EL PAíS
› FUSILARON A UN MILITANTE DE LA FTV EN LA PUERTA DE SU CASA EN LA BOCA
“Esto fue un mensaje mafioso”
D’Elía dijo que Martín Cisneros “fue fusilado por un lumpen de la droga que trabajaba para la comisaría 24ª”. Los piqueteros la ocuparon hasta la madrugada de ayer, en reclamo de justicia. Hay detenido un sospechoso. Relevaron al comisario y a la cúpula.
› Por Eduardo Tagliaferro
“Fue fusilado por un lumpen de la droga que trabajaba para la comisaría 24ª. Fue un mensaje mafioso, un fusilamiento liso y llano”, repetía con insistencia Luis D’Elía. Con lágrimas en los ojos, el titular de la Federación Tierra y Vivienda explicaba a todos los que se le acercaban de qué manera había sido asesinado Martín Cisneros, uno de los coordinadores del comedor Los Pibes, en la Boca. El hecho ocurrido en la noche del viernes conmovió al barrio, que indignado copó la seccional policial. Una treintena de militantes de la FTV, acompañados por el propio D’Elía, y Luis Bordón, padre del joven Sebastián Bordón, asesinado en Mendoza, permanecieron toda la noche en la sede policial y recién se retiraron con las primeras luces de la mañana del sábado. D’Elía, los dirigentes de la Central de Trabajadores Argentinos Ariel Basteiro y Claudio Lozano y el diputado Miguel Bonasso caracterizaron al hecho como una provocación política. Para todos, el fantasma del duhaldismo estuvo presente. “Habló (Alfredo) Atanasof y ahora tenemos un muerto”, fue la conclusión del líder piquetero.
Palabras más, palabras menos, D’Elía utilizó términos similares a los que había empleado el ministro del Interior, Aníbal Fernández, cuando salió a responderle al duhaldista Atanasof, luego de que éste dijera que “el Gobierno maneja el partido piquetero”.
Una de las primeras reacciones oficiales fue ordenar la separación de las autoridades de la comisaría 24ª. Algo que el propio ministro de Justicia, Gustavo Beliz, le comunicó telefónicamente a D’Elía cuando se realizaba el velatorio del Oso, como se lo conocía a Cisneros en la Boca. “No podemos descartar la teoría del complot o de una vinculación política en el episodio, y esto sería factible si pudiéramos comprobar que (Juan) Duarte (principal acusado del asesinato) actuó como sicario de intereses políticos”, afirmó Beliz. Motivos sobraban para explicar el desplazamiento de las autoridades policiales. Hace no más de dos meses, la misma comisaría había sido sospechada de connivencia con la agresión sufrida por el diputado Basteiro a manos de una patota vinculada a la UTA.
Viernes 10 pm
Faltaban unos veinte minutos para las diez de la noche del viernes, cuando las balas comenzaron a rebotar contra el frente de Olavarría 284. Una casa de las tantas del barrio de la Boca, a pocas cuadras de la Vuelta de Rocha. “Estaba solo. Hasta momentos antes había trabajado en el comedor. Cuando comienzan con los tiros, él se asoma. No había nadie en la calle, la consigna policial que suele estar en la esquina se había retirado. Los vecinos vieron todo entre las rendijas y hasta nos comentaron que un rato después pasó una patrulla policial a contramano”, le comenta a este diario Nadia, militante del FTV a la que le costaba contener las lágrimas. “Nos enteramos por teléfono y llegamos a la casa a las 23.30. Nos cansamos de esperar durante 15 minutos la llegada de la ambulancia”, continuó. D’Elía completó el cuadro: “Tiene siete tiros en el cuerpo, todos de calibres distintos. No le robaron nada, le tiraron a matar de la manera más cruel”.
El sábado, cuando Página/12 pasó frente al lugar del crimen, todavía quedaban sangre sobre los escalones de piedra de la entrada de la casa de Cisneros. Dos perros dormían en la vereda, algunos vecinos resistían a la niebla que bajaba del puente y a unas cuadras, en la sede del comedor Los Pibes, donde se realizaba el velatorio del Oso, desfilaban, salvo los seguidores de Raúl Castells, todas las corrientes piqueteras (ver aparte).
“Cuando uno trabaja para sacar a los pibes de la droga, para alimentarlos, se transforma en enemigo de estos tipos”, dijo D’Elía, sin ocultar el cansancio y la bronca que le produjo el caso. El dirigente piquetero puso nombre y apellido del presunto autor del crimen: Juan Carlos Duarte, de unos 31 años, que en la Boca es popularmente conocido como “El Gordo Juan Carlos”. Los vecinos incluso puntualizaron que estaba acompañado de un menor de edad, al que se limitaron a identificar como Luis.
Araca la cana
Cuando los primeros patrulleros llegaron al lugar, ya los vecinos habían ganado la calle. El cuerpo de Cisneros estaba sobre los escalones de entrada y los militantes del FTV apenas contenían su furia. “Los dos patrulleros sólo estaban preocupados por el escándalo callejero y porque nosotros señalábamos su complicidad”, comenta a este diario uno de los miembros del comedor Los Pibes. Cuando ingresaron a la sede de la 24, a cinco cuadras del lugar del crimen, increparon al comisario Cayetano Greco, diciéndoles que los asesinos “trabajan para la policía”. Como toda respuesta el comisario respondía que “hacía poco que estaba allí”. Sin embargo, la gente del FTV lo conoce. “El sabe quiénes somos, para el 19 y 20 de diciembre del 2001 era subcomisario. Se fue y volvió, pero ya como comisario”, comenta Luciano, uno de los jóvenes que trabaja en la unidad productiva, como identifican al comedor.
Los casi cien que ingresaron a la comisaría le dejaron en claro al personal policial que no se retirarían hasta que no detuvieran a los autores del crimen. En la esquina de Pinzón y Almirante había otros doscientos militantes que comenzaron una fogata con gomas. Ya era la madrugada del sábado. Personal de tres comisarías fueron afectados al lugar. Los efectivos del grupo de asalto GEOF comenzaron a caminar por las terrazas vecinas para retomar la sede policial por la fuerza. “No teníamos a nadie de rehén”, explica la gente del FTV.
El GEOF había cortado los teléfonos de la seccional. Los militantes del FTV pensaban que también cortarían la luz y que comenzaría el asalto de la sede policial. Dejaron salir a casi la totalidad de los efectivos, mientras acomodaron los muebles frente a la puerta de entrada. “Solamente se quedaron dos policías cuidando a los presos. Finalmente se fueron por los techos”, comenta a este diario uno de los piqueteros que estuvo en la toma.
Fue la mediación política la que disuadió a los federales y también a los piqueteros. El viceministro del Interior, Rafael Folonier, y el subsecretario de Seguridad, José María Campagnoli, prometieron el esclarecimiento del hecho. Los militantes del FTV se retiraron luego de entregarles a las autoridades nacionales todo el armamento policial. Incluso pidieron que se firmara un acta en la que queda en claro que no abandonaban el lugar llevándose nada. También aprovecharon para darles a los funcionarios dos carpetas en las que varios oficiales de la seccional aparecían fotografiados desnudos con prostitutas de la Boca y en las que había varios pases libres para los hoteles alojamiento de la zona.
Amanecer de un día agitado
Cuando la gente del FTV se retiró de la sede policial ya era de día. A esa altura ya tenían conocimiento de que la Federal había realizado algunos allanamientos para encontrar a los responsables del crimen. El juez federal Norberto Oyarbide estaba al frente de la investigación. Voceros de la Secretaría de Seguridad de la Nación sostenían ayer en diálogo con Página/12 que Oyarbide entendía en el caso, luego de que varios fiscales de instrucción se habían negado a ponerse al frente del tema. El subsecretario Campagnoli explicó que se había presentado en la comisaría “para que no ocurrieran cosas mayores”. D’Elía cuestionaba los titulares sensacionalistas de algunos medios televisivos. “Resulta que están preocupados por los vidrios, pero no por la vida de Martín. La semana pasada los vecinos de Palermo atacaron una comisaría por el fusilamiento de un chico y yo estoy con ellos en su dolor. Pero no vaya a ser que la vida de Martín valga menos por ser pobre y vivir en la Boca”, repetía el líder piquetero. Incluso cuando algún cronista le enrostraba los supuestos daños ocurridos en la comisaría, D’Elía no dudó en responderle: “Estamos hablando de los vidrios y no de la vida de Martín. Esto sucede porque en la Argentina no hay democracia informativa, ya que unos 8 grupos económicos controlan todos los medios”.
El ministro Beliz se comprometió públicamente con las investigaciones. Incluso se mostró preocupado por que la Justicia no resolvió de manera eficiente las anteriores denuncias presentadas por los militantes del FTVcontra el presunto autor del crimen. También defendió el depuramiento de todos los policías involucrados en casos delictivos. “Hay situaciones y ciertos mensajes que parecen decirnos ‘mejor no investiguen a fondo el comportamiento policial porque se puede afectar la gobernabilidad y la seguridad’. Creemos que hay que hacer todo lo contrario, hay que investigar a fondo los episodios en los que puede haber corrupción en las fuerzas policías”, concluyó Beliz.
“Es un hecho de una terrible gravedad y espero que no sea una escalada en el estilo de la Triple A. Acaso la clase política tenía que esperar a que haya un muerto para reaccionar. Esto es una provocación contra D’Elía, contra los compañeros del FTV y contra el presidente Kirchner”, dijo sin ocultar su enojo Miguel Bonasso, uno de los referentes kirchneristas en Diputados.
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