EL PAíS
Kirchner con Krugman, que criticaba a Cavallo cuando todavía era Dios
El 5 de mayo el Presidente compartirá un diálogo público en Nueva York con uno de los principales columnistas del New York Times, el mismo que en 1999 explicó por qué la convertibilidad no tenía futuro y suele recomendar una negociación dura con el Fondo Monetario.
› Por Martín Granovsky
Habrá dos K. juntos, pero no será K. versus K. sino K. más K. Uno es Néstor Kirchner. El otro, Paul Krugman. El Presidente compartirá un diálogo público la semana que viene en Nueva York con el más grande de los polemistas que en medio del reinado del neoliberalismo más fanático discutió punto por punto cada una de sus falacias.
Kirchner conversará con Krugman el 5 de mayo en la New School University de Nueva York, dentro del Observatorio “Argentina”. Es la misma institución que en la visita presidencial anterior organizó un diálogo con el Nobel de Economía Joseph Stiglitz, convertido también en un crítico de las falsas verdades sobre déficit fiscal exagerado. Stiglitz llegó a conocer tanto la economía argentina que coincidió en atribuir buena parte del bache presupuestario al subsidio estatal cuando se creó el sistema privado de fondos de jubilación.
Krugman es el mismo que en un reportaje concedido a Página/12 en mayo de 1999 dijo: “Me extrañaría que ustedes no devaluaran en los próximos cuatro años”. La devaluación llegó tres años después de ese pronóstico. Como una voz discordante en un mundo que admiraba a Domingo Cavallo y Roque Fernández, Krugman explicó: “En el largo plazo, la Argentina no debería tener su tipo de cambio fijo con el dólar, a menos que el país se resigne a vivir períodos cada vez más seguidos de recesión y estancamiento”. Para Krugman, en 1999, la pregunta era “no si la Argentina saldrá del cambio fijo sino cuándo”.
El economista no se mostraba alarmado como los políticos argentinos. “Si Brasil dejó flotar su moneda sin volver a la hiperinflación, también creo que podría hacerlo la Argentina”, dijo cuando aún gobernaba Carlos Menem y la Alianza se disponía a reemplazarlo pero sin tocar el uno a uno del mundo fantástico.
La charla con Krugman, que el Gobierno confirmó ayer, figura en un programa a desplegar la semana que viene en el que también están un almuerzo en el Council of Americas, donde ya estuvo la senadora Cristina Fernández de Kirchner, y una cena con premio en el Comité Judío Americano. Krugman es columnista de The New York Times. Es el mismo diario que en un editorial de dos semanas atrás elogió a Kirchner por su decisión de abrir un museo en la Escuela de Mecánica de la Armada y profundizar las investigaciones sobre los derechos humanos violados por la dictadura.
Kirchner, a su vez, es el primer presidente argentino invitado por el American Jewish Committee. En administraciones anteriores sólo Guido Di Tella, cuando era canciller de Carlos Menem, figuró en las listas del AJC, pero para un desayuno de trabajo.
Tal como publicó este diario, el organismo está de acuerdo con el gesto de Kirchner de haber ordenado la apertura de los archivos de la Secretaría de Inteligencia del Estado para contribuir a la causa AMIA.
Krugman, profesor en la Universidad de Princeton, tiene la ventaja de que reúne un saber técnico reconocido en el mundo académico y lo explica con sencillez y vocación por la polémica.
En los últimos años escribió varias veces sobre la Argentina. En enero último publicó un artículo en el que recordaba que la Argentina “retuvo la confianza de los inversores internacionales casi hasta fines de los años ‘90”, y que éstos “no hicieron caso a sus abultados déficit comercial y presupuestario”. Al revés, “insistían con que las políticas de libre mercado, amigables con las empresas, iban a permitir que el país saliera de todo eso”.
Krugman no es un pensador de izquierda al estilo, por ejemplo, del semiólogo Noam Chomsky.
Pero no tuvo problemas en recomendar que “la idea no es crear un enfrentamiento con el FMI, pero hay que entender que no se puede hacer todo lo que pretende el FMI”.