EL PAíS
› LA CAMARA BAJA VOTO ANOCHE LA LEY QUE
PERMITIRA ENVIAR TROPAS ARGENTINAS A HAITI
Un viaje al Caribe que no será de vacaciones
Con el voto del justicialismo, los provinciales y algunos transversales, la Cámara de Diputados aprobó por 138 a 75 el envío de tropas nacionales que, junto a las de Brasil, Chile, Paraguay, Uruguay y México, intervendrán en una misión en Haití, tal como lo dispuso la ONU. El centroizquierda, la izquierda y el radicalismo se opusieron.
Por Felipe Yapur y Eduardo Tagliaferro
Seguramente pocos en Haití se deben haber enterado del largo debate que consumió la adhesión argentina a la participación militar multilateral que impulsó el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Las partes se dividieron desde un primer momento. La oposición, incluida la UCR, se mostró decididamente en contra de la iniciativa del Ejecutivo. Se valieron de decenas de argumentos. El más utilizado fue que se está “legitimando a un golpe de estado de genocidas”. El PJ, junto a un pequeño grupo de aliados, negó que se trate de una invasión y que en todo caso se trata de una misión humanitaria de países latinoamericanos que promovió la ONU para terminar con la anarquía y permitir que el país caribeño se reorganice institucionalmente. Pasada la medianoche, la votación arrojó 138 respaldos al envío de las tropas argentinas a Haití, frente a los 75 que consiguió reunir la oposición para impedirlo.
La voz del oficialismo estuvo a cargo del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Jorge Argüello. El porteño aseguró que la participación argentina no tiene nada que ver con una invasión y ni siquiera se trata de una convalidación de las acciones de los ejércitos norteamericano y francés. Es más, insistió como argumento fundamental que la participación latinoamericana responde a un expreso pedido del grupo de países caribeños que integran el Caricom. Argüello comparó esta misión con la que encabezó en 1993 quien fuera canciller de Alfonsín, Dante Caputo. Además, se cuidó bastante de utilizar la figura “imponer la paz” que figura en la resolución de la ONU y por ello insistió en que “se va a trabajar para establecer la paz con el objetivo de que este país se pueda reorganizar institucionalmente”. Pocos de sus compañeros de bancada lo escucharon. A esa altura estaban más interesados en lo que sucedía en el despacho de Eduardo Camaño, quien estaba reunido con el gobernador Felipe Solá (ver página 5).
Como no sucedía hace mucho tiempo en la Cámara baja, los radicales mostraron un rostro opositor. Decididos a rechazar a rajatabla la iniciativa oficial, el reducido bloque se expresó a través de Federico Storani. El ex ministro del Interior de la Alianza recordó la participación argentina en la primera Guerra del Golfo. “Luego sufrimos los atentados a la AMIA y la embajada israelí a pesar de que fuimos a partir de una ley de la Nación”, indicó para luego agregar que “la existencia de una ley no nos otorga un bill de indemnidad”. Por otra parte, Storani señaló que la resolución de las Naciones Unidas que provoca este debate se produjo luego de que “los Estados Unidos derrocaran a (Jean Bertrand) Aristide” por lo que se está lejos de ir a una misión para mejorar la situación irregular que vive esa nación. El justicialismo lo escuchó en silencio.
La representante del Frente para el Cambio, Alicia Castro, rechazó los argumentos oficiales y alertó sobre el peligroso antecedente que puede surgir de esta presencia militar, sobre todo cuando el gobierno norteamericano lanza amenazas contra los gobiernos cubano y venezolano. En ese marco, propuso a cambio organizar una misión humanitaria que plasmó en un proyecto redactado con un grupo de legisladores de la oposición. El justicialismo la escuchó en silencio.
El socialismo también se expresó en contra. Jorge Rivas recurrió incluso a dos exponentes que se ubican en las antípodas de su pensamiento. Primero se basó en una declaración del gurú económico Jeffrey Sachs, quien según el legislador dijo que “la participación de los Estados Unidos en el golpe haitiano ha sido manifiesta, cínica y resuelta”. Luego, irónico, tomó una frase de un argentino: “Roque Sáenz Peña, que no puede ser consideradocomo marxista, dijo hace ya tiempo que el bienestar de los Estados Unidos le resulta demasiado honeroso a los países latinoamericanos”.
Además de la bancada peronista, a favor también se pronunciaron los integrantes de los partidos provinciales, autodenominados Interbloque Federal. Desde el bloque de los diputados que ingresaron de la mano de Mauricio Macri también se apoyó el envío de tropas a Haití. La posición la enunció Federico Pinedo (nieto). Lo hizo con bastante ironía. Comenzó diciendo que desde el bloque acusado de formar parte de una conspiración iban a apoyar una propuesta del presidente Néstor Kirchner. Pinedo reivindicó la coherencia de Luis Zamora, de Autodeterminación y Libertad, que lo había precedido en la palabra. Analizó que en la mirada de Zamora, Argentina estaba en guerra con los Estados Unidos y que por lo mismo no duda en proponer la ruptura con las Naciones Unidas. En su exposición Zamora no dudó en calificar a la ONU como “a una cueva de ladrones”. Claro que la mención de Zamora en boca de un liberal como Pinedo fue para criticar al oficialismo. El legislador del macrismo criticó ciertas oscilaciones políticas, que no precisó.
A favor también lo hizo el porteño Miguel Bonasso, aunque en su Bloque Convergencia tuvo posiciones encontradas, como la de José Roselli, que se pronunció en contra del envío. Bonasso hizo un detallado repaso histórico de Haití, desde su independencia hasta cada intervención extranjera. No dudó de calificar al desplazamiento de Aristide como “un golpe de estado”. También reparó en los antecedentes de mucho genocidas de los que propiciaron su eyección. Claro que también reparó en el actual estado de crisis que hoy vive la sociedad haitiana y dijo que actualmente la población haitiana “está de rehén” de una situación dilemática.
La frepasista Nilda Garré reconoció que el caso Haití es complicado. Tanto que ha provocado una fractura transitoria en su bloque donde Alejandro Filomeno se opuso a la iniciativa oficial. El discurso de Garré fue complicado. Por un lado reconoció que la situación haitiana era dramática, producto de las numerosas intervenciones norteamericanas y francesas. Sin embargo, consideró que era preciso participar de esta misión multilateral para limitar la política unilateral de EE.UU.
Durante las siete horas de debate el justicialismo se mostró distraído, despreocupado y confiado en que en esta oportunidad los números le favorecían. Los bonaerenses no sólo eran los más tranquilos, además se regocijaban con el hecho de que la ley iba a ver la luz 24 horas después de que su jefe político, Eduardo Duhalde, estuviera en el Congreso, ratificando a su gente la decisión de acompañar las iniciativas del Ejecutivo a pesar de las diferencias que mantiene con Kirchner. El dato anecdótico, casi risueño, fue la exposición del duhaldista Daniel Basile, quien justificó su ausencia en la frustrada sesión anterior. Culpó a los grupos piqueteros que le impidieron el paso y los consideró funcionales a “los que pretenden hacer caer la democracia en Haití (sic)”.
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