Dom 25.04.2004

EL PAíS  › LA RELACION ENTRE KIRCHNER Y DUHALDE EN SU PEOR MOMENTO

El malestar

El Presidente y el ex han cruzado opiniones y críticas a través de los medios, cada uno con su estilo. La ausencia de diálogo entre ambos se instaló hace algunas semanas. Cuáles son los motivos del enojo de Duhalde y de su preocupación. Los movimientos en la provincia. Otro legislador en la senda de Román. Arslanian y el respaldo de los dos hombres fuertes. El parecer y la forma de conducir del Presidente.

› Por Sergio Moreno

La relación de Néstor Kirchner con Eduardo Duhalde pasa por su peor momento y este punto álgido llegó cuando ambos hicieron públicas sus discrepancias. Kirchner marcó diferencias quejándose por la forma en que la administración anterior acometió la devaluación, mientras que Duhalde apeló al juicio de la historia para evitar responderle frontalmente. Dicho esto, la tirantez se cristaliza con el silencio que se interpuso entre ambos, a la vez que los centuriones de uno y de otro glosan el fragor de un enojo in crescendo. “Duhalde está preocupado. Siente que Kirchner maltrata a su gente (por ejemplo, no le atiende los llamados a Eduardo Camaño) y a él. Cree que lo está mandando a jugar a las bochas antes de tiempo, y Duhalde aún no está jubilado”, dice un dirigente que conoce tan bien a uno como a otro. “A Kirchner le cayó como un baldazo helado la foto que se sacó Duhalde con Macri y las críticas a su política económica”, balancea el mismo confidente. Esto recién ha salido a la luz, pero es un guiso que se cuece desde hace un tiempo.
La gestualidad es, en política, tan importante como las palabras. Kirchner ha decodificado el gesto de la foto con Mauricio Macri de la misma manera que las declaraciones del ex presidente sobre la poca confiabilidad que aún atesora la Argentina. Sostiene que, de seguir emitiendo tales señales, el establishment lo tomará como punta de lanza para volcarlo en su contra. El Presidente, no obstante, pondera y mucho lo hecho por Duhalde, aunque su mirada (que no reconoce grises) lo induce a herir a quien lo rodea. Es, como gusta llamarse, un revulsivo.
Duhalde, en estas horas, sigue bancando al patagónico, pero contrariado como nunca. Las palabras, en caso del Presidente, son filosas como una cimitarra mora lista para ser blandida en todo momento. Una calificadísima fuente duhaldista reconoció que el malestar se profundizó en base a una injusticia. Dijo a Página/12: “Kirchner le pasó la factura por la devaluación al pedo. ¿Qué ganó? Kirchner es el único presidente desde la recuperación democrática que asumió con una economía en crecimiento. ¿Por qué? Gracias a Duhalde y a Jorge Remes (Lenicov), que devaluaron, como pudieron, como permitían las circunstancias, en la Argentina, no en Suiza. Y después, Duhalde lo puso a (Roberto) Lavagna, que sigue siendo ministro, es el mejor ministro del Gobierno y podría ocupar cualquier cargo en este gobierno”.
Hay quien desde dentro del propio gobierno nacional reconoce cierta dureza en los movimientos del Presidente y coincide con los centuriones de allende la General Paz en que debería modificar esa conducta que, estiman, no costaría demasiado. Para ejemplificarlo, un importante integrante del gabinete nacional utiliza un episodio reciente como referencia. Relata: “Por más que no le guste, Kirchner debería hacer un poco de sociales. A los peronistas les gusta eso, les resulta necesario. Por ejemplo, el día del lanzamiento del Plan de Seguridad (lunes pasado) había 21 gobernadores en la Casa Rosada. Esperaron en la antesala del Presidente; pasaron al Salón Blanco y se despidieron. Kirchner podría haberlos invitado a comer un asadito a Olivos, para charlar. Incluso podría haberles dicho que él se quedaba sólo una hora porque estaba convaleciente. No, no les dijo nada. Se fueron todos a un restaurante, masticando bronca, a comer solos y a conspirar”. Según la fuente, el Presidente es ecuánime al respecto: “Actúa igual con los diputados y senadores”, remata. Duhalde siente que comenzó a formar parte de ese lote.
El frente interno
El ex presidente, dicen quienes bien conocen sus pensamientos y han escuchado su voz en las últimos días, está, además de molesto, preocupado.
Uno de sus condottieri contó a este diario de las labores de contención a las que se entrega para mantener la inestable armonía que caracteriza el apoyo del conurbano a las faenas presidenciales. El hombre dijo: “Duhalde sigue bancándolo (a Kirchner), sigue conteniendo a su tropa, muchos de los cuales se lo quieren almorzar y lo harían si pudiesen. No obstante, Lupín –como suelen llamar al Presidente– no puede (no debería) romper el eje de poder que ha armado con la provincia de Buenos Aires. Hay quienes en 2005 van a empezar a laburar en su contra, tratando de armar una línea; eso se verá cuando conformen las listas: Carlos Reutemann, José De la Sota, Angel Maza, Rubén Marín, Carlos Verna, son tipos pesados, están agazapados, no lo quieren a Kirchner. Para colmo, con Gildo Insfrán, que era un antiguo aliado, las cosas están muy mal. ¿Cómo va a seguir echando leña al fuego con Duhalde? La transversalidad no camina, ¿cómo va Kirchner a salir a pelear a esos tipos?”.
La fuente consultada sostiene que un espasmo de ese hipotético eje nacional antiK podría también cobrar vida en la provincia de Buenos Aires. Carlos Ruckauf, Jorge Casanovas y quizás Oscar Rodríguez serían los demiurgos de este golem. “Quizá Rodríguez no se embarque esta vez; su mujer (Mabel Müller) debe reelegir en 2005, por lo cual Rodríguez podría mantenerse en la estructura (del duhaldismo)”, dice el confidente consultado. Macri no estaría ajeno a esta aventura de la derecha del PJ bonaerense.
Ante estos movimientos solapados, varios dirigentes han comenzado a observar la figura del ministro de Seguridad provincial, León Carlos Arslanian, con una mezcla de esperanza y necesidad. El ex camarista es una síntesis de las expectativas de Kirchner y de Duhalde. Un dirigente afín a ambos entendió que el viaje del ministro de Defensa, José Pampuro, al día siguiente del nombramiento de Arslanian respondió, más que a la especificidad de la lucha contra la delincuencia, a la gestualidad del apoyo institucional y político. “Arslanian fortalece a Felipe Solá, que tan devaluado venía, pero es una fortísima apuesta de Duhalde y de Kirchner. Ya hay quien lo ve como futuro candidato a gobernador para el 2007, pero así como están esos, también hay otros que quieren tumbarlo. Entre ellos, muchos intendentes, que son refractarios a los cambios, que concentran el delito, la falopa, la cana, la corrupción; por eso hay que apoyarlo con todo, por eso fue corriendo Pampuro, sin consultar a Kirchner ni a Duhalde”, relató a este diario un curtido dirigente que aprecia al flamante ministro de Seguridad.
El hombre, que en estos días ha conversado largamente con el ministro bonaerense, cuenta algunos de los movimientos futuros de la mesa de arena platense. “El gordo está decidido a avanzar –acomete el confidente–. Lo de Román (en referencia al senador Horacio Román, señor todopoderoso de la Comisión de Seguridad de la Cámara desde 1985, que está siendo investigadopor enriquecimiento ilícito) se va a profundizar, y no será el único. Esta semana van por la cabeza de otro legislador bonaerense muy, muy, muy importante; ya está decidido”, dice la fuente que no quiere largar prenda sobre el sujeto en cuestión. Tras la insistencia de este reportero, el contertulio –viejo caminador de la provincia y de los pasillos de la Legislatura bonaerense– suelta apenas una puntita: “Mire, junto con Román son responsables del nombramiento de los jueces y de los comisarios de la provincia. Este hombre y Román son, por tanto, grandes aportantes a la situación de inseguridad en la que se hunde la provincia”, dice, lapidario.
En la Rosada
El duhaldismo “portador sano” –por usar una categoría bautizada por el ministro del Interior, Aníbal Fernández– cree y desea que la tensión ceda, cediendo algo el Presidente. Kirchner, en tanto, considera que el peronismo debe transformarse en una herramienta de cambio, definirse, terminar con la ambigüedad –por no llamar oportunismo y/o venalidad– que le permite apoyar a Carlos Menem y a su política de exclusión y destrucción del Estado de bienestar, o a él, que se considera algo así como un socialdemócrata keynesiano.
Kirchner va a seguir chocando, va a continuar caminando por el filo porque, está persuadido, esa es la única manera de cambiar el status quo de injusticia, ineficacia, y debilidad institucional que impera en la Argentina que supimos conseguir.
A esto deben acostumbrarse, además, sus ministros, entre quienes campea un malestar notorio. Hay quienes no ven al Presidente desde hace un mes. Hay quienes prefieren no verlo para evitar el maltrato. Hay quienes exigen coordinación interministerial, que hoy está ausente, para no chocar entre sí y, cuando menos, evitar enterarse del rumbo del Gobierno por los diarios.
Acaso el Presidente modifique algunas cosas (referidas a la comunicación de sus mensajes), pero no su forma de conducción, una manera de arrear a la tropa por un camino escabroso y lleno de peligros que incitan a detener el tranco a cada paso. Esa forma, cree el Presidente, es la única manera de cruzar ese sendero. Aun para los suyos.

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