EL PAíS
Rastros de la última dictadura en un olvidado sótano de la Aduana
En un depósito de la Aduana pudo haber funcionado un centro clandestino. Antes fue una dependencia de la Policía Federal. Investigan la Secretaría de Derechos Humanos y la Justicia.
› Por Victoria Ginzberg
En un depósito de la Aduana, atrás de pilas de mercadería incautada y viejos expedientes, se descubrió un sitio que habría funcionado como centro clandestino de detención durante la última dictadura militar. Se trata de un sótano en el que hay cinco celdas con pasaplatos en las puertas. “Es un lugar siniestro”, lo describió José Sbatella, director de la Aduana. La Justicia investigará si allí se mantuvieron personas secuestradas.
“En el estado actual de esta investigación, la Secretaría de Derechos Humanos no efectúa ningún juicio sobre la naturaleza del sitio y se dispone a efectuar una formal denuncia ante la Justicia Federal para que se efectúen las investigaciones que correspondan”, informó Rodolfo Mattarollo, jefe de Gabinete de la secretaría. El funcionario visitó el lugar el martes pasado, junto con Sbatella; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y el secretario de la Presidencia, Oscar Parrilli.
Ese fue el primer reconocimiento oficial del sitio. Unos diez días antes, mientras el lugar estaba siendo limpiado, se descubrieron las celdas. “Se accede por una escalera. Hay dos rejas como aberturas cenitales en el techo. Adentro hay varios compartimientos cerrados, algunos con rejas pintadas de color verde y otros con una doble puerta de metal. Llama la atención que hay rectángulos recortados del tipo de pasaplatos. También hay un segundo sótano muy chico que contiene dos celdas pequeñas, como cuevas, que pudieron ser usadas como lugares de aplicación de tormentos”, describió una persona que estuvo allí.
El titular de la Aduana relató que “limpiamos el lugar porque había papeles y cosas en desuso y a medida que fuimos despejando aparecieron las rejas y una serie de situaciones: depósitos con dobles cierres muy seguros para estar en un lugar así y una serie de cosas que no tienen nada que ver con un depósito”.
Ayer se acercó al sitio el juez en lo penal económico Jorge Brugo, quien tramita una causa por presunto contrabando con mercadería incautada que está en ese depósito. El magistrado realizó una inspección ocular y confirmó la existencia de las celdas y agregó que hay “un túnel que dicen que iba al Río de la Plata”.
Brugo precisó que esas instalaciones pertenecían décadas atrás “a la empresa Citroën y después estuvo la Policía Federal” y consideró que esa fuerza deberá dar “explicaciones” a la Justicia. Adelantó además que, como no se trata de un tema de su competencia, elevará una denuncia en la Cámara Federal porteña.
El depósito ubicado en Zepita y Vélez Sarsfield se convirtió en 1994 en la División de Rezagos y Comercialización de la Aduana. Antes habría funcionado como parte de la División Automotores de la Policía Federal. En otra sede de esa repartición, pero en Floresta, también se montó un centro clandestino durante la última dictadura: El Olimpo.
La Secretaría de Derechos Humanos ya está realizando una investigación para precisar si por allí pasaron personas desaparecidas. La búsqueda está orientada a recopilar testimonios de sobrevivientes que hasta ahora no hubieran identificado su lugar de detención y de vecinos de la zona. Empleados de la Aduana revelaron extraoficialmente que desde hace años existían rumores que indicaban que allí habría funcionado un sitio donde se mantuvo a personas secuestradas. “Una de las hipótesis es que pudo haber correspondido a un centro de reagrupación de detenidos, un lugar donde eran llevados antes de ir a otro centro más grande o directamente antes de ser asesinados. Hay muchos testimonios que indican que antes de ir a un campo, los detenidos estaban pocos días en sitios que no pudieron identificar”, explicó un funcionario.
Según el informe de la Conadep, en la Capital Federal funcionaron 14 centros clandestinos de detención. Pero con el tiempo se fueron identificando nuevos sitios. El año pasado, ex detenidos desaparecidos reconocieron un inmueble en Montserrat que había sido usado como centro de torturas.