El anuncio lo deslizó el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, aunque después en la Casa Rosada buscaron bajar las expectativas. Lo que dijo Fernández fue que luego del aumento de las jubilaciones, el Gobierno ahora maquina una mejora de sueldos tanto estatales como privados. “Estamos estudiando cómo podemos seguir promoviendo una mejor distribución de los ingresos”, abundó Fernández, para ilusión de millones. Por la noche, el presidente Néstor Kirchner se reunió con uno de los triunviros de la CGT, José Luis Lingeri, y hablaron de la convocatoria al Consejo del Salario para las próximas semanas, el ámbito que elegiría el Gobierno para decidir la medida.
En una rápida simplificación, el keynesianismo al que dice adherir el Gobierno propugna un círculo virtuoso con los siguientes elementos: una inyección de dinero en el bolsillo de la gente significará un mayor consumo que, a su vez, redundará en una reactivación del mercado local, con más empleo y una mayor recaudación impositiva. En esa dirección keynesiana apuntó la decisión de esta semana de aumentar un diez por ciento las jubilaciones menores de 1000 pesos, luego de un mes en que las estadísticas de consumo mostraron una peligrosa tendencia a la baja.
Hacia allí apuntaría también la hipotética suba de salarios que ayer se deducía de las declaraciones de Fernández en dos entrevistas de radio, más tarde relativizadas o puestas en un contexto acotado. Cuando le preguntaron si el Gobierno estudiaba un aumento salarial, el jefe de Gabinete respondió: “Estamos viéndolo”. Frase que reiteró cuando lo consultaron acerca de los sueldos estatales.
El ministro de Trabajo, Carlos Tomada, luego dijo que “lo que ha señalado es que se está estudiando el tema, como se hace en forma permanente con el seguimiento de la evolución del salario público y privado”. También sostuvo que la mejora de ingresos es parte de la “política permanente” del Gobierno, con lo que el supuesto anuncio se convertía en nada. Como dato ilustrativo, agregaban en voz baja, el aumento que se está discutiendo con los estatales “está bastante trabado”.
En Gobierno explicaban que antes de anunciar una suba salarial era necesario proyectar algunas variables económicas. El propio Fernández habló de la posibilidad de “recalentamiento” de la economía, al imaginar un panorama futuro de gente con dinero para comprar pero un mercado sin productos que ofrecer. La alternativa podría disparar el índice de inflación, uno de los números que en Economía miran de reojo. “Por eso hay que ser cuidadoso, es un tema delicado. Tampoco todo es cuestión de tirar guita al mercado”, explicaban en la Rosada para remarcar que ayer, en realidad, no se había hecho ningún anuncio sino que se sobredimensionó una declaración genérica.
“Me pasó lo mismo que con la cumbia villera”, repetía anoche Alberto Fernández a sus colaboradores, en referencia al episodio de la semana pasada que terminó con el conductor bailantero La Tota Santillán en su despacho. Fernández todavía sostiene que lo sacaron de contexto. ¿Igual que ayer?
Hasta la declaración de Fernández, el rumor más extendido era que el Gobierno evaluaba elevar el salario mínimo, vital y móvil a 400 pesos, lo que empujaría hacia arriba toda la escala salarial.
También se comentaba que el ministro de Economía, Roberto Lavagna, es remiso a otorgar un nuevo aumento por decreto, tal como se hizo con los 250 pesos concedidos a los privados durante el gobierno de Eduardo Duhalde y el de Kirchner. En vez de un aumento generalizado, entonces, Lavagna preferiría acuerdos por sectores en los que los empresarios se comprometerían a no trasladar los mayores costos a los precios, como resguardo a un posible rebote inflacionario.
Esta alternativa ganó terreno luego de la entrevista de anoche del Presidente con Lingeri. El encuentro era para conversar sobre el acuerdo con Aguas Argentinas, pero el diálogo derivó hacia los salarios. A la salida, el sindicalista –que junto con Hugo Moyano y Susana Rueda conduce la CGT unificada– contó que el Presidente le dijo que pretende reunir el Consejo del Salario lo más pronto posible, por lo que “podría conformarse en el curso de este mes o principios de septiembre”. “Esto nos puede permitir juntarnos con los empresarios y fijar los niveles salariales que se puedan dar dentro de ese Consejo”, agregó.
El reclamo que la CGT llevó a su reunión de presentación con Kirchner fue un aumento de 50 pesos de urgencia para todos los trabajadores. El Gobierno no le dio el gusto pero, en cambio, anotó la sugerencia de la convocatoria al Consejo del Salario y una paritaria.