Vie 30.04.2004

EL PAíS

Diputados refuerza el endurecimiento de penas

El PJ se disciplinó y votó la reclusión perpetua para las violaciones seguidas de muerte y el incremento de otras penas. Aprobaron indemnizaciones para los hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio.

Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur

Los diputados del PJ cedieron para conseguir la aprobación de nuevos endurecimientos de penas. La pieza que entregaron se llama Carlos Ruckauf y su iniciativa de que las penas de cadena perpetua por delitos aberrantes tuvieran cumplimiento efectivo. Después de disciplinar a su bancada y de conseguir los votos que anteayer le faltaron, el peronismo hizo valer su mayoría. Aprobaron el proyecto que establece reclusión perpetua para los casos de violaciones seguidas de muerte y los que suman las penas hasta un límite de 50 años, y el que les establece a los condenados por delitos aberrantes un piso mínimo de 35 años para acceder a la libertad condicional. Todo sucedió bajo la controlante mirada de Juan Carlos Blumberg. Fuera de libreto votaron el pago de indemnizaciones para los hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio.
La presencia del padre de Axel condicionó a muchos de los hombres del oficialismo. Blumberg se reunió con el titular de la Cámara, el duhaldista Eduardo Camaño, quien le habilitó el Salón de los Pasos Perdidos para que realice una conferencia de prensa para bendecir el debate.
“No es éste el camino que dignifica al Parlamento argentino”, fue el discurso final de la UCR a cargo de Luis Molinari Romero. Su intento, al igual que el de la mayoría de la oposición, se centró en la necesidad de marcar un límite a la mano dura. “Lo peor que podemos hacer es no hacer nada”, dijo el oficialista José María Díaz Bancalari. Dejando en claro lo permeable y pragmático que es el PJ.
- Las reglas del juego. Apenas habían pasado diez minutos de las tres de la tarde cuando se logró el quórum reglamentario. El tablero electrónico mostraba que había 209 diputados presentes. “Si se cambiara el criterio histórico y se resuelve que para habilitar el tratamiento de proyectos que no tienen los plazos reglamentarios sólo basta la mayoría simple en una sesión especial, estaríamos caminando hacia futuras nulidades”, arrancó el radical Mario Negri. La frase hacía alusión al intento del PJ de habilitar la discusión con tan sólo la mitad más uno y no los dos tercios como exige el reglamento.
El titular del cuerpo, Eduardo Camaño, había hecho votar el orden del día y Díaz Bancalari seguía rezongando por la sesión de anteayer. Si el oficialismo contaba o no con los dos tercios necesarios, era la principal duda. El miércoles les había faltado un solo voto para alcanzarlos. “Se le puede reclamar a la oposición mayor compromiso. Pero lo que no puede hacer la oposición es resolver las ausencias del oficialismo”, graficó Negri. El dardo golpeaba en el punto más débil del peronismo. A diferencia de la sesión anterior, hoy estaban muchos de los ausentes. Un serio Ricardo Falú se balanceaba en la banca que ocupa habitualmente mientras Jorge Argüello jugaba con las cuentas de su rosario árabe.
Fue llamativo el tono mesurado y respetuoso de casi todas las intervenciones. Estaba en discusión la credibilidad del cuerpo y su apego al reglamento. Varios bloques minoritarios adelantaron que si no se respetaban los dos tercios, se retirarían del recinto. “Este país no puede ser manejado por los medios. Este país debe ser manejado por las instituciones”, dijo el legislador Miguel Bonasso, generando un corrillo disconforme dentro de la bancada del peronismo, que reconoció el malestar que les genera la crítica de la prensa.
El comienzo se demoraba y de a uno iban llegando más legisladores del oficialismo. Con su piloto mojado, el santafesino Oscar Lamberto se paró frente a la banca de Graciela Camaño y le hizo la venia. Dio su aval a los dos tercios y se retiró. “Soy un oficialista pasivo”, se le escuchó decir cuando dejaba el recinto. En la misma línea se comportó Hilda “Chiche” Duhalde. Llegó temprano, habló con la diputada Camaño y después... mutis por el foro. Aunque en un comienzo reclamó que bastaba tener una mayoría simple, luego Díaz Bancalari bajó sus pretensiones. Ello no evitó que insistiera con su tesis de que los que quieren el debate “escuchan el reclamo de la gente”, una versión moderada de aquella que dice que los que votaban en contra “protegen a los delincuentes”.
- El acuerdo. El PJ consiguió el respaldo al tratamiento de sus iniciativas fruto de una renuncia. Esto es, el oficialismo resignó la incorporación del artículo 14 bis al Código Penal que planteaba la prisión perpetua de cumplimiento efectivo para condenados por delitos aberrantes. La oposición y algunos justicialistas argumentaron que la propuesta es inconstitucional porque contradice a los pactos internacionales que sostienen que las cárceles son para resocializar y no para castigo. Así, el justicialismo decidió retirar la propuesta.
Las disidencias internas no eran exclusivas del oficialismo. El bloque que lidera Adolfo Rodríguez Saá debió aceptar que Inés Pérez Suárez e Isabel Artola no respaldaran los proyectos de mano dura que impulsa la riquista Mirta Pérez, otra integrante de su bloque. La legisladora fue mesurada durante su discurso, no así antes cuando dijo que los diputados que se oponen a estos proyectos “viven en una nube de pedos”.
“Yo fui a la marcha de Blumberg”, arrancó Luis Zamora. Lejos de su tradicional tono confrontativo, el legislador sostuvo que la inseguridad “no es un problema de un sector sino de la mayoría del pueblo”. Criticó los incrementos de penas, poniendo el acento en el contexto social. “Si no les gusta que cite a Marx, puedo citar a Ortega y Gasset: ‘Uno es uno y su circunstancia’. No nacemos predeterminados”, dijo. Finalizó diciendo que “el peor consejo que pueden seguir las víctimas es el reclamo de confiar en las instituciones. Yo les digo: confíen en ustedes.” El radical Aldo Neri coincidió con Zamora. Lo hizo luego de decir que casi siempre está en contra de sus opiniones. “Sé claramente que el miedo, si se combina con dificultades económicas, puede generar situaciones pre-fascistas”, señaló el ex ministro alfonsinista.
Durante el debate no abundaron las chicanas ni los prejuicios ideológicos. Lo que sí fue común, sobre todo en la oposición, fue el rechazo a la presión de Blumberg, aunque sin nombrarlo. Entre los que respaldaban los proyectos también había un común denominador. Todos coincidieron en decir que no creían en la efectividad de las normas a votar, pero que igual las iban a respaldar.

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