Vie 23.04.2004

EL PAíS  › OPINION

Diez claves

› Por Martín Granovsky

La concentración de ayer en Tribunales marcó una novedad: aunque vino montada en la ola de indignación por el asesinato de Axel Blumberg, esta vez no había un homicidio de por medio. Se trataba de un encuentro convocado por un tema. Por eso, porque la emoción jugó menos ayer que el jueves 1º de abril, es más fácil analizarla como un fenómeno político y social.
- El número no se repitió. La Policía Federal contabilizó 130 mil personas en la primera marcha y primero 32 mil y luego 55 mil en la de ayer. En el mejor de los casos, menos de la mitad.
- La composición volvió a ser la misma. Sin que sea un demérito, aunque sí una característica muy marcada, concurrió la clase media sobre todo porteña.
- El tema central fue el descrédito de la Justicia. No es una novedad: durante todo el menemismo fue creciendo el desprestigio de los jueces por la falta de independencia de muchos de ellos respecto del Poder Ejecutivo y por la morosidad de la Justicia.
- Otro rasgo de la Justicia argentina es el clasismo, que lleva a que sea mejor tratado un rico que un pobre o un blanquito que un morocho, pero este punto no figuró ayer entre las críticas.
- Juan Carlos Blumberg colocó un tema nuevo, que sin duda aparecerá en la agenda del futuro. Habló de seguir la lucha incluyendo después el combate a las listas sábana. Si el lector quiere empezar a analizarlo ya, aquí va una provocación: una de las peores cosas del Congreso en los últimos años fueron las coimas en el Senado, donde cada provincia elige tres legisladores, dos por mayoría y uno por minoría. De sábana, nada.
- Otra vez Blumberg hizo eje en la imputabilidad de los menores, que también es el punto más flaco del paquete oficial, como si la Argentina fuera a tener en el futuro institutos infantiles como en Noruega con índices sociales de Burundi.
- Para Kirchner, que la agenda incluya la Justicia puede ser una ventaja: forma parte de su propio temario y entonces sigue en pie su sintonía con el humor social dominado por la clase media. Pero también una desventaja: ahora gobierna, y pagará los costos de un sistema judicial vetusto aunque sea otro poder del Estado. En la percepción gruesa, nadie diferencia las cosas como Montesquieu.
- La marcha –muy parecida en su estética a las de Catamarca o Santiago del Estero– fue importante incluso cuando algunos pudieran suponer que el componente piquetero puesto por Raúl Castells ahuyentaría a muchos.
- La concentración terminó la semana. Esta vez, la iniciativa política fue del Gobierno, que el lunes último lanzó un paquetazo con la reaparición del mismo Presidente luego de la gastroduodenitis hemorrágica.
- Una fuerza social demostró seguir presente. ¿Cuál es su futuro? Difícil saberlo, porque no depende solo de ella sino también del nivel de iniciativa y eficacia del Gobierno y, cosa no desdeñable, del índice de crecimiento.

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