Por Eduardo Tagliaferro y Felipe Yapur

El gobernador Felipe Solá repitió el gesto del martes del ex presidente Eduardo Duhalde al presentarse ayer en el despacho del titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Camaño. No tendrá seguramente el mismo efecto: Duhalde es el jefe que reconocen los legisladores bonaerenses, pero igual lo de Solá fue un gesto importante. El gobernador dejó una puerta abierta para continuar dialogando con el Gobierno: “Si alguien quería que hubiera una cercanía con el kirchnerismo, era entonces preciso que existiera el diálogo. Bueno, ahora estamos comenzando a charlar”, indicó con su acostumbrado tono irónico antes de abandonar el Congreso.
La versión oficial indicó que Solá informó a los diputados, que lo acompañaron en su pelea por la coparticipación, del estado de las negociaciones con el Gobierno. Se mostró optimista: “Hay principios de acuerdo firmes”, dijo. Incluso, aseguró a los periodistas que los legisladores de su provincia van a acompañar la ley de Responsabilidad Fiscal. Eso sí, cuando le preguntaron quién era su jefe político, Solá esbozó una sonrisa para decir luego que “mi jefe político es el soberano que me votó”. Cerca, el duhaldista Daniel Basile lo miraba serio.
Para los duhaldistas, el romance con el kirchnerismo ya fue. Coinciden en señalar que algo se rompió y que nada volverá a ser como antes. En el kirchnerismo, el enojo que produjo el encuentro de Duhalde con sus principales hombres en Diputados era inocultable. Más allá de las declaraciones públicas, interpretaron la visita como un gesto provocador.
En su viaje a San Antonio Oeste, el martes, el presidente Néstor Kirchner tampoco ocultó su enojo con los duhaldistas. “Si tengo que jugar, voy a jugar”, comentó a los hombres que lo acompañaban a propósito de la disputa con los bonaerenses. El comentario fue hecho con énfasis, al estilo K. Quienes lo escuchaban interpretaron que hacía referencia al futuro armado político del kirchnerismo en la provincia.
En este juego los kirchneristas no tienen duda de que la pieza a capturar es Duhalde. Por eso no se distraen en los entredichos con Solá. Aunque, claro está, el Gobierno no quiere que el gobernador se victimice ante la opinión pública y termine, incomprendido por la Rosada, en los brazos de Duhalde. Sin embargo, tampoco el Ejecutivo se volvió en exceso generoso con Solá. En el kirchnerismo recuerdan que el año próximo los vencimientos de la deuda bonaerense superará en mucho lo que recibirán por coparticipación. Eso sólo lo ubica a Solá en un escenario complicado.
“Yo no lo recibo más, ahora conténgalo”, dijo Kirchner en la Rosada luego de que el gobernador bonaerense abandonó el despacho presidencial, la semana pasada. Los destinatarios fueron el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y el ministro del Interior, Aníbal Fernández. Son varios los que en el peronismo admiten que la jugada de Solá fue fuerte, demasiado fuerte, quizás más de lo que sus propias fuerzas recomendarían. El gobernador bonaerense, en cambio, indicó a Página/12 que “el diálogo con el Presidente continuará y será fluido. Se lo aseguro”.
Si alguien tiene claro que la pelea con Kirchner es inevitable, ése es el propio Duhalde. El ex presidente ya puso una primera fecha de ese enfrentamiento. La situó en diciembre. El motivo, la elección del futuro presidente de la Cámara de Diputados. “Si ellos no lo quieren a Eduardo Camaño, que propongan otro candidato y que votemos”, dijo Duhalde a los suyos hace una semana y lo reiteró por estos días. En este punto, Duhalde especula que el kirchnerismo no tiene posibilidades de imponer un candidato propio que coseche más votos que Camaño. Duhalde cuenta entre los suyos a José María Díaz Bancalari. Evalúa que a diferencia de Aníbal Fernández, el Mono, como suelen llamar sus amigos al actual jefe de la bancada peronista, no cruzará de vereda. Así como el Gobierno tiene un ojo puesto en el resto de los gobernadores, también lo tienen los duhaldistas. “Ahora todos son duhaldistas”, aseguró a este diario un importante referente del duhaldismo luego de abrazarse con Adrián Menem y concertar un futuro encuentro.