EL PAíS
› CALMA CHICHA EN LA PELEA ENTRE KIRCHNER Y DUHALDE
Tras los muros, sordos ruidos
Por más que las declaraciones de ambos bandos hayan bajado de intensidad, la lucha política con el duhaldismo está desatada. Kirchner quiere armar las listas de senadores y diputados nacionales bonaerenses para 2005 y tener poder de veto. Va a acordar con todos los gobernadores de las otras provincias para poner a sus hombres K en las listas. Las gestiones para calmar la pelea. El fantasma de acciones ocultas de los bonaerenses. Los piqueteros.
› Por Sergio Moreno
La tormenta amainó. Por cuánto tiempo, no se sabe, nadie lo sabe. La relación entre Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde ha entrado en un terreno fangoso. Ambos se han avisado que habrá confrontación y ahora esperan un nuevo momento para dirimir sus cuitas. Eso será en el momento de elaborar las listas de candidatos bonaerenses para las elecciones de 2005. “En esas elecciones se evalúa la gestión del gobierno nacional, por lo que estamos habilitados para armar las listas de la provincia”, dicen en la Casa Rosada, no sin malicia. Amén de los movimientos subterráneos, el miércoles pasado terminó de sellarse el armisticio por el cual aquivos y troyanos bajaron el tono de sus otrora estentóreas acusaciones. La calma que hoy se aprecia en la superficie no debe engañar al observador: tras los muros, sordos ruidos oír se dejan.
Los cruces de acusaciones y chicanas entre ambos campamentos escalaron por decisión del gobierno nacional, que durante toda la semana pasada dobló la apuesta en los embates contra Duhalde y el duhaldismo, sea quien fuese la cara visible que intentara hablar en nombre de su facción, Chiche Duhalde, Daniel “Chicho” Basile o Alfredo Atanasof, por poner algunos nombres. Incluso, en la Casa Rosada se llegó a pergeñar la chance de despedir de su trabajo en el Mercosur al caudillo bonaerense, una medida extrema que, al ser revelada por este diario, el Presidente debió desmentir sin demasiado énfasis ni convicción.
Uno de los tejedores profesionales con los que cuenta Kirchner para las labores políticas observó desde el exterior las descargas de uno y otro lado. Vía internet y celular, el operador se mordía los dedos al no poder regresar al país. Lo hizo hace dos semanas, preocupado. Su visión, y así se lo hizo saber al mandatario, era que la pelea había cobrado demasiado voltaje y que era vista con preocupación en el exterior. El hombre expuso ante el patagónico el siguiente razonamiento:
–En el extranjero piensan que, además de la debilidad de De la Rúa, a aquel gobierno lo tumbó el peronismo bonaerense, Duhalde particularmente. Lo cierto es que me preguntaban: “¿Cuándo lo tumba Duhalde a Kirchner?”.
El viejo estratega sostuvo que la pelea, más que beneficiar a Kirchner, dañaba al país. “La gente dice en las encuestas que vos tenés razón, pero no le gusta la pelea en sí, tiene temor porque, en definitiva, en la sociedad argentina también está instalado que a De la Rúa lo tumbó el peronismo bonaerense”, le dijo horas antes de que el patagónico marchara a Río Turbio, hace diez días, a solidarizarse con los familiares de los trabajadores que murieron en la mina de carbón.
El Presidente, poco convencido, accedió a morigerar el tono de la confrontación: congelar las declaraciones.
Un habitante de la Casa Rosada reflexionó abonando a la teoría del freezer desde otro sitio, el de una posible acción desestabilizadora del duhaldismo. El confidente dijo a este diario: “¿Qué hubiese pasado si al gordito secuestrado (Cristian Ramaro) en vez de soltarlo lo mataban? ¿Usted se imagina si a (Raúl) Castells se le sumasen dos municipios del conurbano, si se levantasen con algún quilombo? Qué digo dos municipios, uno solo, ¿se lo imagina? Las cosas no están nada bien, y los muchachos del duhaldismo no son monjitas, precisamente”. El funcionario, que integra el gabinete nacional, así hablaba el pasado jueves frente a este diario, dos días antes de que un militante de Luis D’Elía fuese asesinado a balazos en la Boca, lo que motivó que el dirigente piquetero más cercano al presidente Kirchner tomase una comisaría en repudio del asesinato. Esto ocurrió ayer, en el segundo aniversario de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, por los cuales Duhalde debió entregar anticipadamente el poder.
La teoría de la conspiración está en mente de todos en la Rosada, sean los más pingüinos o los que vienen de otros sectores del peronismo, incluso de quienes alguna vez fueron duhaldistas.
“Duhalde está dolido, siente como si su propio hijo lo hubiese traicionado”, contó a Página/12 un funcionario que medió para descomprimir la presión que instaló la pelea.
Sin piedad
Dicho lo antedicho, pocas cosas van a cambiar. Una de ellas, las declaraciones. O, mejor dicho, quienes las emitirán. Quizá sean los diputados del flamante sub-bloque K quienes tiren algunas piedras contra el duhaldismo y continúen con los artificios y las escaramuzas. Quizá los ministros Fernández, con un poco menos de vitriolo en sus palabras de cada mañana. Pero tanto los motivos como la batalla per se no se modificarán.
“Acá quedó claro que no hay dos presidentes, no hay poder bifronte, no hay que consultar a nadie fuera de esta casa (la Rosada) para tomar las decisiones. Clarificado esto, podemos llamarnos a silencio”, dijo a este diario un cercano colaborador presidencial.
En Palacio no pierden pisada de los movimientos del adversario; tampoco adormecen el músculo de sus objetivos. Esta pelea de poder contiene una decisión de dominar a la provincia más poderosa –y peligrosa– del país, no dejarla en manos de quien pueda utilizarla contra el Gobierno.
“Mire, en las elecciones de legisladores nacionales se evalúa la gestión nacional, la del gobierno nacional, no las provinciales, que son medidas en las elecciones de gobernadores y legisladores provinciales. Las del 2005 son de legisladores nacionales, por eso es lógico que nosotros armemos las listas de la provincia de Buenos Aires”, reflexionaba ante este diario un importante estratega pingüino.
–¿Pero ustedes no les van a exigir las listas a Jorge Obeid (Santa Fe) o a José Manuel De la Sota (Córdoba)? –inquirió Página/12.
–Con ellos arreglaremos.
“Arreglar” significa acordar algunos nombres K en las listas de esos gobernadores. No sólo Obeid y De la Sota están en la mira del gobierno nacional. La estrategia es la misma que tejieron alrededor de Felipe Solá cuando el bonaerense se diferenció de la administración nacional, hace apenas tres semanas, por los porcentajes de coparticipación nacional: el aislamiento. En aquella oportunidad, Kirchner acordó con todos los gobernadores, quienes, además de coincidir en el proyecto de Ley de Coparticipación, salieron en fila a golpear al bonaerense. Aislado, Solá fue el último en ser recibido en Palacio. Finalmente hubo acuerdo.
Con Duhalde no se piensa en un acuerdo, pero la estrategia será similar: arreglar con todos los gobernadores del justicialismo –y con Aníbal Ibarra en la Capital– posiciones en las listas para hombres K y dejar solo al caudillo bonaerense.
“El Presidente quiere armar la lista de senadores y diputados nacionales de la provincia. Quizá nombre a algún duhaldista, quizás a varios, pero quiere ponerlos él. Seguro que no va a estar Chicho Basile”, confió a Página/12 un habitual intérprete del pensamiento presidencial.
El esquema se cierra con la tarea de “peinado” que hacen en la provincia los hombres del Presidente, sea en el armado de estructuras políticas, sea en las conversaciones, cada vez más asiduas, con los principales intendentes del Conurbano.
“Tenemos que ir con cuidado –cierra uno de los ingenieros de Kirchner–. El clima se enrareció. Los medios de la derecha nos están pidiendo represión a los piqueteros mientras azuzan a la gente en nuestra contra. Si llegáramos a hacer lo que ellos quieren, nos ganan, porque la credibilidad del Presidente caería y quedaríamos prisioneros de ellos. En definitiva quieren a un Presidente como los demás, como De la Rúa o comoDuhalde. Quieren domesticar a Kirchner, disciplinarlo. Si accediésemos a eso, sería el principio del fin.”