castells resumió en una pregunta el sentimiento de los piqueteros allí reunidos. “¿Quién carajo le va a dar bola a ella, que es morocha y vive en una casa de tierra? ¿Vale más la muerte de un joven de Lomas de San Isidro que la de cualquier chico de nuestros barrios?”, interrogó a los gritos el líder del MIJD. Los piqueteros acababan de oír el discurso de Juan Carlos Blumberg en Tribunales. Habían visto cómo lo ovacionaban decenas de miles de personas. Una hora después fueron a la Plaza de Mayo, pero nadie los acompañó.
Tras un fuerte debate en los medios, los piqueteros del Polo Obrero, Movimiento Territorial de Liberación y MIJD habían decidido participar de la marcha convocada por Blumberg. Sabían que su presencia era incómoda para muchos sectores. El propio Blumberg les había pedido que si participaban lo hicieran sin pecheras, ni banderas ni, por supuesto, palos. Pero al final fueron con todos los elementos propios de su identidad. “Hoy estuvimos en la plaza (Lavalle) y unos periodistas me preguntaban por qué llevaba casaca y gorra. Yo les contesté que llevaba casaca y gorra porque soy desocupada”, dijo la madre de un joven que viajó a General Villegas y nunca apareció.
El acto fue a la noche en Plaza de Mayo. Unas 2 mil personas escucharon testimonios de madres de jóvenes asesinados por la policía y reafirmaron su identidad piquetera. “Bonaerense y Federal / la vergüenza nacional”, cantaban los desocupados mientras escuchaban hablar a las mujeres. Con las palabras entrecortadas, entre lágrimas de rabia y tristeza, las madres de las víctimas iban contando sus historias. “En Don Torcuato existía un escuadrón de la muerte que se dedicaba a asesinar a chicos menores de 15 años. Ellos mataron a mi hijo, José Guillermo Ríos. Tengo el nombre y apellido de los policías que lo hacían: uno de ellos es Hugo Alberto Cáceres, conocido como el Hugo Beto”, contó Oscar Ríos. Fue el único padre que habló desde el escenario.
Las madres exponían sus casos con la resignación de los pobres. “Cuando una madre pierde a su hijo en la pobreza es el mismo dolor que cuando el hijo nace en la riqueza”, dijo una mujer que provenía del Conurbano. “No solamente el rico tiene que tener justicia. Todos sentimos el mismo dolor, la mujer rica y la mujer pobre”, se quejaba la hermana de Diego Duarte, un cartonero que entró al predio del Ceamse para buscar metales y que nunca más apareció porque le volcaron encima varias toneladas de basura. También habló Vanina Kosteki, la hermana de Maxi, uno de los piqueteros asesinados por la Bonaerense en la estación de Avellaneda.
Tras escuchar las historias de las víctimas, llegó el turno de las interpretaciones políticas. El tema quedó a cargo de Castells y Néstor Pitrola, del Polo Obrero. Pitrola argumentó que había sido correcto ir a la marcha de Blumberg. “No le regalamos a la derecha o al Gobierno las banderas por el esclarecimiento de las víctimas. No compartimos la direccionalidad política de la convocatoria, que de todas maneras está sujeta a contradicciones. Pero la movilización por Axel es el último eslabón de una serie que empezó con María Soledad Morales”, afirmó Pitrola. Castells, en tanto, comparó la reacción de la sociedad, los medios y el Estado ante la muerte de Axel Blumberg y la de otras víctimas más pobres. “¿Por qué le abren la puerta del Congreso y los Tribunales? ¿Y el dolor de esta mujer? ¿Y el dolor de ellos? ¿A los pobres de este país quién carajo les presta atención?”, preguntaba Castells a los gritos. Enseguida se contestó: “En este país hasta la muerte es elitista”.