EL PAíS
› EL CONFLICTO ARGENTINA-CHILE
“Hay mucha confusión”
“No somos nosotros los que le vendemos gas a Chile, son las empresas petroleras”, puntualizó ayer Néstor Kirchner, subiéndose a la pelea con el país vecino por los cortes en las exportaciones de gas. El Presidente le contestó así a su par trasandino, Ricardo Lagos, quien el día anterior había acusado al gobierno argentino de carecer de “diagnóstico y claridad” para manejar la crisis energética. La primera respuesta a esas declaraciones corrió por cuenta del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, que retrucó que en el Ejecutivo chileno “hay mucha confusión”. Pero el malestar que causaron en la Casa Rosada las expresiones de Lagos quedó en evidencia cuando el propio Kirchner enfatizó que la “Argentina no viola ningún tratado” y aclaró, para que no quede ninguna duda, que “nosotros en este tema primero vamos a garantizar el mercado interno, como corresponde”.
El Gobierno se movió entre la respuesta y la aclaración de que no hay una intención particular de perjudicar al país vecino. El ministro del Interior, Aníbal Fernández, reveló que en los últimos días se redujo la provisión de gas a Brasil. “A Brasil también se le cortaron 2,5 millones de metros cúbicos diarios”, señaló el funcionario, como prueba de que no hay un trato discriminatorio.
La escalada en la discusión con Chile llegó a nivel presidencial, lo que evidencia la importancia que ambas administraciones le dan al tema. Tanto Kirchner como Lagos están pagando un costo político por la escasez de gas y, para preservarse, terminan echándose culpas mutuamente. Lagos necesita mostrarse duro para no quedar descolocado frente a las críticas de la derecha.
El gobierno argentino, por su parte, ya tiene suficientes problemas con este tema como para recibir, encima, el reproche trasandino. Las palabras de Kirchner así lo demostraron (ver detalle en nota aparte). También las de Fernández. “Hay mucha confusión de parte del gobierno chileno”, afirmó el jefe de Gabinete. “Lo que tienen que entender –agregó– es que no es un problema de imprevisión del gobierno argentino, por lo menos no de éste.”
Fernández también dijo que “el Protocolo entre Argentina y Chile sobre suministro de gas, firmado en 1995, está en contradicción con la ley argentina”, y por eso “nunca mereció ratificación legislativa”. Esa afirmación fue cuestionada por la canciller chilena, Soledad Alvear, quien las calificó como “muy delicadas”. “No me sorprenden –añadió–, pero sí las lamento.” Más allá de las discusiones públicas, el titular de Energía del país vecino, Luis Sánchez Castellón, se reunió ayer con su par argentino, Daniel Cameron, para analizar cómo seguirá el nivel de envíos.
Fernández se quejó porque “algunos medios están más preocupados por si mandamos gas a Chile que por si los argentinos tenemos el gas que necesitamos para desarrollarnos y calefaccionarnos en invierno”. En su opinión, “vender gas a Chile es sacarles gas a los argentinos en un momento de escasez”. El funcionario señaló que “aquí algunas empresas vendieron lo que no teníamos, que es gas, porque para exportar gas a Chile las empresas primero deben satisfacer la demanda interna y eso es lo que no está ocurriendo”.
Ayer se supo que 20 empresas instaladas en Mendoza y Río Negro, todas con contratos interrumpibles, registraron en las últimas horas cortes en el suministro. La ministra de Economía mendocina, Laura Montero, señaló que la estrategia para evitar desabastecimiento es “achicar la demanda, sustituyendo el gas que usan las centrales térmicas por fuel oil para producir energía eléctrica”.