EL PAíS
› DECIDIDO EL DESTINO BONAERENSE DE CFK, EL GOBIERNO MIRA A LA CAPITAL
Una fuerza propia
Con Cristina de candidata en la provincia de Buenos Aires, Kirchner e Ibarra construirán de común acuerdo al candidato que en la Capital deberá enfrentar a Macri y a Carrió. Las negociaciones. La evaluación de una semana de confrontación con Duhalde. La reunión con Solá. El 2007.
› Por Sergio Moreno
La amenaza duhaldista de embarrar la aprobación de la ley de responsabilidad fiscal –por la cual las provincias se comprometen a gastar sólo lo que recaudan–, cuya sanción sería bienvenida por el Fondo Monetario y cristalizaría la decisión del Gobierno de mantener las cuentas fiscales ordenadas, hizo comprender a los principales habitantes de la Casa Rosada la necesidad de contar con una “fuerza propia”. Decidida, entonces, la participación de Cristina Fernández de Kirchner en las próximas elecciones del 2005 como candidata a senadora por la provincia de Buenos Aires, los artificieros del Gobierno se han dado a trabajar también la ingeniería para mantener otro distrito central, la Capital Federal. “Tendremos un candidato bueno, y lo obtendremos trabajando en consenso con Aníbal Ibarra”, garantizaron ayer desde el corazón de la administración Kirchner.
En el seno del Gobierno la sensación que cundía ayer era de satisfacción. “La estrategia surtió efecto”, dijo a Página/12 un colaborador esencial del Presidente. Dicha estrategia, explicó, fue la de convocar a todos los gobernadores y hacerlos hablar luego de acordar con el Gobierno, dejando claramente aislado el reclamo del mandatario bonaerense, Felipe Solá. “Sólo (Juan Carlos) Romero expuso un plan diferente al nuestro, pero que tampoco coincidió con el de Felipe, que quedó solo y terminó tirando la toalla”, relató la fuente citada.
Solá había solicitado ser recibido anteayer por la mañana. “La agenda está completa”, le dijeron con deliberada malicia en la Rosada, y lo pusieron en la sala de espera tras el riojano Angel Maza, el último gobernador que recorrió el viernes los pasillos de la Casa de Gobierno.
Se ha dicho ya que la reunión fue agria y estuvo llena de reproches. Solá se llevó unos cuantos más de los que derramó. El gobernador bonaerense se quejó de su soledad ante la ola de inseguridad, cuando el surgimiento de Juan Carlos Blumberg. Sus anfitriones, el presidente Néstor Kirchner y el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, lo cruzaron recordándole que la palabra que terminó convenciendo al ex camarista federal León Arslanian, para que acceda al cargo más inestable de la política argentina –el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires– fue dicha en Balcarce 50.
Mañana continuarán las conversaciones. “Felipe tiró la toalla; ahora, tenemos que ver cómo lo ayudamos”, coligen en el Gobierno nacional.
El caudillo
Valga lo antedicho, la preocupación central del Gobierno fue Eduardo Duhalde. “El asunto es la gobernabilidad”, alertan en el ágora de Plaza de Mayo. El sentido que le dan a la frase refiere a la necesidad de contar con un encuadramiento detrás de las políticas que emanan del Ejecutivo. Y esta semana, en la Rosada comenzaron a ver que eso se ponía en cuestión desde las líneas manejadas a control remoto por el caudillo de Lomas.
“Nos quisieron extorsionar amenazando que no iban a votar la Ley de Responsabilidad Fiscal; eso es mafia, así lo denunció el Presidente el miércoles pasado en la televisión”, relata un integrante del Gabinete venido del sur. Con sincronía coral, otro de sus pares agrega: “Ahí nos dimos cuenta de que nos hace falta contar con una fuerza propia”.
Ya se adelantó ayer en esta columna a qué se refieren los altos funcionarios aquí citados: la creación de una fuerza paralela al PJ bonaerense –el Partido para la Victoria– con CFK encabezando la lista de senadores 2005; y en caso de que Duhalde bendiga el desembarco y resigne su dedo proverbial para nombrar candidatos de su tropilla, CFK a la cabeza de unas listas del PJ bonaerense diseñadas en Olivos.
“Duhalde llega mañana (por hoy) y habrá que ver qué ocurre; él siempre tuvo vocación acuerdista, veremos si en ésta la mantiene”, especula un ministro que conoce al ex presidente. “Sus frases en el reportaje (de la revista Noticias) no fueron tan fuertes; lo que dijo sobre los desaparecidos es lo que siempre pensó”, suaviza un integrante crucial del gabinete presidencial.
Lo dicho por ambos encumbrados funcionarios no modifica la decisión tomada alrededor de Kirchner: en la guerra o en la paz el desembarco K allende la General Paz está decidido.
La Reina del Plata
La “fuerza propia” que amasa el Gobierno debe cocerse también más acá de la General Paz. Distrito nodal para los intereses de la administración, en las últimas semanas se produjo un chisporroteo entre los aliados de ambos márgenes de la Plaza de Mayo, en el que debió mediar el propio Presidente. Un grupo de legisladores porteños que responden al jefe de Gabinete nacional, Alberto Fernández, intentaron interpelar al jefe de Gabinete local, Raúl Fernández. Kirchner, enterado, mandó a desarmar tremendo aquelarre y Alberto Fernández debió más que retar a los suyos. “Te digo que estoy molesto con Raúl Fernández y vos salís a matarlo; estás loco, sos como Gregorio Ríos”, fustigó no ayuno de negra ironía Alberto Fernández a un integrante de su escuadra porteña. (N. de la R.: Gregorio Ríos fue el jefe de custodia de Alfredo Yabrán, y cumple prisión por el asesinato de José Luis Cabezas.)
Restablecida la paz, Alberto Fernández y Aníbal Ibarra se reunieron a principios de semana en la Rosada y acordaron trabajar para construir un candidato de consenso, que represente a Kirchner y a Ibarra como cabeza de lista de diputados nacionales en 2005. El elegido tendrá un desafío no menor; sus adversarios serán Elisa Carrió, por izquierda, y Mauricio Macri, por derecha.
CFK será candidata en provincia. Roberto Lavagna, ministro de Economía, no descenderá a estos barros. Ambos son los que, según señalan los sondeos consultados en Olivos, resultarían seguros ganadores de la tenida. “Tenemos varios candidatos. El que mejor mide es Rafael (Bielsa, el Canciller), lo siguen de cerca Gustavo (Beliz, ministro del Interior), Alberto (Fernández, ya citado), Filmus (Daniel, titular de Educación), y un poco más abajo Telerman (Jorge, vicejefe porteño) y Feletti (Roberto, secretario de Obras Públicas de la Ciudad). Cualquiera podría ser. Ahora, habría que ver si no tenemos que buscar una alternativa diferente a las que estamos estudiando, no sé si el Gobierno puede prescindir de un ministro de los nombrados para que sea diputado nacional”, duda, un ponderado consiglieri del Presidente.
Pero no hay nervios en el Gobierno al respecto. “Hay más tiempo en la Ciudad, podemos seguir trabajando, nada se ha precipitado”, dicen.
Coda
En más de una oportunidad este reportero preguntó a varios miembros del Gabinete por la chance de que el Presidente deje el Gobierno en 2007 y no quiera la reelección. La idea surgió del propio Kirchner quien, como ya se ha dicho varias veces en esta columna, se lo fue revelando a casi todos sus colaboradores más cercanos y a algún que otro gobernador.
Era difícil imaginar la retirada. ¿Qué pasaría con sus adeptos? ¿Se retirarían con él? ¿Y el trabajo de construcción política que están realizando? ¿Y esa fuerza propia que, ladrillo a ladrillo, van levantando?¿Y la continuidad del proyecto político y el modelo keynesiano, la reconstrucción del Estado?
La respuesta estaría en la obtención política de territorio, el asentamiento de una fuerza que funja de herencia K y contralor de quien lo suceda. “Imagine por un momento, sólo por un momento, que nos hacemos con la provincia de Buenos Aires, más la Capital Federal, más la Patagonia, más una que otra provincia del NOA y del NEA. Néstor se puede ir tranquilo al Glaciar. Su impronta ahí estará. Y sus hombres en los distritos obtenidos”. La reflexión fue compartida por este reportero y un fiel intérprete del pensamiento presidencial.