EL PAíS
Kirchner dijo que no se siente atado a la estructura del peronismo
De esa manera le respondió a Duhalde, que había dicho que lo quería como presidente del PJ. También criticó la pelea de los “caciques partidarios” y defendió la transversalidad.
Si los dos hombres más poderosos del peronismo cumplen con su palabra, el PJ quedará acéfalo por un largo tiempo. Es que Néstor Kirchner dejó en claro que no tiene interés en presidir el justicialismo y Eduardo Duhalde consideró que si el actual mandatario no se hace cargo de la conducción el tema partidario debería quedar en el “freezer”.
La resistencia de Kirchner a ubicarse en el sillón principal del PJ era conocida. Pero ayer volvió a dejar en claro, y con una fuerza inusitada, que es un tema que ni siquiera figura en su agenda.
“No me siento atado a ninguna de esas estructuras. Tenemos que construir un país que vuelva a contener a todos los argentinos y no puede ser que la vieja lucha de los caciques partidarios nos aleje de la lucha por la dignidad de la patria”, señaló.
Sin decirlo, defendía de esta manera su proyecto de transversalidad y le pegaba a la controvertida foto que Duhalde –con la excusa de presentar un mausoleo en homenaje a Perón y Evita– se tomó en la quinta de San Vicente con los gobernadores críticos de la Casa Rosada, como el cordobés José Manuel de la Sota y el santafesino Jorge Obeid.
Las palabras de Kirchner también se entendieron como una respuesta al ex presidente, que desde Europa viene promoviendo en los últimos días la necesidad de que el santacruceño asuma la conducción del justicialismo.
Por eso ayer, ante la evidente resistencia del Presidente de tomar las riendas del PJ, Duhalde amplió la oferta de posibilidades de cómo resolver el tema. “Si hay un presidente justicialista, el partido o está dormido o está hibernando o está conducido desde la presidencia”, dijo.
Esta adaptación del discurso del actual titular de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur buscó poner paños fríos a un tironeo que viene de lejos pero que volvió a tomar fuerza con la “guerra de las fotos”, ya que aquel retrato de San Vicente no parece haber sido otra cosa que una respuesta al de Kirchner con los transversales intendentes Luis Juez, de Córdoba, Miguel Lifschitz, de Rosario, el jefe de gobierno porteño Aníbal Ibarra y Hermes Binner.
“Siempre hay pequeñas broncas... el PJ no es una escuela de señoritas. Lo único que hicimos fue cumplir los deseos del general Juan Domingo Perón, pero con Kirchner estamos muy bien”, añadió Duhalde, desde Bruselas, en su afán de minimizar lo que en su propia tropa algunos toman como la segunda guerra mundial.
Un dato para no pasar por alto: la crítica que ayer le hizo Kirchner a la corporación partidaria la hizo en un estrado de Ensenada, junto al intendente local Mario Secco, un radical de extracción sindical, alineado en la transversalidad, que le ganó al duhaldista Adalberto Denegro.
Kirchner está convencido que la foto de San Vicente representa lo viejo. En cambio, cree que la foto con los transversales devuelve una imagen de lo nuevo, que oxigena una clase sumamente desgastada.
La muestra más evidente de este pensamiento quedó plasmada en la pelea cara a cara que mantuvieron las mujeres del poder, Cristina Fernández de Kirchner e Hilda “Chiche” Duhalde, en el marco del congreso partidario de Parque Norte. La primera dama atacó al duhaldismo, y al añejo rol que le otorga el PJ a las señoras de los políticos, señalando a aquellos “portadores de apellidos”. Chiche no se amilanó y defendió el trabajo social que suelen hacer las esposas de los dirigentes peronistas.
Lo que subyace, de todos modos, es otra pelea entre Kirchner, Duhalde y los gobernadores, en la que nada tienen que ver la supuesta falta de diálogo o los cargos partidarios. Se trata de la discusión de los fondos coparticipables que tanto desvela a los mandatarios provinciales.
En el mismo acto de Ensenada donde Kirchner entregó un anticipo a cooperativas para la construcción de viviendas en el marco del Plan de Emergencia Habitacional, Felipe Solá manifestó su apoyo al Gobierno, aunque coló algún reclamo por la coparticipación. Es un secreto a voces que los intendentes bonarenses sienten amenazada la paz de sus distritos si no se mejoran los ingresos.
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