EL PAíS
› ESCRITO & LEIDO
La noche más negra
› Por José Natanson
Empresarios, tecnócratas y militares. La trama corporativa de la última dictadura (Siglo XXI), compilado por Alfredo Pucciarelli, explora costados conocidos pero poco estudiados del último gobierno militar: las tensiones del discurso liberal con el gobierno, las transformaciones de los agentes económicos y las resistencias que generó el programa de Martínez de Hoz en algunos sectores militares.
El libro de Pucciarelli comienza con dos artículos que buscan poner en contexto la dictadura de Videla, Massera y Cía. La primera perspectiva es geográfica: Waldo Ansaldi compara la experiencia argentina con el resto de los regímenes dictatoriales del Cono Sur.
El segundo enfoque, histórico, plantea una genealogía del último gobierno militar: el sociólogo Ricardo Sidicaro analiza las dictaduras argentinas desde 1930 y busca en ellas las raíces del régimen impuesto a partir de 1976. Así, el autor descubre que la equiparación entre comunismo y sindicalismo peronista, excusa represiva del golpe, fue realizada por primera vez en 1955. Otros antecedentes pueden rastrearse en la dictadura de 1962, apenas disimulada detrás de la figura de Guido. O en la de Onganía, que adoptó por primera vez “las concepciones anticomunistas inscriptas en el universo discurso de la Guerra Fría, internacionalizó el pensamiento militar y lo introdujo en una gramática de ideas, imágenes y prácticas que supuso un salto en materia represiva al desnacionalizar al ‘otro’ y transformarlo en extranjero legítimamente eliminable”.
La idea central, entonces, es que la última dictadura implicó un salto cualitativo en términos de represión y terror, pero que algunas de sus características se encontraban presentes en los golpes anteriores. En este sentido, el último gobierno militar puede ser visto como la “conclusión” de los regímenes autoritarios que lo precedieron.
Una vez ubicada en perspectiva histórica y comparada, el segundo capítulo explora la trama corporativa de la dictadura, con un artículo de Pucciarelli sobre la patria contratista, uno de Ana Castellani sobre la transformación de los grandes agentes económicos y otro de Paula Canelo sobre los elencos militares frente al plan económico.
Entre ellos sobresale un original y exhaustivo análisis de la socióloga Mariana Heredia sobre el nacimiento de los think tanks neoliberales –FIEL, la Fundación Mediterránea y el CEMA– al calor del gobierno autoritario. Con lucidez, Heredia sostiene que la nueva generación de economistas que integran estos centros de estudio (Cavallo, Roque Fernández, López Murphy) no pertenecían, como la antigua camada (Martínez de Hoz, Alsogaray), a los círculos tradicionales del liberalismo argentino: nacieron en hogares de clase media, estudiaron en universidades públicas y obtuvieron becas para perfeccionarse en Estados Unidos.
Dotados de arsenal técnico más sofisticado, se convirtieron en verdaderos profesionales de una economía que estaba cambiando. “La movilidad de capitales y el endeudamiento público modificaron las formas de funcionamiento de la economía, y esto favoreció un nuevo tipo de análisis macroeconómico que consolidó la posición de los nuevos expertos”, sostiene la autora.
El artículo de Heredia analiza la consolidación de un nuevo discurso ortodoxo, la relación con los empresarios, los vínculos con los organismosde crédito. Y permite entender el nacimiento de una nueva generación de economistas neoliberales, aquellos que dieron sus primeros pasos en la gestión pública en los ’70 y asumieron el control total de la economía quince años después, con un gobierno democrático que completaría en el terreno económico muchas de las tareas pendientes de la dictadura.
Subnotas