Por José Abelli *

De estos actores está repleta la historia reciente de la Argentina. La permanente ruptura del contrato electoral de los partidos políticos y ante la profundización de un modelo económico para pocos ganadores y demasiados perdedores, la baja calidad institucional de la democracia argentina y su permanente sumisión a los intereses de los sectores dominantes, terminaron por eclosionar. No obstante parece ser que la amenaza de volver a aquellas metodologías es una amenaza permanente.
Si queremos construir un país serio es necesario descartar aquellas prácticas de la elaboración de la política pública.
Los trabajadores de la autogestión hemos demostrado a través de los últimos años, en que recuperamos más de 180 empresas y más de 10 mil puestos de trabajo, que tenemos propuesta, que podemos conducir exitosamente nuestras empresas y que podemos generar economía.
Quienes mayor poder de daño poseen son aquellos que detrás de un discurso de cambio siguen sustentado las ideas y las prácticas de los ’90. Luego de más de 18 meses de lucha, sin estar cesanteados, sin cobrar salarios, sin tener noticias de sus empleadores, sin que la Justicia haga justicia y sin que el Estado se haga presente, los trabajadores de Gatic, a partir de la organización en Cooperativa de Trabajo en la planta de San Martín, provincia de Buenos Aires, comenzaron a tomar a su cargo la producción y la generación de salarios, otras plantas imitaron este camino, Pigüé y El Chamical en La Rioja, también organizaron Cooperativas de Trabajo. Se realizaron gestiones intensas ante el juez del concurso, Juan Manuel Gutiérrez Cabello; ante el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá; ante el ministro de Trabajo de la Nación, Carlos Tomada; ante el presidente de la Nación, Néstor Kirchner. Fue un largo peregrinar ante la Justicia y el Estado. No hemos recibido una sola respuesta.
Como es conocido, la empresa tiene un pasivo de 530 millones de pesos en concurso de acreedores y de 140 millones post-concursales. El 70 por ciento de esa deuda es con los bancos oficiales, la AFIP y los trabajadores. En la práctica, es una empresa del Estado.
Por estos días, el gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires han llegado a un acuerdo con Indular SA, gerenciada por Guillermo Gotelli, por el cual el Estado le otorga, a través de un fideicomiso, las garantías para explotar la empresa Gatic. Lo que no se dice es que el señor Gotelli es un socio minoritario de un conocido fondo buitre, Leucadia, con sede en EE.UU., que se dedica a la adquisición de empresas a precio vil. Una vez más las prácticas de los ’90. Resulta incomprensible que el Banco Nación, el Banco Ciudad o la AFIP coloquen sus créditos en un fideicomiso para que un fondo buitre tome el control de la mayor empresa textil argentina. Más increíble resulta que el fideicomiso del Bapro les regale una deuda de 54 millones que será cancelada con bonos de la deuda pública que cotizan a un 20 por ciento del valor nominal.
Una vez más, las corporaciones y los sectores de la economía concentrada se cobrarán un nuevo botín a costa del esfuerzo de miles de trabajadores y de ciudadanos, ya que se trata de fondos públicos.
De cumplirse esta operación, volveríamos a las prácticas de los ’90. ¿Cuál es la diferencia entre ENTel o Aerolíneas y esta privatización de Gatic? No sólo se le regalaría al buitre Leucadia más de 450 millones de pesos; también se le entregaría un gran negocio que le permitiría recuperar su poca inversión en pocos meses, ya que pasaría a dominar el mercado local en condiciones casi monopólicas. El resto de la industria, tan golpeada por la convertibilidad y la importación, tendrá que competir pagando mayores salarios, pagando sus deudas bancarias e impositivas contraídas durante la recesión, frente a quien no tendrá ninguna de esas cargas que por supuesto el Estado le estaría condonando.
Los trabajadores no vamos a ser cómplices de semejante estafa.

* Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas.